Opinión

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50 años del golpe de Estado en Chile 1973 – 2023

La Asociación Cultural de Residentes Chilenos en Rosario, invita a conmemorar, con un conversatorio, un número musical y una exposición de afiches de la época del gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular


A 50 años del golpe cívico militar en Chile, la Asociación Cultural de Residentes Chilenos de la ciudad de Rosario conmemora la tragedia que significó el golpe de estado en Chile.

A 50 años del golpe en Chile y a 40 del retorno a la democracia en Argentina y 200 de la Doctrina Monroe, fundamento de la injerencia política y las intervenciones militares norteamericanas, la Asociación Cultural de Residentes Chilenos en Rosario, invita a conmemorar, con un conversatorio, un número musical y una exposición de afiches de la época del gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular.

El evento tendrá lugar en el Espacio Cultural Universitario de la UNR, ubicado en calle San Martín (peatonal) 750 el miércoles 6 de septiembre a las 18.30 horas.

Este año nos convoca a plantar un hito en el proceso de construcción de memoria, para no olvidar que esa violenta interrupción, de una tradición democrática, provocó la sustitución del Estado de Derecho por el Terrorismo Sistemático de Estado, que se tradujo en miles de ejecutados políticos y en esa figura, hasta entonces impensable, la desaparición forzada de personas y, asimismo, en todo tipo de violaciones a los DDHH para imponer el miedo que permita arrebatar las conquistas sociales alcanzadas en años de lucha del movimiento obrero y popular. Luchas que tuvieron su cenit a partir de la victoria electoral de ese amplio frente político que fue la Unidad Popular, que a través de la aplicación de políticas de estado profundamente transformadoras, desarrolló y cumplió un programa de características emancipatorias y revolucionarias, durante los mil días que siguieron al 4 de noviembre de 1970, fecha de asunción como presidente del compañero Salvador Allende.

El levantamiento militar del 11 de septiembre de 1973, fue la culminación de un proceso escalonado y ascendente que tenía dos objetivos estratégicos:
1° Uno evidente, derrocar al gobierno popular y revolucionario encabezado por el compañero presidente Salvador Allende, para evitar que la experiencia inédita de la transición al socialismo, por una vía no armada y enmarcada en las propias reglas de la
democracia y el Estado, se expandiera a la región y trascendiera también, a otros países que tenían importantes partidos comunistas y socialistas, con gran arraigo e inserción en la clase obrera y, por eso mismo, la capacidad de conducir al movimiento social y popular a
seguir un camino parecido e inspirado en el experimento chileno.

2° El otro objetivo estratégico, encubierto y complementario al primero, era introducir un modelo de acumulación capitalista, que sustituyera al impulsado y realizado por el Estado de Bienestar que, había a su vez, reemplazado al capitalismo primordial, colapsado en la
crisis de 1929 a 1933. El Estado de Bienestar es una respuesta a un contexto dado por dos guerras mundiales, un período de entre guerras, otro de postguerra y la irrupción de una nueva formación económico social, basada en la propiedad colectiva de los medios de producción, plasmada y representada en el Estado Soviético y ampliada más tarde por lo que se conoció como Campo Socialista, que incluía varios estados de Europa Central, China y Cuba.

Ese propósito subyacente de introducir el Estado Neoliberal, usando a Chile como laboratorio de esa nefasta economía política, podía realizarse solamente avasallando al movimiento popular y sometiendo por el miedo y la fuerza desproporcionada al conjunto de
la sociedad.

 

El plan de disposición de las fuerza incluía tres elementos:

1) Resistencia civil, comprendía:
Por una parte, el poder mediático difundiendo noticias falsas – lo que hoy conocemos como posverdad y fake news – discursos de odio e invisibilización de las obras y políticas de Estado que favorecían el incremento de los ingresos de los trabajadores y el desarrollo social.

Para estos efectos contaban con la poderosa firma que editaba el Mercurio y otros diarios de la misma cadena, a los que se sumaban otros periódicos de empresas de menor dimensión; agreguemos una porción de los canales de TV y buena parte de las radiodifusoras.

También hay que considerar, en este punto, a los colegios de profesionales y los gremios patronales haciendo paros y movilizaciones, y a los los grupos terroristas de ultraderecha, realizando atentados contra torres eléctricas de alta tensión, vías férreas, puentes, oleoductos y gasoductos para completar el abanico civil del complot.

2) Resistencia Institucional:
Se ejecutó principalmente a través del Poder Legislativo, obstruyendo leyes, acusando constitucionalmente a ministros y destituyéndolos para mostrar a la ciudadanía una situación de ingobernabilidad y, a la vez, las protestas callejeras y una influencia hacia los militares, desgastando ante ellos la imagen del gobierno. Y también aislando a sus sectores constitucionalistas y democráticos a fin de que, ante ese cuadro de caos institucional, las Fuerzas armadas (FFAA) decidieran por romper la doctrina de prescindencia institucional que había, por largos años, caracterizando su quehacer y su conducta.

Como corolario aparece el último elemento:

3) La resistencia militar:
Convencidas las FFAA de la necesidad de su intervención, el plan de disposición de fuerzas está completo. Además hay otro factor que juega en este diseño: la Doctrina de la Seguridad Nacional, el componente ideológico introducido por EEUU, para controlar y poner al servicio de sus políticas neocoloniales y hegemónicas, a la mayor parte de las FFAA latinoamericanas.

Por todo lo expuesto, consideramos que el accionar sedicioso no comenzó en el año 1973, sino poco después del día 4 de septiembre de 1970, cuando Salvador Allende y la Unidad Popular ganan la elección presidencial; dado que ningún candidato obtuvo mayoría absoluta, de acuerdo a lo dispuesto por la Constitución en ese entonces vigente, el Congreso Pleno debía elegir entre los dos candidatos con más sufragios; nuestro compañero Salvador Allende y el liberal Jorge Aĺessandri. El voto de los parlamentarios demócratas cristianos, definía la situación, tras múltiples negociaciones y algunos condicionamientos que, más tarde, nos jugarían en contra, la Democracia Cristiana comprometió su apoyo a Salvador Allende, sin embargo, dos días antes de la sesión del Congreso, un comando de ultraderecha asesina al Comandante en Jefe del Ejército General René Schneider Chereau, con el propósito de que el crimen fuera achacado a la izquierda y así torcer la decisión del parlamento, pero la rápida y eficiente investigación de la Policía Civil, permitió detener a los hechores y Allende fue electo el día 24 de octubre de 1970 por 153 votos a favor, 35 en contra y 7 en blanco.

El único compañero presidente que tuvo Chile, asume el cargo el día 4 de noviembre. El pueblo entraba al Palacio de la Moneda y EEUU iniciaba las acciones para expulsarlo de el.

Una a una se fueron concretando las medidas programáticas:
El 4 de enero de 1971 se instituye el medio litro de leche diario para todos los niños
chilenos. Ya el 30 de diciembre, se había anunciado la estatización y nacionalización de la banca y el 6 de enero ya estaba oficializada.

El 12 de febrero de 1971 el gobierno de la Unidad Popular compró el 40% de los activos de la Editorial Zig-Zag y creó la Empresa Editora Nacional Quimantú Ltda. En mayo del mismo año se estatiza el complejo industrial y textil Sumar y en abril de 1972 se agrega la empresa Yarur, que pasa a denominarse Manufacturas Chilenas de Algodón SA. Las áreas mixtas y sociales de la economía comienzan a ser una realidad.

El 11 de julio de 1971 el congreso aprueba, de manera unánime, la nacionalización de la gran minería del cobre y se crea la Corporación Nacional del Cobre.

Se profundizó el proceso de reforma agraria expropiando 4400 predios con características de latifundio que, en conjunto suman 6,4 millones de hectáreas; a la fecha del golpe de estado en Chile, el viejo orden terrateniente estaba terminado. Más tarde, en el marco del
Estado Neoliberal, la dictadura entregó esas tierras a empresarios y grupos económicos capitalistas, que modernizaron las relaciones de producción, transformando a los campesinos en obreros agrícolas.

Como se puede observar, los cambios realizados por el gobierno de la Unidad Popular (UP) en los años 1972 y 1973, tienden a desacelerarse producto del boicot institucional, la escalada terrorista, los paros patronales, principalmente el de los camioneros y, por supuesto, el cerco económico, por medio de trabas y sanciones impuesto por el imperialismo yanky.

“Trabajo de tiempo completo: los mejores hombres que tenemos”, “Hacer que la economía grite”, fueron las primeras consignas de Nixon. Estados Unidos organizó, financió (tan solo la empresa El Mercurio recibió 1,675 millones de dólares) y dirigió el golpe de estado. Post golpe organizó y condujo el Plan Cóndor, que se inicia con una reunión fundacional de servicios de inteligencia de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, en Santiago de Chile, el día 25 de noviembre de 1975.

De tantos horrores y dolores queda el legado de una revolución inconclusa, pero no cancelada y la épica de un presidente que: Puesto en un tránsito histórico, pagó con su vida la lealtad del pueblo.

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