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Teatro

Viaje mágico con destino ineludible

El sábado a las 22 y el domingo a la 20, en Empleados de Comercio, los magos-actores Marcelo Goobar, Pablo Kusnetzoff y Emanuel Zaldua protagonizan “El centésimo mono”, bajo la dirección de Osqui Guzmán.


Con las actuaciones de las magos-actores Marcelo Goobar, Pablo Kusnetzoff y Emanuel Zaldua, la obra teatral El centésimo mono, bajo la dirección de Osqui Guzmán, regresará este sábado a las 22 y el domingo a las 20 al Teatro Empleados de Comercio (Corrientes 450).

Un mago está siendo operado (en realidad, tres); se trata de una operación compleja en la que corre riesgo su vida. Todo lo que seguirá será el producto de la imaginación de los magos en estado de ensoñación profunda, en momentos en los cuales la anestesia esté haciendo su plácido y perturbador efecto. “Las personas le temen a la magia por lo mismo que le temen a la muerte”. La frase se convierte desde el comienzo del espectáculo en una especie de manifiesto y revelación a instancias de una propuesta que, valiéndose del talento de los tres artistas en escena, transita por una serie de situaciones que abrevan en lo absurdo para conseguir un objetivo: que aquel magnetismo que los actos de magia parecen haber perdido para el espectador vuelva a escena con una contundencia reveladora, gracias a las apelaciones poéticas que, sabiamente desde la dirección, Osqui Guzmán consigue potenciar.

Así, como escapados de un cuento de otro tiempo, los magos desandarán sus rutinas entre la pesadumbre de la cotidianidad y la incongruencia de un universo atestado de pequeños objetos, cuya grandeza está siempre en asegurar el éxito del acto en cuestión. Incluso, por momentos, la propuesta, austera pero con los elementos necesarios como para lograr sus objetivos, se vuelve rotundamente existencialista hasta que lo “real” golpea a la puerta, y esa vieja pesadilla sufrida en la habitación de un hotel mientras esperan asombrar a los invitados de un cumpleaños se vuelve recurrente.

A través de una lógica teatral que no reniega de lo banal sino que, por el contrario, lo revitaliza, El centésimo mono atraviesa una serie de momentos que juegan con el humor y se vuelven una invitación ineludible a abrir la cabeza y el corazón a un mundo que además está vinculado con la niñez, con cierta inocencia quizás perdida.

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