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Aprender sobre experiencias

Un grupo de coordinadores enseña a chicos del barrio 7 de Septiembre a mejorar su calidad de vida por medio de sus experiencias. Así, entre los amigos, aprenden el valor del compromiso y la honestidad.

En el barrio 7 de Septiembre un grupo de adultos trabaja con los más chicos en la enseñanza y la defensa de sus derechos. El equipo, conformado por estudiantes, trabajadores sociales y vecinos, surge desde la idea del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, creado en 1975 (ver aparte). Desde la entraña del barrio construyen con esfuerzo y, ladrillo a ladrillo, la casa que será un centro de día, y donde, en tan sólo unos meses, podrán retomar las actividades que tuvieron lugar hasta el año pasado. “Aquí se les muestra a los chicos que hay una vida mejor de la que les presentan las miserias del barrio y que ellos tienen derecho a disfrutarla”, comentaron los coordinadores.

Verónica Serra, Germán Sozzi, Rosario Oroquieta y Oscar Lupori aportan a diario su grano de arena en el trato con los chicos del barrio. Los dos primeros revelan la fuerza de su juventud dentro del trabajo social, los otros dos la experiencia de llevar décadas en el barrio donde crecen los chicos que hoy aprenden sobre sexualidad, seguridad, amistad, compromiso y trabajo en equipo.

—¿En qué consiste el trabajo que realizan con los chicos del barrio?

—(Lupori) Acá se trabaja con los chicos desde 1993. Primero en la escuela Puig, luego en los espacios que nos permitían usar en el barrio, pero siempre con el objetivo de enseñarles a los chicos a jugar, a conocer sus derechos, a conocer su cuerpo y cómo se puede cuidarlo, a aprender de todo un poco. Así no están en la calle y también conocen a nuevos amigos. Es un trabajo muy duro, lento, pero que a lo largo muestra muy buenos resultados.

—(Sozzi) Entre las actividades que les ofrecemos están los talleres de deportes, hay talleres de teatro, murga, plástica, bisutería, lectura de cuentos y desde el año pasado estuvimos trabajando también los sábados en la escuela y terminábamos la tarde con una merienda entre todos. Era una ocasión más para compartir un buen rato.

—La realidad del barrio parece ser muy cruda; ¿se trabaja también con la asistencia de psicólogos para algún caso que lo necesite?

—(Serra) Muchos de los que trabajamos en el grupo somos o estudiamos para recibirnos de trabajadores sociales. Claro que si en el medio del trato con los chicos vemos que está atravesando una situación particular, y este barrio no escapa de ello, buscamos ayuda psicológica. De todas formas estamos trabajando con la gente del Área de la Niñez, que nos capacita también sobre los distintos tipos de situaciones críticas en la ciudad y para que estemos preparados por si encontramos algún caso en nuestro barrio.

—¿Cuál es la respuesta de los jóvenes?

—(Lupori) Son niños, niñas y adolescentes de un barrio obrero, en el cual la mayoría de las familias se sostienen por changas, que apenas reciben de ayuda un subsidio municipal, entonces no es raro que los chicos crezcan en medio de tanto resentimiento de los mayores. La realidad de este barrio es muy compleja, por eso mismo tratamos de trabajar con los chicos y enseñarles otros valores, que sepan que hay una vida digna y que ellos tienen derecho a vivirla. El nivel de choreo es muy importante, y en medio de tantas irregularidades es difícil pedirles a los chicos que se mantengan al margen de tantas mentiras y estafas. Pero de a poco lo vamos a lograr.

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