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A 34 años de la muerte de “Pascualito” Pérez

El mendocino fue el primer campeón del mundo de la historia del boxeo argentino. Además, obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Lóndres. Holyfield vuelve al ring

El mendocino Pascual Pérez, el primer campeón mundial que tuvo Argentina y reconocido como uno de los mejores peso mosca de la historia, murió en Buenos Aires a los 50 años el 22 de enero de 1977.

El popular Pascualito había nacido el 4 de marzo de 1926 en el Valle de Tupungato, y sintió atracción por calzarse los guantes y así comenzó su carrera como amateur, apenas superada la pubertad.

Ya en 1948, cuando era común designarlo bajo los apelativos “El Pequeño Gigante” o “El León mendocino”, Pérez alcanzó una de sus mayores proezas como boxeador. En los Juegos Olímpicos de Londres, el cuyano consiguió la medalla de oro en la división mosca, con apenas 48 kilogramos y por ese logro el gobierno del General Juan Domingo Perón le otorgó una casa en Mendoza y un trabajo en una repartición pública.

Debutó como profesional una vez que ya había cumplido 125 peleas entre aficionados, en noviembre de 1952. Dos años más tarde, el 26 de noviembre de 1954, Pérez entró en la historia: obtuvo el campeonato mundial mosca al vencer por puntos al japonés Yoshio Shirai, tras 15 rounds en el estadio Korakuen, de la ciudad de Tokio.

Aquellos periodistas que lo vieron combatir elogiaron no solamente su capacidad para dominar al adversario en el ring mismo sino también el atildado y prolijo estilo que supo desplegar y que le permitió ser rey en su división por seis años (en 1960 perdió con el tailandés Pone Kingpetch).

“No sólo boxeaba como los dioses sino también pegaba como una `mula’”, rezaba un texto de una publicación deportiva que resaltaba su campaña, una vez que había abandonado la práctica de la actividad (1964).

Un dato que no puede pasar inadvertido del “Pequeño gigante de Tupungato” es el hecho de que realizó 92 peleas, de las cuales ganó 84 (57 por la vía rápida), perdió 7 y empató una. Pero tampoco hay que olvidar la natural espontaneidad y don de “buen tipo” que supo imprimirle a su vida, inclusive cuando ya no era más campeón del mundo y el boxeo correspondía a las páginas del recuerdo.

Por esas cuestiones que suelen ser habituales en los boxeadores argentinos, Pascualito Pérez murió sin haber hecho “fortuna”, cuando tenía apenas 50 años.

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