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A la histeria colectiva, una mujer reflexiva

Por: Oscar Marsili

Es lamentable la actitud de algunos de nuestros representantes que sólo pueden responder con locos gestos histéricos a propuestas claras y contundentes. Así, en su descargo frente a senadores y senadoras, la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, afirmó con claridad: “Públicamente salí a respaldar el decreto que estableció la transferencia de reservas al Tesoro, me pareció un hecho estratégico y virtuoso que la Argentina contara con este colchón para no ir por las alternativas del ajuste”, según reprodujo el diario Clarín. La opción “reservas” o “ajuste” –es decir menos dinero para salarios, educación, salud o seguridad, entre otros– dejó titubeantes en sus intenciones a quienes la increparon y a la vez desnudó la carencia de ideas de una oposición que se ajusta estrictamente a eso: ser oposición en las buenas y en las malas, en las positivas y en las negativas.

Nuestros honorables senadores, muchos de ellos socios y/o cómplices de Domingo Cavallo y Ricardo López Murphy, parece que se olvidaron de las consecuencias de las políticas de ajuste y achique perpetuo manteniendo reservas para entregárselas sin miramientos a los fugadores de divisas o jugadores de la Bolsa. Todavía podemos recordar que López Murphy en pleno 2001, con una criminal fuga de depósitos y capitales, protegió descaradamente a los capitales golondrina.

A la propuesta de la presidenta del Central los senadores le respondieron con el silencio, pero no el silencio de la humildad sino el silencio de los cobardes, el silencio de los necios, la carencia de argumentos o acaso argumentos tan inconsistentes que se avergonzaban de pronunciarlos.

Ninguno se animó a decir que prefiere las políticas de ajuste y achique.

Durante la gestión de Cavallo, López Murphy y sus socios “pragmáticos” que andan resucitando por estos días, cerraron 200 bancos y quedamos en la calle ciento veinte mil bancarios, mientras las arcas de la banca internacional multiplicaban sus ganancias. Se regalaron trescientas empresas del Estado y la desocupación superó el 20 por ciento y el país engrosó su endeudamiento a niveles bochornosos.

¿Acaso cuando regalamos Gas del Estado e YPF no pagamos con reservas? Las 300 empresas del Estado que se entregaron eran reservas y patrimonio nacional.

No podemos olvidar que petróleo, acero, comunicaciones, aerolíneas, la flota naval del Estado, por citar algunas, son “reservas” concretas y estratégicas.

Muy pocos de nuestros representantes dijo una palabra, sobre todo los peronistas ortodoxos y el grueso de los radicales que prefieren morir abrazados a Cavallo y López Murphy antes que aprobar el pliego de la presidenta del Banco Central.

De eso no hablaron los senadores. Les molestó que la presidenta del Central dijera “soy militante contra las políticas de ajuste”.

Peor aún es que nuestros representantes quieren pagar la deuda y por cobardía no se animan a decir que prefieren pagar con ajuste o con sangre pero no con reservas. Ninguno de estos senadores se animó a pedir el cese de pago durante junio de 2001. Estos honorables trajeados pagaron a los capitales truchos y volátiles y dejaron colgados a los depositantes argentinos.

Sería bueno un poco de política en serio. Discutamos política, discutamos economía y por favor basta de arrodillarse para salir en las fotos de los diarios. Digan lo que piensan y si quieren poner ajuste y quieren volver a la teoría de achicar el Estado para agrandar el país díganlo, no se callen, digan con todas las letras: “Queremos más desocupación, queremos que el gobierno fracase”.

Es cierto que para muchos hombres pensar se reduce a promover las propuestas que los grupos de poder quieren escuchar, gritar sin argumentos, llegar al ajuste sin animarse a pedir el ajuste y sobretodo romper, destruir, pensar en el voto que se puede ganar tirando piedras sin aportar ideas.

No es de inteligentes decir no porque no. Hay que decir sí o no, con argumentos sólidos y claros, que el pueblo sepa las razones por las que se están oponiendo. La histeria no es reflexión, es debilidad. Hoy por hoy, nuestros representantes parecen gritones sin ideas, emisores de ruidos sin palabras.

En lo personal considero que la deuda externa no debería pagarse, pero si quieren pagarla, y esa es sin dudas la voluntad de casi toda la oposición, que se pague con reservas, no con sangre.

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