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¿Desde cuándo los jóvenes son un problema social?

Por Paulo Menotti.- La historiadora española Sandra Souto Kustrin reflexiona sobre un tema recurrente: la rebelión de los pibes. En Chile, España y el Reino Unido, grupos que tienen en común la edad son protagonistas de varios conflictos.

El primer ministro británico, James Cameron, declaró en estos días que hay que combatir el crimen refiriéndose a los jóvenes que provocaron disturbios en Inglaterra; el presidente español, Rodríguez Zapatero, decidió despejar varias veces las plazas ocupadas por los “indignados”, grupos de protesta compuesto por mayoría de jóvenes; una funcionaria del gobierno chileno de Sebastián Piñera afirmó que “muerta la perra se acaba la leva”, en triste referencia a una líder estudiantil. ¿Otra vez la juventud es un problema?, ¿nuevamente los jóvenes salen a escena?, ¿desde cuándo una franja que sólo tiene en común la edad preocupa tanto a la sociedad? A estas preguntas –que no parecen sencillas– se agrega otra, propia del mundo de los especialistas que intentan explicar la cuestión: ¿los conceptos jóvenes y juventud significan lo mismo? La historiadora ibérica Sandra Souto Kustrin, integrante del Centro de Ciencias Humanas y Sociales y del Instituto de Historia de Madrid, realizó sus estudios precisamente sobre los jóvenes en el periodo de entreguerras (1919-1939). Y en su paso por la ciudad, donde brindó una conferencia en la Universidad Nacional de Rosario, dio sus impresiones sobre el tema de “la juventud” en general, así como de sus conflictivas aristas actuales.

—¿Se puede hablar de una historia de la juventud o de los jóvenes?

—Se puede hablar más de los jóvenes que de la juventud porque este último concepto presenta algunos problemas. Todo surgió a partir de estudios de la década de 1960 en los que se veía a la juventud como un todo homogéneo. A partir de ellos se quería aplicar el modelo de la juventud de la clase media de Estados Unidos en otros contextos y eso es un absurdo. En la actualidad qué relación puede tener una juventud de España, de la Argentina o de África. Por ejemplo, en algunas partes de este último continente la juventud como tal es una cuestión dudosa, porque allí los niños ya trabajan, o la situación económica y social los empuja a perder algunas etapas de la infancia y la adolescencia. Sí podemos decir que la juventud es un grupo social que tiene características sociales semejantes pero no es un grupo homogéneo. Se considera que “la juventud”, entendida como un amplio concepto, se construyó por las corrientes de la modernización, que también podemos llamar Revolución Industrial o desarrollo del capitalismo: se empezó a separar a los jóvenes o a los niños en el mercado laboral. Por otro lado, como el desarrollo industrial llevó a la necesidad de ampliar el periodo de la educación, hasta llegar a ser obligatoria la educación primaria y posteriormente la secundaria. Si vamos al gran periodo histórico anterior, en la Edad Media las universidades no tenían límite de edad ni estaban organizadas por edad como lo tenemos ahora. Otro elemento fue el servicio militar obligatorio que en casi todos los países de Europa se incorporó después de la guerra franco-prusiana, un periodo homogeneizado en el que los jóvenes empezaron a observar sus características diferenciales. Antes había habido ejércitos y guerras pero no había límites de edad para incorporaciones, no había reclutamiento obligatorio, no había ejércitos “nacionales”. El derecho de voto es otro punto importante. Las formas de ocio comercial se pensaron para los jóvenes de fines del siglo XIX. La formación de tribunales de jóvenes por ejemplo es otra manera de conformar a “la juventud”.

—¿Cómo y cuándo comenzaron los estudios sobre los jóvenes en el mundo y, en particular, en España?

—Las investigaciones surgieron a la luz de las movilizaciones políticas de las décadas de 1960 y 1970 y en España el desarrollo se produjo con cierto retraso, sobre todo debido a la dictadura franquista y pasando casi la transición. Porque en España había muchos temas que no se podían investigar y los archivos estaban cerrados. No se habían podido estudiar los problemas generales del siglo XX porque la historiografía durante el franquismo tenía como cierre el siglo XIX, mientras que sobre “La República” y la “Guerra Civil”, era la visión justificativa de los vencedores. En España, como en otros lugares, se empezó a estudiar a la juventud por derivaciones de las investigaciones de las organizaciones políticas. Al principio se fue indagando en cuestiones básicas de organizaciones partidarias como ser el análisis de congresos, números de afiliados, etcétera. Más tarde se fue detallando el papel de los jóvenes en la conflictividad, como primer punto la estudiantil y recién ahora se está abriendo el campo a la historia sociocultural. Yo empecé a estudiar a los jóvenes porque mi tesis la basé en la conflictividad sociopolítica en Madrid durante los años 30.

—¿Cómo impactó la Guerra Civil española en los jóvenes?

—Bueno, ese proceso histórico fue un faro para los jóvenes de todo el mundo. Justamente, el caso italiano puede ejemplificar porque fue en ese momento cuando los jóvenes comienzan a militar en contra del fascismo, y ya venían desencantados con la ocupación de Etiopía. Hace poco salió un libro sobre memorias militantes en Italia en las que distintas personas recuerdan haber comenzado su militancia en la izquierda, incluso proviniendo del fascismo.

—Antes como ahora se hablaba de la peligrosidad de los niños o de los jóvenes que no hacen nada, que no se educan, etc. ¿Desde cuándo cree que se instaló esa preocupación?

—En cuanto a la preocupación sobre los niños de la calle, los que no hacen ninguna tarea, ya es una inquietud en Europa desde el siglo XIX. Hacia fines de ese periodo ya el tema preocupa en Alemania e Inglaterra en cuanto a que los jóvenes no hacen nada, que eso incrementa la delincuencia juvenil porque sólo se dedican a estar en las calles. Frente a eso se han realizado estudios y se descubrió por ejemplo que la delincuencia no había aumentado tanto. Sin embargo, ese punto fue encontrando más espacio en las distintas legislaciones, es decir se fue conformando como objeto de interés y al mismo tiempo encontramos que se fueron consolidando las estructuras de las fuerzas policiales con lo cual, mientras más fuerzas de orden público existían, más se detenían a jóvenes delincuentes. Vemos que esa es una idea recurrente de casi todas las épocas desde finales del siglo XIX. Cuando acabo la Primera Guerra Mundial, los jóvenes adquirieron una gran independencia porque o se encontraban solos, huérfanos o tenían que ir al frente de batalla, al tiempo que las mujeres pasaron a ocupar los principales puestos de producción. Bueno, frente a ello se vuelve a decir “los jóvenes están muy liberados, están muy independientes”.

—Acá se discute la necesidad de bajar la imputabilidad a los menores, ¿cómo es en España?

—Aunque salgo mucho de mi especialidad, puedo decir que en España actualmente están debatiendo bajar la edad imputabilidad. Allí han asustado casos muy graves pero no da la impresión de que son la generalidad, es decir hubo sucesos aterradores pero si se ven en el marco de lo que pasa en toda la sociedad y entre los jóvenes, son totalmente excepcionales. Algo que habría que ver es la forma de establecer excepciones. En Inglaterra impactó mucho un caso en que unos niños mataron a un bebé o algo así. En España hubo también un suceso sangriento en el que menores abusaron y mataron a un adolescente aunque hay muchas dudas porque ni siquiera encontraron al cadáver. Si analizáramos detenidamente la representatividad de estos acontecimientos, apreciando en los grupos de edad, nos daríamos cuenta que estos acontecimientos son totalmente marginales. Otra cosa son los raterillos quienes roban pocas cosas pero creo que a la sociedad europea le preocupan más los casos resonantes que los pequeños robos.

—¿Qué reflexión podés aportar sobre los indignados?, ¿qué problemas te parece que expresan?

—Advierto también que no soy especialista en el tema pero, por lo que veo a través de las noticias, el problema es que es una movilización distinta porque se ha basado en las redes sociales, una cosa que antes no se podía hacer, es decir, a través de facebook, twiter o similar. La impresión que dio en España este punto es que ha hecho a la movilización muy heterogénea. En ese sentido es muy difícil saber qué programa tienen. Es cierto que han elaborado reivindicaciones de todo tipo incluso la mayoría relacionada con la crisis económica. Sin embargo, si no tuviéramos un índice tan alto de jóvenes desocupados o si no estuviera tan difícil que los jóvenes compraran un piso, probablemente no se hubiera dado esta movilización. Al mismo tiempo, es muy difícil ver las soluciones que plantean porque, como ya he dicho, las características que conformaron esta agitación son muy heterogéneas. Otro tema es que la marcha de “los indignados” son en su mayoría jóvenes, entonces eso da pie para que todos los comentaristas televisivos opinen sobre ellos e incluso les dan consejos. Al mismo tiempo todo es muy complicado porque ellos rechazan todo lo político, pero la democracia con todas sus imperfecciones es lo mejor que tenemos y si los políticos ya no los representan tendrán que proponer otro sistema. Y si consideran que todos los partidos son inservibles, tendrán que organizarse ellos como partido.

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