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Se entregó el dueño de Ezeiza

El Toro Gutiérrez, dueño del bar donde asesinaron a Roberto Camino, se presentó en Tribunales y quedó detenido por orden del juez de Instrucción Javier Beltramone, quien lo indagará en la mañana de hoy.

Por: Ana Laura Piccolo

Finalmente, el Toro Gutiérrez cumplió con su promesa y en la noche del lunes se presentó en el Juzgado de Instrucción 9ª, que investiga el crimen de Roberto Pimpi Camino, cometido en la madrugada del 19 de marzo pasado en la puerta de un bar de la zona oeste. El Toro quedó tras las rejas bajo la imputación de “encubrimiento agravado y/o partícipe necesario” y en la mañana de hoy está previsto que el juez Javier Beltramone le tome declaración. Con su arresto no quedan personas con pedido de captura, aunque hasta el momento no se sabe quién fue el autor del ataque contra el ex líder de la barrabrava rojinegra.

Orlando David Gutiérrez es copropietario del bar Ezeiza, ubicado en Servando Bajo 1484 junto al ex policía Raúl Barrionuevo, quien está preso desde la semana pasada, al igual que la esposa de Toro. Ahora los tres quedaron detenidos bajo la misma imputación, aunque voceros del caso deslizaron que es probable que en las próximas horas la mujer pueda recuperar la libertad.

Hasta el momento, todas las personas imputadas en la causa estuvieron presentes en el local nocturno la noche del crimen, entre ellas Alejandro Urquiza, un policía conocido como Angelito Negro que participó hace un año de la detención de Camino en el barrio porteño de Once, quien pertenece al círculo de confianza del actual jefe de la Policía de Santa Fe, Daniel Toledo. Urquiza quedó imputado de “encubrimiento agravado” pero recuperó la libertad luego de explicarle al juez que su presencia en el reducto nocturno se debía a trabajos de “inteligencia”, confiaron fuentes del caso.

Dos amigas que presenciaron el momento de los disparos, Natalia y Florencia, quedaron implicadas en la investigación por encubrimiento, la misma figura que pesa sobre Adrián Gordo Apio, quien recuperó la libertad el viernes, un día después de entregarse a la Justicia. Fue este hombre, quien también pasó algunas horas prófugo y decidió hablar con la prensa antes que con el juez, quien involucró como sospechoso a un tal Japo, que ya declaró. Aunque voceros de la pesquisa mencionaron que la declaración indagatoria del Gordo Apio “está plagada de contradicciones”.

Entre las personas que desfilaron por el juzgado de Beltramone pasó también este hombre apodado Japo, quien se presentó espontáneamente en el tribunal luego de que su nombre fuera mencionado por una de las personas demoradas en uno de los allanamientos realizados en Granadero Baigorria.

Según la versión que circuló en los pasillos de Tribunales, Japo le debía una importante suma de dinero a Pimpi, cuyo origen estaba relacionado con la venta de drogas, y había mantenido una discusión de tono elevado con el ex líder de la barra brava dos días antes de su asesinato.

Sin embargo, la versión no resultó del todo convincente para el juez, quien todavía no descarta ninguna hipótesis sobre el móvil del crimen pero que utilizó el aporte de este “hombre de confianza” de Camino para intentar reconstruir sus últimos días.

Los últimos días de la víctima

En ese sentido, trascendió que el miércoles 17 de marzo –dos días antes del homicidio– Pimpi visitó la casa de Japo y lo invitó a ir “de caravana” a la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Al parecer, el ex barra se sentía muy perseguido y había consumido bastantes estupefacientes, situación que provocó la negativa de su amigo, que no lo acompañó a la vecina ciudad, donde Pimpi estuvo hasta las seis del jueves. Luego volvió a la casa en la que estaba parando en Granadero Baigorria a descansar y por la tarde pasó por “Drogas Peligrosas” de Rosario porque aseguraba que lo seguían varios autos de esa dependencia, según dijo un allegado.

Los tres días de “caravana” de Pimpi, cuyo estado de salud era deplorable –según se constató en la necropsia–, terminaron en el bar Ezeiza pasada la medianoche del jueves. Cinco horas más tarde, una andanada de disparos terminó con la vida y las correrías de Camino, quien salió del bar a la puerta y fue ejecutado por un sicario.

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