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Afinan detalles para el “gran día” de la boda en Londres

Cuenta regresiva para el matrimonio que abrirá una nueva era para la monarquía. Casi 2.000 invitados.

El Reino Unido ultima sus preparativos para la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton, con la que la familia real espera empezar a escribir una nueva página, tres décadas después del enlace de los padres del novio, Carlos y Diana.

Dos mil millones de personas en todo el planeta seguirán en directo por televisión o por internet esta “boda del siglo” XXI, que corre el riesgo de estar pasada por agua si no mejora el pronóstico del tiempo en las próximas horas.

Pero sólo 1.900 privilegiados recibieron la invitación que les permitirá cruzar el majestuoso umbral de la abadía de Westminster para asistir a la consagración del matrimonio entre el segundo en la línea sucesoria, de 28 años, y su prometida, de 29, tras ocho años de noviazgo y varios de vida en común.

Londres ha aseado sus calles y monumentos y se ha engalanado con banderas y fotos de los novios para recibir a los invitados, así como al medio millón de británicos y turistas que se apiñarán en las calles para mostrar su cariño a la pareja en su boda.

Un imponente dispositivo de seguridad, en el que participarán cinco mil policías, velará por que nada empañe esta jornada de celebración nacional.

Un millar de militares uniformados se entrenaron para sus papeles ayer, algunos de madrugada. Los coros, la orquesta y las bandas militares que amenizarán musicalmente la boda también repasaron sus partituras en la abadía, antes del ensayo general de hoy, con el clero y las cámaras de televisión, pero sin los novios.

Todo debe estar perfectamente ajustado para la ceremonia, programada con precisión suiza, para comenzar a las 10 con la entrada de Kate en el templo del brazo de su padre, Michael Middleton.

La futura princesa desfilará en medio de un espléndido bosque recreado en la abadía de Westminster. Ésta es la primera vez que la grandiosa abadía evocará un bosque, con una veintena de grandes árboles, entre ellos arces, a ambos lados del pasillo que lleva al altar, al final del cual Guillermo esperará a la novia.

Lo que suscita más curiosidad es “el vestido” de la novia. Cuando Kate se baje mañana de su Rolls Royce la gente sólo tendrá ojos para este modelo que dará la vuelta al mundo en cuestión de segundos y desatará innumerables comentarios, halagüeños o viperinos en las redes sociales.

“Es el vestido que va a recibir la atención más instantánea y mundial de la historia”, estimó Edwina Ehrman, conservadora del museo Victoria and Albert de Londres que está preparando una exposición sobre moda nupcial.

Por su parte, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, celebrará la unión por el rito anglicano a la que asistirán en las primeras filas la reina Isabel II y el príncipe Carlos con su segunda esposa, Camila, de un lado, y la familia Middleton, del otro.

La princesa Diana estará presente en todas las mentes en el escenario donde en 1997 se celebró su funeral tras su muerte en un trágico accidente automovilístico en París.

Ajenos a las inclemencias del tiempo, los más ansiosos acampan ya frente a la abadía para estar seguros de ver salir al príncipe y a su princesa, puesto que los títulos nobiliarios de la pareja no se darán a conocer hasta el día de la boda.

Guillermo y Catherine –nombre con el que se la conocerá oficialmente– recorrerán entonces en coche de caballos – el State Landau– los dos kilómetros que les separan del palacio de Buckingham. Pero si llueve deberán cambiar el carruaje por la carroza con cristales que usó Diana camino de su boda.

En el palacio real los esperarán los 650 invitados al convite ofrecido por la soberana, entre los que estarán la reina Sofía de España, los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, y los príncipes de Holanda, Guillermo y Máxima.

Antes del almuerzo, los novios saldrán al balcón del palacio para el primer beso.

La maratónica jornada nupcial culminará con una cena para los 300 parientes y amigos de Guillermo y Kate, seguida de un baile animado por un discjockey y un desayuno organizado por el príncipe Enrique, hermano del novio y padrino de boda, para los más noctámbulos.

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