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“Pusimos rejas y boyero eléctrico pero no alcanzó”

Una de las víctimas dijo que los asaltantes, que vestían ropas policiales, se llevaron pesos, dólares y alhajas.

“Nos sacaron la tranquilidad. Pusimos rejas, boyero eléctrico pero no alcanzó”, con esa declaración María empezó a contar la pesadilla que vivió anteayer a la mañana junto a su familia dentro de su casa de bulevar Oroño al 2700. Tres hombres armados irrumpieron en la vivienda justo cuando su marido, de 76 años, abrió la puerta. Dos tenían armas y vestían ropas similares a la de la Policía, el tercero tenía una cuchilla. En menos de 10 minutos, le sacaron algunas alhajas, 500 pesos, 700 dólares y se fugaron. Del apuro, el trío olvidó un bolso con herramientas usadas en los atracos y balas de grueso calibre. La Policía investiga si estas personas tienen conexión con la “banda de uniformados”. Si se confirma la información éste asalto es el décimo cometido por gente vestida con ropas policiales.

El hecho ocurrió anteayer alrededor de las 9 cuando Luis G., de 76 años, dueño de una vivienda de bulevar Oroño al 2700, salía para llevar su camioneta al mecánico. En ese momento, un hombre robusto y alto lo sorprendió y lo amenazó con una cuchilla, mientras que otros dos aparecían detrás, con armas. Lo obligaron a volver a entrar al living, redujeron a su mujer, sus dos hijas, de 18 años y 2 años, y su sobrina –también de 18–, indicaron voceros del caso.

De acuerdo con fuentes de la investigación, juntaron un par de alhajas, dinero en efectivo, en pesos y dólares, y se fugaron del lugar. Dentro de la vivienda, los asaltantes olvidaron un bolso con un alicate, cinco balas calibre 11.25, unos lentes de sol, dos teléfonos celulares y cuatro rollos de alambre, prosiguieron los voceros.

La dueña de casa, María G., contó a El Ciudadano que para ella todo comenzó cerca de las 2 del domingo cuando escuchó un fogonazo. “Escuché como si explotara algo, pero no me di cuenta de nada y me fui a dormir. Ahora que me pongo a pensar, ese ruido fue cuando cortaron los cables del boyero que está sobre el tapial. Se quedaron toda la noche a la espera de que alguien salga”, reflexionó la propietaria de la vivienda. 

“Al otro día, eran cerca de las 9.15. Mi marido me pidió que le alcance una campera porque hacía frío y él tenía que salir. Vengo con la campera, él abrió la puerta y ahí siento que me dice «Gorda, nos vienen a apretar»“, señaló la mujer angustiada.

“Me asomo y lo veo que entra con un tipo enorme, parecía un oso, con una cuchilla en la mano. Lo empuja, atrás entran los otros. Después me enteré de que cuando lo sorprende el del cuchillo en la puerta de entrada, otro salió de abajo de la camioneta y el tercero estaba escondido detrás del árbol. Antes de que pase todo, yo no lo vi porque subí la persiana del living que da a la calle para ver cómo estaba el clima. Está enfrente del ficus y éste se ve que se escondió en un rincón” especificó la esposa de Luis.

“No sé qué se pensaron porque le decían a mi marido: «Dame la plata, no te hagas el boludo». Mientras le gritaban y nos insultaban. El de la cuchilla le hizo un corte en la mano, y lo empujó. Vi como mi esposo perdía estabilidad y se chocaba una silla. Cayó de espaldas. Cuando estaba en el piso, el tipo le puso un pie –con unos borcegos como de la Policía y ropa negra muy parecida a la de los uniformes– en la mejilla y le apretaba la cara contra el piso. Lo único que les dije fue que me dejaran agarrar la nena que tiene dos años y medio porque estaba solita parada en el medio del living. Cuando vio a estos tipos, mi hijita corrió detrás de un oso de peluche grande y se escondió ahí atrás. Nos seguían pidiendo plata pero no teníamos nada. Fue horrible”, agregó la señora entre lágrimas.

La mujer especificó también que en su huída los asaltantes se llevaron cerca de 500 pesos y 700 dólares pero lo que más lamenta es que dentro de la billetera de su marido estaban el carnet de conducir y su DNI. “La plata no importa pero la documentación y las llaves de casa son las cosas que más me preocupan”.

En tanto, la hija del matrimonio acotó: “Escuché los gritos y bajé junto con mi prima para ver qué pasaba. Cuando los vi empujé a uno y abracé a mi hermanita. Mi papá se quiso levantar para ayudarme porque uno se me vino encima, me agarró la cara y me dio una trompada. El otro le apretó más la cabeza”, recordó la adolescente.

Las víctimas señalaron que por el contenido del bolso que se olvidaron los asaltantes, pensaban quedarse más tiempo. Sin embargo, gracias a la ayuda de un chico que esperaba que pasara un colectivo de la M casi frente a la casa, la estadía de los ladrones no duró más de 10 minutos. El joven se dio cuenta de que algo raro pasaba, y avisó al Comando Radioeléctrico. “Un pibe vio todo, se subió a la M y le pidió al chofer que llame a la Policía. Justo unos instantes después pasó un móvil del Comando. Para mí había un cuarto integrante esperando afuera que les avisó que la Policía estaba en camino y se fueron”, reflexionó la mujer.

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