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Reflexiones

BCRA, con dura agenda para llegar a fin de año

La gran expansión de pesos que hay por delante junto con la caída de las reservas complican a Fábrega, titular del BCRA.


Aunque la presidenta dijo la semana pasada que “la Argentina seguirá andando” a pesar del default, el camino se volvió mucho más empinado y luce cada vez con mayores obstáculos. La tarea más ardua le toca, como quedó comprobado en los últimos días, a Juan Carlos Fábrega. El escenario de una gran expansión de pesos que hay por delante, junto con una caída de reservas ante la imposibilidad de acceder a financiamiento internacional, complican y mucho los planes del titular del BCRA.

La reducción de tasa de interés que decidió el Central en la última licitación de Lebac cayó por sorpresa en el mercado, pero impacta más el mensaje de flexibilidad que transmite que los efectos reales que tiene en el mercado. La repuesta del mercado llegó muy rápido: el blue volvió a pegar un salto, alcanzando los anteriores máximos históricos de enero, registrándose también incrementos en el nivel del dólar “Bolsa” y el “contado con liqui”. Ambos reflejan la mayor demanda de cobertura por parte del sector privado.

La medida, que buena parte de los economistas consideraron “inentendible”, puede tener una justificación práctica: ante la baja de tasas de plazos fijos que llevaron adelante los bancos –tal como lo refleja la tasa Badlar– se había vuelto muy buen negocio colocar sin riesgo en las Lebac del Central a casi el 27 por ciento anual, mientras se captaban fondos al 20 o al 21 por ciento. Semejante brecha resulta, además, un desincentivo para colocarles a individuos o empresas, asumiendo riesgos en un momento de caída de la actividad. Claro que, en medio de la recesión, impulsar una reducción de tasas tendría un efecto apenas o directamente nulo en la demanda crediticia.

La baja de tasas se objeta, en realidad, por la oportunidad en que se decidió. Con toda la incertidumbre generada por el default, y con el riesgo de que esta situación por sí sola generara incertidumbre cambiaria, la medida echó un poco más de nafta al fuego. Quedó en evidencia que Axel Kicillof ganó más protagonismo en el Central, imponiendo sus históricas posturas a favor de mantener las tasas en los más bajos posibles. “Cuando Mercedes Marcó del Pont presidía el BCRA, Kicillof –que entonces era representante de Economía en la entidad– la volvió loca porque una vez subió un punto la tasa de Lebac. Y ahora no va a parar”, recordaban funcionarios.

Acorde con esta reducción de tasas de interés, el Central también bajó al mínimo la absorción de pesos del mercado. “En las dos últimas licitaciones retiró 500 millones de pesos por semana en promedio. En las anteriores cuatro había sacado del mercado unos 4.000 millones de pesos semanales, la diferencia es sideral”, señaló otro economista que pasó por el Central. Este cambio de sesgo hacia una política más expansiva va en línea con el mensaje de Cristina de Kirchner de la semana pasada, cuando resaltó, que “si el sector privado no pone la plata, lo tenemos que hacer nosotros”, en referencia al gobierno.

Pero además el BCRA tiene otros temas en su agenda con los que deberá lidiar en las próximas semanas:

Aumento de la presión cambiaria. Si persiste la suba del blue y de los otros mecanismos dolarizadores, Fábrega podría determinar una nueva reducción en la exposición que tienen los bancos en activos dolarizados para obligarlos a vender. Si es así, deberían desprenderse de bonos en dólares y de contratos a futuro en moneda extranjera. También la Ansés podría salir a intervenir con venta de bonos en dólares, como Boden 2015 y Bonar X. “Estos títulos que había vendido el año pasado fueron recomprados, por lo que el poder de fuego es todavía significativo”, explicaron en el mercado porteño.

Más demanda de reservas: sin acceso al financiamiento internacional, la única fuente para conseguir dólares pasó a ser el BCRA. Pero Fábrega ya dejó en claro que la prioridad es el pago de deuda y de la factura energética. El resto de los importadores deberá esperar, como le sucede especialmente a la industria automotriz, que acumula una “deuda flotante” de 2.000 millones de pesos. El giro de dividendos, por ejemplo, que había subido en el primer semestre, quedará reducido a la mínima expresión.

Emisión récord por delante: el BCRA ya giró 43.000 millones de pesos para financiar al Tesoro en lo que va del año, vía adelantos transitorios. Cálculos conservadores estiman que deberá volcar otros 100.000 millones de pesos como mínimo para fin de año. Aún no está claro qué porcentaje de ese dinero buscará absorber y cuánto quedará en el mercado, con el riesgo de una mayor inflación y presión sobre el dólar. Pero además la entidad habrá agotado el límite de emisión excepcional previsto en el último cambio de la Carta Orgánica. ¿Qué inventarán para saltear ese obstáculo? Lo más probable es que se pida un adelanto de Ganancias de 2014.

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