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Macaluse: sí al socialismo y a centroizquierda unida

El diputado nacional estuvo en Santa Fe para presentar un nuevo espacio dentro del Frente Progresista.

De paso por Santa Fe, en donde participó del lanzamiento de Pares –el nuevo espacio político que tiene como principales referentes a Verónica Benas y Antonio Riestra y que busca anclar en los gremios y en los movimientos sociales–, el diputado nacional Eduardo Macaluse mantuvo una extensa charla con El Ciudadano en la que se despachó contra el bipartidismo, elogió a los socialistas y metió el dedo en la llaga de la interna del Frente Progresista: “El liderazgo lo ejerce el Partido Socialista, no el radicalismo”.

Macaluse, que ocupa una banca en el Congreso en representación de uno de los desprendimientos del ARI –el SI: Solidaridad e Igualdad– propuso armar una confederación de partidos de centroizquierda. Habló de la decepción que le produjo Elisa Carrió –“traicionó sus promesas fundacionales”– y dijo que el kirchnerismo “está dando signos de agotamiento”. Pero prometió que los ayudará para que puedan “gobernar bien” y evitar que la agenda se la marquen los grupos económicos.

“Tenemos la expectativa de converger con otros sectores que luchan por las mismas cosas que nosotros: mayor igualdad en la distribución de la riqueza y el ingreso, un sistema impositivo que respete a la clase media y a los sectores más pobres y les haga pagar a los que más tienen. En esto no estamos solos; recorremos el país y vemos que hay mucha gente que pelea por las mismas cosas y, por cuestiones secundarias, estamos dando la lucha por separado. La idea es generar un lugar común donde todos converjamos, no detrás de un liderazgo ni detrás de dos o tres personas, sino detrás de las ideas”, opinó Macaluse.

—¿Cómo encuadra esa posición política en el escenario nacional?

—Nosotros creemos que correspondería hacer una confederación de partidos donde podamos confluir quienes tenemos ideas y prácticas similares. No solamente plantear una idea, sino respaldarla con actitudes de vida. Para nosotros las conductas y las prácticas políticas son fundamentales. Coincidimos con mucha gente en la necesidad de pelear por los que menos tienen, pero algunos tienen prácticas clientelistas muy similares a las de los partidos tradicionales que nosotros criticamos. Las prácticas definen a las fuerzas políticas.

—¿Y con qué estrategia esa confederación abordaría lo que tiene que ver con el gobierno nacional?

—Con una estrategia que, en primer lugar, sea autónoma. El bipartidismo es responsable de las situaciones de crisis que hemos vivido en los últimos años. Siempre se las arreglan para que surja un candidato que promete hacer las cosas diferentes de lo que hizo el candidato de su mismo partido que nos llevó a la debacle. Ser autónomos de las dos fuerzas políticas principales es fundamental. En segundo lugar queremos hacer un aporte constructivo a través de ideas. En la lucha política, parlamentaria y social, el objetivo que tenemos no es dañar a un gobierno sino superarlo con propuestas. Frente a cada crítica que hagamos de una política determinada del gobierno, sentimos la obligación de hacer una propuesta mejor. Ese es un desafío: es mucho más fácil, hoy, descalificar al adversario, insultarlo, agredirlo, porque eso releva de argumentar. Nosotros queremos tomarnos el trabajo de argumentar, de explicitar cuál es la propuesta alternativa, de decir por qué no estamos de acuerdo con el gobierno, porque de esa manera se enriquece el debate político. La agresión constante hace que la ciudadanía descrea de la dirigencia política y de la política como la actividad que puede mejorar las cosas. Son retrocesos muy grandes, de los que cuesta volver.

—¿Considera que el kirchnerismo es un ciclo terminado?

—Creemos que está dando signos de agotamiento. Ahora, tienen que cumplir con el mandato que les dio la población. Y nosotros queremos ayudar a que puedan gobernar bien. No queremos empujarlos a que tomen malas decisiones ni queremos debilitarlos de manera tal que se tengan que sentar a discutir con los grupos económicos a ver cómo se compone la agenda política. Lo que queremos es avanzar del kirchnerismo hacia adelante y no del kirchnerismo para atrás.

—Usted critica el bipartidismo, pero en la provincia uno de los actores centrales del Frente Progresista es la UCR. ¿Cómo se explica su apoyo?

—En realidad, el liderazgo del Frente Progresista en Santa Fe lo ejerce el Partido Socialista, no lo ejerce el radicalismo. El radicalismo compone la fuerza, pero queda claro que la centralidad en las decisiones la tiene el socialismo, el gobernador (Hermes) Binner y Miguel Lifschitz en Rosario. Es diferente que ir detrás de uno de los partidos del bipartidismo, en este caso el radicalismo, que tiene una lógica distinta de la lógica que nosotros queremos tener.

—Los socialistas hablan de construir, a nivel nacional, un frente similar al que hoy gobierna la provincia, que incluya al radicalismo. ¿Ustedes integrarían un frente de esas características?

—Nosotros, en principio, no quisiéramos integrarnos detrás de fuerzas del bipartidismo: sea el radicalismo o el PJ en cualquiera de sus variantes, que son muchas. De todas formas, es algo que vamos a analizar. Tenemos voluntad de convergencia con el socialismo: tenemos buena relación, trabajamos juntos muchos temas en el Congreso y tenemos una mirada similar. Pero vamos a ser muy cuidadosos cuando decidamos cómo vamos a ir a las elecciones de 2011. No tenemos ninguna duda: tarde o temprano vamos a lograr una convergencia mucho más fuerte con el Partido Socialista, con el GEN y con otras fuerzas.

—¿Qué pasó con el ARI?

—El ARI traicionó sus promesas fundacionales. Se pasó de hacer campaña con mucho sacrificio en un auto viejo a aviones privados que no se sabe quién paga, de plantear la intransigencia en la experiencia electoral a juntarse con expresiones de lo más retrógrado: con los Juárez en Santiago del Estero, con Brizuela del Moral en Catamarca, con Rozas en el Chaco. Y además quedó obturada la posibilidad de tomar decisiones en conjunto: había decisiones que tomaban unos pocos. Los demás, o las obedecían o se iban. Como nosotros no obedecemos decisiones que nos parecen erradas, nos fuimos.

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