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“La muchacha que limpia” las escenas de todos los crímenes

Adaptación de una serie argentina, la producción mexicana, con eje en la desigualdad social y la violencia de género, muestra a una mujer que hace la limpieza en la casa de una familia rica y necesita dinero para la cura de la enfermedad de su hijo. Por ello no podrá rechazar limpiezas especiales


Especial para El Ciudadano

Esta nueva producción mexicana difundida por HBO es una  versión de la serie argentina La chica que limpia, dirigida por Lucas Combina y estrenada en 2017 (fue reestrenada este año en la TV pública, y está disponible en la plataforma cine. ar). El éxito obtenido por la serie original dio como resultado tanto esta remake como otra a realizarse también este año en Estados Unidos a cargo de Miranda Kwok.

Este fenómeno no es nuevo, por ejemplo, la serie escandinava El puente, de 2011, dio lugar a dos versiones, una europea y una norteamericana. En cada una de ellas el tema eje (un crimen cometido en un puente que actúa como frontera entre dos países) era adaptado a las situaciones políticas de cada zona (Suecia–Dinamarca, Estados Unidos–México, Reino Unido–Francia).

Asimismo, en estas reversiones de la argentina La chica que limpia, los nuevos relatos se anclarán en situaciones situadas localmente, como, en este caso, el femicidio y la impunidad en México.

El motor de la intriga es atractivo. Rosa es una madre soltera de clase baja al cuidado de su hijo enfermo. El niño sufre una seria afección inmunológica que obliga a Rosa a extremar los cuidados en la higiene cotidiana (cuidados muy parecidos a  los conocidos protocolos del covid: barbijo, alcohol constante para las manos, cuidado extremo en las entradas y salidas de objetos y personas en el hogar, etc).

Rosa, para reunir el enorme monto de dinero requerido para la operación de su hijo, sostiene dificultosamente dos empleos. Uno en una empresa de productos químicos de limpieza, y otro al servicio de una familia adinerada. Todo esto hace que la protagonista haga gala de una suerte de experticia en las labores de higiene y limpieza, factor desencadenante de la trama policial en la que se verá involucrada.

Por ciertas contingencias y azares, Rosa quedará peligrosamente atada a una cadena de asesinatos en la cual cumplirá la escabrosa función de limpiar la escena del crimen para borrar todo rastro.

Desigualdad social, machismo y violencia de género

La familia de clase alta para la que trabaja Rosa está a cargo de una importante agencia de modelos (dirigida por la “señora” de la casa) y de una empresa familiar relacionada con turbios negocios de minería, dirigida por el “señor”. Tal combinación encubre actividades como la trata y brutales asesinatos de mujeres jóvenes atraídas por el modelaje.

Todo llevado adelante con absoluta impunidad. En uno de los crímenes cometido en una fiesta celebrada en la finca familiar, Rosa será requerida para limpiar la escena del crimen, y allí quedará fatalmente pegada a esa labor, en la que atisba la posibilidad de finalmente reunir el dinero necesario para sanar a su hijo.

Semejante escenario resulta propicio para desplegar, en medio de la intriga policial, todo un entramado de conflictos. La desigualdad social, el machismo y la violencia de género, el femicidio omnipresente, la corrupción política, y, sobre todo, la impunidad de los poderosos relacionada con todas esas actividades criminales.

Y todo eso, claro, está aquí desplegado y remarcado en torno a la figura fundamental de Rosa, que se mantiene intacta, con su porte circunspecto y a veces inaccesible, en medio del declive en el que se ve arrastrada sin resignar su objetivo ni su dignidad.

La protagonista: pivote fundamental de la serie

Es cierto que la severa figura de Rosa y la intriga general resultan atrapantes; también que las problemáticas desplegadas iluminan con corrección aspectos del presente, incluso que ciertos momentos (la limpieza de las escenas del crimen, sobre todo) están resueltos de modo eficaz, pero también es cierto que La muchacha que limpia no logra delinear a sus personajes para darles la profundidad requerida y que allí el relato tambalea entre lugares comunes extenuantes y decisiones un tanto arbitrarias.

La mayoría de los personajes que circundan a Rosa no escapan a un reduccionismo algo primario que remite a lo más llano de una TV latinoamericana ya agotada en sus modelos telenovelescos antiguos. La mayoría de las situaciones son esquemáticas, y el humor ostenta un anacronismo algo molesto.

Así, La muchacha que limpia avanza en sus ocho capítulos con cierta dificultad, trastabillando permanentemente y amenazando con terminar de derrumbarse definitivamente. Pero de todas formas, a pesar de tanto escollo, lo cierto es que logra sostenerse  con cierta solvencia en la interpretación de Damayanti Quintanar, el pivote fundamental de la serie que con su abnegada Rosa hace malabares para sostener el interés dramático del relato.

Es una pena que esta versión no haya logrado llegar a lo que planteaba en relación al abordaje de temas cruciales sobre la base de aquella atrapante intriga. Sin embargo, hay que decir que extrañamente funciona. Pero en ese punto, ante esta afirmación, habría que pensar si esto se debe realmente a un mérito verdadero de la serie, o a que, ente el flagrante declive de la calidad de las series actuales, comenzamos a conformarnos con poco.

 

La muchacha que limpia / HBO / 1era. Temporada

Creador: Daniel Posada

Intérpretes: Damayanti Quintanar, Ana Layevska, Raquel Robles, Gustavo Sánchez Parra

 

 

 

 

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