El gobierno de Cristina Kirchner trabó una importante alianza política y comercial con Venezuela que, al estallar la crisis en el país caribeño, fue muy bien utilizada por la entonces oposición –ahora gobierno– para respaldar su discurso electoral con una frase escuchada hasta el hartazgo en los medios de comunicación afines al macrismo: “Si seguía el kirchnerismo terminábamos como Venezuela”. De paso por Rosario, donde participó de un congreso en al UNR, el sociólogo venezolano Edgardo Lander refutó esa afirmación: “La derecha de todo el mundo vistió al chavismo de lobo. Pero la economía argentina es muy diversificada, radicalmente diferente a la venezolana, que es absolutamente dependiente del petróleo e importa la mayoría de los productos básicos”.
El reconocido sociólogo de izquierda vinculó la delicada situación económica de Venezuela a “la crisis del modelo petrolero rentista y no del gobierno chavista” que encabeza el presidente Nicolás Maduro.
—¿Qué diferencias encuentra entre el gobierno de Maduro y el de Hugo Chávez?
—Es importante asumir la crisis actual como un momento de una crisis estructural. Venezuela está desde hace varias décadas en una crisis terminal del modelo petrolero rentista, que es un modelo donde la sociedad está organizada en torno a los ingresos del petróleo. Tras 20 años de gran inestabilidad, Chávez llegó al gobierno con un liderazgo y carisma que le dio una suerte de rumbo a la política venezolana. En 1999 se aprobó la nueva Constitución y poco tiempo después el precio del petróleo comenzó a subir. Fueron tiempos de cambios muy importantes en términos de la reorientación del gasto público hacia los sectores populares y se generaron mecanismos de participación de bases muy ampliamente extendidos.
—¿Y qué pasó para que se llegue a esta situación?
—Durante los años de Chávez, los recursos disponibles por el boom del petróleo profundizó la dependencia de esta materia prima. Cuando en 2013 fallece Chávez y al año siguiente se desploma el precio del petróleo se produce una profunda crisis, que no es una crisis del modelo chavista sino estructural, que se había pospuesto por la capacidad de Chávez para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos. La crisis no es del gobierno chavista, sino del modelo petrolero rentista. Maduro llegó al gobierno en condiciones muy diferentes a las de Chávez y con mucho menos liderazgo y carisma. Introdujo cambios muy importantes que generaron una dependencia creciente de los militares en el Estado, asociados a hechos de corrupción.
El proyecto de Chávez era una alianza político-militar con amplio apoyo popular. Lo militar no era pensado en términos de una represión contra el sector de la población que no está de acuerdo con el proyecto político, sino que la concepción era que la batalla contra el imperialismo pasaba por la capacidad militar de resistir. Ante una Asamblea Nacional con amplia mayoría opositora, el gobierno de Maduro tomó la decisión de preservarse en el poder a como dé lugar. Sus mecanismos de control Estatal van desconociendo de a poco la Constitución de 1999. Es como un salame que se va cortando en pequeñas rebanadas. No hay un quiebre donde se pasa de un orden constitucional a uno inconstitucional, sino que es algo que va ocurriendo poco a poco.
—El gobierno argentino intenta vincular a la crisis venezolana con el kirchnerismo. ¿Cree que acá podría haber pasado algo similar?
—Para nada. La derecha de todo el mundo vistió al chavismo de lobo. Pero la economía argentina es muy diversificada, radicalmente diferente a la venezolana, que es absolutamente dependiente del petróleo e importa la mayoría de los productos básicos. Argentina es un país que se alimenta a sí mismo y exporta alimentos. Es un fenómeno que se da en todo el mundo. En México, los medios de la derecha advierten que votar por Manuel López Obrador representa la amenaza del chavismo. El gobierno español de (Mariano) Rajoy acusa permanentemente a Podemos de ser chavista. Hay una utilización distorsionada e interesada.
—¿La crisis de Venezuela favoreció al avance de la derecha en Latinoamérica?
—No creo que se pueda atribuir el avance de la derecha a Venezuela.
—Pero la izquierda y el progresismo latinoamericano, en su mayoría, apoyan al chavismo…
—Tiene que ver con una lectura de la realidad que todavía está anclada en la Guerra Fría. Hay una visión binaria de la geopolítica. Tienen la idea de que hacerle críticas a un gobierno de izquierda o progresista es hacerle el juego a la derecha pero esa es una concepción absolutamente equivocada. No es la primera vez que pasa. Durante mucho tiempo, la izquierda internacional, conociendo la represión del stalinismo, defendía la revolución soviética porque era la contraposición al imperio. Eso termina por convertir al socialismo en una mala palabra y me temo que estamos yendo por el mismo camino. Si se celebra la represión y el cercenamiento del orden democrático, se le está dando armas a la derecha.