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Diez años después

Habló la víctima del caso FAL, clave para el aborto legal en Argentina

AG tenía 15 años cuando su padrastro la violó y la embarazó. El fallo FAL, de 2012, marcó una decisiva jurisprudencia en el país para acceder a la Interrupción Legal del Embarazo


“Ninguna víctima de abuso tiene que tener un hijo sin consentimiento, no tiene por qué pasar por una odisea judicial como yo”. Las palabras pertenecen a una chica que en 2010, cuando tenía 15 años, quedó embarazada después de ser violada sistemáticamente por su padrastro y se transformó en la protagonista del histórico fallo FAL de la Corte Suprema. Se trata de una jurisprudencia decisiva en la Argentina en materia de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), ya que ratificó lo que ya decía el Código Penal: que las mujeres y personas gestantes cuya salud corra riegos, o que queden embarazadas como consecuencia de abusos sexuales, pueden acceder a un aborto no punible sin necesidad de consultar con un juez. A partir de ese fallo se realizaron los protocolos de ILE como el que se aplica en Rosario, ejemplo nacional en la materia.

AG, la víctima del caso FAL, aún hoy prefiere dejar su nombre en reserva. Tiene 25 años, trabaja y va a comenzar a estudiar el profesorado de Educación Física. En los ocho años que pasaron desde 2012, cuando la Corte Suprema de Justicia dictó el fallo FAL, nunca había brindado una nota a un medio de comunicación. Este sábado, la agencia de noticias Télam publicó un reportaje en el que la joven cuenta cómo vivió ese derrotero judicial y cómo transcurrió su vida desde entonces.

Aborto legal

El 2020 será un año legislativo clave, ya que se espera un nuevo debate parlamentario para que se sancione la ley de aborto legal, seguro y gratuito. Esta vez, impulsado desde el Ejecutivo. “No puedo pedirle a diputados y senadores que sientan lo que pasa a una niña violada embarazada. Pero sí pueden ponerse en el lugar de padres, madres, abuelos. ¿Qué harían si sus hijas o nietas pasaran por eso? Quizás así puedan tomar conciencia de lo importante que es su decisión”, dice.

Después de la derrota de los antiderechos en el Senado en 2018, que evitaron que se sancionara la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), ahora el presidente Alberto Fernández aseguró desde Francia: “Voy a enviar al Congreso una ley que termine con la penalización del aborto y que permita la atención de cualquier aborto en los centros de salud pública”, sostuvo y agregó: “No vivo en paz con mi conciencia sabiendo que una mujer que tiene que realizarse un aborto y no tiene la posibilidad económica termina en manos de un curandero que con una aguja la termina lastimando o matando”.

Este sábado, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, hizo declaraciones en ese sentido y dijo que la legalización del aborto es “inminente”.

“No puedo decir cuándo, pero creo que será inminente la ley. Va a ser legal la interrupción del embarazo”, ratificó González García en diálogo con radio Mitre. “Se va a eliminar cualquier penalización a quien así lo hiciera, salvo que se haga fuera de lo que dice la ley”, y agregó que “los programas se centran en, por sobre todo, aumentar la protección sobre la madre y el niño”.

En Argentina el aborto es legal por causales desde 1921, cuando el Congreso Nacional modificó el artículo 86 del Código Penal y permitió interrumpir el embarazo en caso de violación y riesgo de salud o de vida de la mujer.
En 2012 el fallo FAL de la Corte Suprema de Justicia reafirmó esas causales y solicitó al Poder Ejecutivo la elaboración de un protocolo para garantizar el acceso a los abortos legales en la salud pública y privada.

La protagonista

AG otorgó una entrevista telefónica a Télam. “Me sigo encontrando conmigo misma, con mi familia y amigas. A mí me robaron parte de mi infancia y adolescencia, y siento ese peso, ese dolor”.

AG tenía 15 años en 2010 cuando quedó embarazada producto de las violaciones que sufría desde los 11 por parte de su padrastro, Orlando Nahuelmir, oficial de la policía de Chubut. Su mamá, a pedido de ella, solicitó un aborto en el hospital de Comodoro Rivadavia “porque no podía tomar otra decisión”, afirmó la joven.

“Yo era una nena. No era algo que yo quería, que busqué o provoqué”, remarcó AG. Pero pese a que su situación se enmarcaba dentro de una de las causales que permiten realizar una ILE, las autoridades del centro de salud recurrieron a la Justicia para que un magistrado autorizara el aborto.

Al ser menor de edad fue su mamá, Aurora, con el patrocinio legal de Sandra Grilli, quien se puso a la par de su hija para acceder al derecho. Hubo marchas reclamando que se hiciera la práctica y se condene al violador, apoyos de autoridades nacionales de Salud y Justicia y de organizaciones de mujeres.

El reclamo fue rechazado en primera y segunda instancia por la Justicia de Chubut y recién cuando el Tribunal Superior provincial encuadró el caso como uno de los supuestos de aborto no punible del artículo 86 del Código Penal, se realizó la práctica.

Pero un funcionario judicial de la provincia recurrió la sentencia para que no sentara precedentes en el país. Así llegó a la Corte Suprema de Justicia y en 2012 se convirtió en la máxima jurisprudencia a nivel nacional: el máximo tribunal determinó que cualquier mujer puede acceder a un aborto no punible en caso de que el embarazo sea producto de una violación, sin necesidad de obtener una autorización judicial.

“Cuando escucho hablar del caso FAL tengo sentimientos encontrados, porque cuando me pasó a mí no se podía acceder al aborto si eras víctima de violación sin pasar por la justicia. Y ahora pasa lo mismo, todavía se les niega a muchas niñas, a mujeres”, afirmó AG. “Tiene que haber educación sexual, acceso a información y a anticonceptivos”, enfatizó la joven.

La reflexión de AG está hoy más vigente que nunca. Sin ir más lejos, el año pasado el gobierno tucumano le negó la ILE a Lucía, una nena de 11 años embarazada como consecuencia de las violaciones a la que la sometía su abuelastro, y sólo autorizó la práctica cuando la ordenó la Justicia. Cuando eso ocurrió, ya era demasiado tarde: los médicos dijeron que existía riesgo para su vida y le practicaron una cesárea. La beba, concebida por su violador –de 65 años y condenado este mes a la pena de 18 años de prisión por ese hecho–, pesaba 660 gramos al nacer y murió a los 10 días.

El violador de AG también fue condenado. El 4 de julio de 2011 Nahuelmir recibió la magra pena de 8 años de prisión por “ser penalmente responsable del delito de estupro agravado por ser cometido contra una menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia preexistente”. Hoy, ya está libre, “porque le dieron re pocos años. ¡Con todo el daño que me causó a mí y mi familia! Tengo angustia y bronca, porque no piensan en que puede volver a dañar a otras niñas”, dijo AG, que decidió no volver a recurrir a la Justicia: “Sería abrir otra puerta y no estoy preparada para eso”.

Ahora, vive con su hija de 5 años y con su madre, luego de haber estado casada, haberse mudado a otra ciudad y dejado sus estudios de profesorado de nivel inicial.

“Me separé hace unos meses. El padre de mi hija es violento. Después de una violación no tenés autoestima. A mí me costó mucho amarme otra vez, y con él me bajó la autoestima, sufrí violencia verbal, psicológica, emocional y luego física. Y ahí me fui con lo puesto y lo denuncié”, relató a Télam. “Sentí que me iba a matar. No podía poner en riesgo a mi hija. ¿Qué ejemplo le daba? Normalizaba a un hombre violento. No quiero eso para ella. Quiero que ella se sienta valorada. Le enseño que nadie puede tomar su cuerpo, que me puede contar todo”.

Cuando habla de su hija, reconoce que ese embarazo fue “un proceso difícil”, porque ella ya había estado embarazada producto de una violación. “Tenía miedo por ella, no quería que le pase lo mismo que a mí, pero cuando nació ese miedo se convirtió en cuidado, en enseñarle a quererse y a cuidarse”, recordó.

AG habla con admiración de su mamá: “Fue muy difícil todo el proceso para ella, pero es nuestra mujer fuerte y valiente que siempre me mostró que se puede salir adelante”.

“La pasé mal y ahora estoy bien”, remarca y agradece a la abogada y todas las personas que acompañaron a su mamá en ese momento y a las organizaciones.

AG encontró en la escritura una terapia: “Quiero publicar un libro, ya escribí mucho. Es un relato fuerte sobre todo lo que le pasa a una niña abusada, sobre cómo se logra salir de la depresión, sobre la importancia de las personas que estuvieron a mi lado. Y quiero agregar ahora mi experiencia como sobreviviente de violencia”, afirmó.

“Se puede salir y necesitamos no estar solas”, es la frase que eligió para cerrar la entrevista.

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