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2001-2011, una década de la cima al ostracismo

Por Federico Cánepa.- La reciente eliminación del seleccionado de Batista en cuartos de final de la Copa América organizada en Argentina, no hacen más que reflejar la cruda realidad de un barco a la deriva que hace tan sólo diez años de la mano de Bielsa supo estar en lo más alto de la consideración mundial. Juveniles, el mismo reflejo La selección, un escaparate


Hace casi una década (el 15 de agosto de 2001 para ser preciso), la selección argentina conducida por Marcelo Bielsa derrotaba en Quito a Ecuador por 2 a 0, con goles de Verón y Crespo para lograr así cuatro fechas antes la clasificación para el Mundial Korea-Japón 2002. Eran días de bonanzas y todo el mundo futbolístico proclamaba a aquella selección como la mejor de todas.

El ranking de la Fifa así lo reflejaba y el número uno del planeta fútbol le correspondía a Argentina, con total legitimidad. Desde allí hasta la fecha, la degradación ha sido tanta y tan grande que el listado lo encuentra en el décimo lugar y a punto de caerse del top-ten, superado ampliamente por Uruguay.

Para esta realidad muchas cosas han pasado, mucho ha cambiado en la cúpula mayor y juvenil de los seleccionados nacionales. Porque esta actualidad, no sólo abarca al ahora ex equipo de Batista, sino que los menores se pasean por sudamericanos y mundiales despilfarrando gratuitamente el prestigio logrado por Pekerman-Tocalli y cia.


Pero mejor volver al punto de partida. Por aquel 2001, el seleccionado arrasaba en las eliminatorias sudamericanas y ponía de rodillas a la mismísima Italia en el Olímpico de Roma, venciéndola por primera vez en la historia en tierras tanas. Nadie dudaba que aquel conjunto que tenía una clara idea de juego protagonista en cualquier cancha fuera el mejor del mundo por entonces. Así llegó, catalogada y elegida por el planeta fútbol como candidata al mundial Korea-Japón 2002. Pero el mal paso por oriente y la eliminación en primera ronda (sin analizar matices al respecto y quedarse solamente con el resultado) sería un gran karma para lo que vendría.

Quizás, obviamente sin saberlo, aquel lacerante 12 de junio de 2002 bien podría significarse como el primer paso hasta llegar a este triste presente del fútbol argentino.

Es que a partir de aquella eliminación, el establishment periodístico comenzó una persecución encarnizada para con la cabeza del seleccionado. Así, todos aquellos que nunca pudieron atacar a Bielsa por no ceder ante sus presiones de negocios, encontraron en el gran traspié sufrido en el Mundial el escenario que tanto desearon.

Pese a continuar al frente del seleccionado, las cosas para el rosarino fueron cada vez más cuesta arriba. Todo se cuestionaba y se ponía en tela de juicio. Claro que la formación de una nueva versión de equipo, con más juego y menos vértigo asociado a las características de jugadores que las integraban, apaciguaban algunos de los dardos porque había que rendirse ante los resultados. Campeón Preolímpico en Chile 2004, Campeón Olímpico Atenas 2004, Sub-campeón Copa América Perú 2004 y liderazgo tranquilo en las Eliminatorias Alemania 2006 marcaban a las pautas el trabajo que se estaba realizando.

Hasta que llegó aquel 15 de septiembre de 2004 en donde Marcelo Bielsa “se quedó sin energías” y dejó su puesto en el seleccionado ante la sorpresa de todos. Esa conferencia de prensa en donde el rosarino se despidió de su cargo, transitó diferentes caminos hasta que le pidieron un motivo de su paso al costado. Fiel a su costumbre de no ventilar cosas privadas, adujo “falta de energías” que muchos entendieron escondía el real motivo.

Aún hoy no se conoce el porqué de aquella decisión, pero luego de algunos cortocircuitos que se habían empezado a producir en la última etapa y viendo al presente al que se llegó, no sería de extrañar que aquellas “falta de energías” hayan sido el maquillaje perfecto para no poner al descubierto por aquellos días lo que se vendría.

Así intentando seguir una línea asumió el cargo tras dejar su puesto de manager de selecciones a José Pekerman.

Pero todo aquello que marcaba un camino, poco a poco se fue desdibujando hasta llegar a la actualidad. Esas páginas que relucían con grandes titulares, hoy apenas son borradores todos tachados.

Con diferentes matices ambas selecciones, la de Bielsa y la de Pekerman, tenían un estilo definido. Se sabía a qué jugaban. Pese a ello, en ese trayecto algo ya había cambiado.

De un seleccionado como el de Bielsa pensado en torno a un sistema y un trabajo en equipo, con virtudes y defectos, mayores y menores matices, pero en equipo; se pasó a otro de Pekerman en donde ya todo empezó a girar en torno a un jugador, Juan Román Riquelme. Y eso tiene sus pro y contra, algo que se vio y pasó en aquel Mundial Alemania 2006.

Pero tras eso, todo fue para peor. Ya definitivamente se cambió el rumbo para entrar en una pendiente que aún no ha encontrado final. Para evitar el arribo de Carlos Bianchi se le volvió a dar una nueva oportunidad a Alfio Basile y así pareció empezar el retroceso futbolístico.

Pese a una buena Copa América 2007 en Venezuela, la paliza táctica de Brasil en la final encendió una alerta de que algo mal se estaba haciendo. Pero nada se cambió, el equipo siguió sin un camino delineado y terminó de la peor manera. A mitad de las Eliminatorias para Sudáfrica 2010, Basile presentó la renuncia y dejó el banco de la selección.

Así, Bilardo y Grondona volvieron a armar una movida para acallar los pedidos por Carlos Bianchi y llevaron al puesto a Diego Maradona. Llegaba la estrella máxima de la “Generación del 86”. Pero lo extraordinario jugador que fue, no se trasladó al banco de suplentes. Y tras un cierre de clasificatorias traumático, en donde a punto se estuvo de no acceder directamente al Mundial, la paliza recibida ante Alemania destrozó una vez más los sueños de volver a un lugar que claramente ya no nos pertenece.

Con la eliminación, Diego se fue y llegó Batista. Primero de manera interina, luego con la ratificación en el puesto. Pero las idas y vueltas y las contradicciones en dichos y hechos fueron permanentes y empezaron a minar el crédito acotado que el Checho tuvo en su llegada al puesto.

La frustrante Copa América desembocó en un nuevo maremoto en torno al seleccionado. Con un manejo tan desprolijo como inapropiado se terminó con la rescisión de contrato y otra vez el banco acéfalo.

Todo aquello que había marcado una conducta tras la restructuración de las selecciones con la llegada de Menotti y que había llevado a tener cinco técnicos (el propio Menotti, Bilardo, Basile, Pasarella y Bielsa) en treinta años (1974-2004) quedó borrado y se volvió a la era previa. Desde la ida del “Loco”, en siete años pasaron por el banco Pekerman, otra vez Basile, Maradona, Batista y el que vendrá.

Por esto esta claro que si no hay un cambio de fondo, una transformación de base que permita retornar a los caminos de antaño en donde la selección no sea tratada como una pertenencia de unos pocos y manejada como un grupo de liga intercountries difícilmente se pueda retomar los primeros lugares.

Y así sea Alejandro Sabella (el gran candidato), Pep Guardiola o José Mourinho, ni un el mago David Copperfield podrá volver a poner a la selección en aquella cima mundial que hace tan sólo una década supo ocupar y que los desaciertos y desacuerdos han llevado al actual ostracismo.

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