Espectáculos

Tonolec y los “Cantos de la tierra sin mal”

"Nos empapamos del espíritu de las canciones guaraníes", declara Charo Bogarín sobre el disco doble de Tonolec, dúo que comparte con Diego Pérez, y que presentan el sábado en La Comedia.


La belleza, profundidad y coherencia por la que transita la propuesta artística de Tonolec encuentra una renovada plataforma de proyección en Cantos de la tierra sin mal, un disco doble que sigue a Tonolec (2005), Plegaria del árbol negro (2008), Los pasos labrados (2010), marcado por la búsqueda de nuevas sonoridades en un territorio ancestral, una especie de redescubrimiento del sonido propio, un hallazgo entre bellos cantos de niños en el marco de una ceremonia multicultural. Tonolec regresa a Rosario para presentarse mañana, a las 21, en el La Comedia (Mitre y Ricardonde), en el marco de un show en el que se mostrarán en formato de octeto interpretaciones en lengua qom, mbya guaraní y castellano.
De este modo, cantos ancestrales e infantiles en lenguas originarias se fusionarán con algo del sonido electrónico que caracteriza al grupo, a lo que sumarán percusión en sus diversas formas y la belleza edificante de la voz de Charo Bogarín, quien junto al músico Diego Pérez sigue, como en sus comienzos hace más de una década, empujando los bordes de lo conocido o escuchado a través de un proyecto inclusivo y revisionista.
—“Cantos de la tierra sin mal” es un disco contemporáneo y al mismo tiempo remite a algo ancestral ¿Es una nueva síntesis de la búsqueda estética de Tonolec?
—Ése es el espíritu de Tonolec, es lo que buscábamos desde un principio, es la reivindicación de aquella búsqueda originaria del grupo donde mezclábamos la música electrónica, lo contemporáneo, con las músicas ancestrales, buscando un qué decir, un mensaje, un espíritu, algo que una vez más encontramos en la música nativa de nuestros pueblos originarios, en las lenguas ancestrales.
—¿Y qué aporta de nuevo “Cantos de la tierra sin mal”,aunque quizás lo nuevo esté en el pasado?
—Llevamos más de una década de recorrer este camino de investigación y de involucrarnos con la música qom; y no solamente desde la música sino también desde las acciones de aprender y difundir costumbres y formas de vida, y por eso, como novedad, hemos decidido abrir el abanico y hoy Cantos de la tierra sin mal presenta una nueva impronta del grupo que es el inicio de nuestro trabajo con las comunidades guaraníes, específicamente, con los coros de niños que hay dentro de esas aldeas.
—¿Cómo se da el ingreso de esta nueva sonoridad y poética?
—En 2008 empecé a estudiar guaraní en el Centro Universitario de Idiomas de Buenos Aires, donde además de guaraní se estudia quechua y mapudungun (mapuche). Elegí el guaraní porque tenía que ver con mis orígenes, con mi sangre nativa. Y me tocó un profesor que antes de comenzar cada clase y aprender cada palabra siempre hacía una introducción donde nos hablaba de la cultura de los guaraníes y su cosmovisión, y en todo momento aparecía la mención de esta “tierra sin mal”.
—Que remite a una antigua leyenda guaraní…
—Es así, porque la tierra sin mal es para los guaraníes una especie de paraíso terrenal, un edén en la que los mayores, los antiguos, habitaban, en tiempos en los que la tierra no era lo que es hoy. Era un tiempo en el que los seres humanos convivían armónicamente con la naturaleza y tomaban de ella sólo lo que necesitaban, y por lo mismo ofrendaban con sus cantos y sus bailes a la Pachamama. Aquella era una tierra sin mal, un paraíso que aún hoy está presente en cada uno de los cantos entonados por los niños guaraníes. Y esa leyenda da nombre al disco, porque fue un trabajo antropológico en cinco comunidades mbya guaraní para mostrar la riqueza cultural y musical que hay allí.
—¿Cómo se hace para armar un repertorio que al mismo tiempo que es tan ecléctico responde a una misma lógica y es honesto con la historia musical de Tonolec?
—En cada uno de nuestros discos aparece una versión de un canto criollo y un homenaje a algún autor y compositor que haya dejado una huella; por eso aquí, por un lado, aparece en uno de los discos “Manuelita”, de María Elena Walsh, traducido a la lengua qom, y por otro, “Pedro canoero”, homenajeando a esta gran cantora que es Teresa Parodi, alguien a quien caracteriza la solidaridad y la bondad y un lujo que sea nuestra ministra de Cultura de la Nación, porque es alguien que entiende lo que significa ser vanguardista, que no quiere decir romper del todo con la tradición. Así decidimos los temas que versionamos y algo similar hacemos con las canciones guaraníes: tenemos un abanico y en la elección influye aquello que me resulta atractivo para cantar, que es lo mismo que nos pasa a la hora de componer, porque nos empapamos del espíritu de las canciones guaraníes.
—¿Cómo se compone a partir de una sonoridad que si bien conocen no es la propia?
—Es un trabajo en el que todo eso aprendido o escuchado en los procesos de investigación empieza a generar la necesidad de crear algo propio; es el momento en el que me pongo con el charango o el piano, y lo que sale se lo paso a Diego que es quien hace los arreglos, para luego encarar un trabajo conjunto en el armado final del tema, lo que da como resultado las canciones de Tonolec, que no son otra cosa que las cabezas de los dos funcionando en conjunto y armonía.
—¿Cómo será la presentación local frente al estreno porteño del viernes, cuando llenaron el Ópera en una noche con grandes momentos y con los coros de niños en vivo?
—Presentaremos el disco nuevo en formato de octeto y un repaso por los discos anteriores. Y si bien no llevaremos los coros, tenemos planeado para el futuro invitar a integrantes de las comunidades qom de Rosario a cantar con nosotros. Sería maravilloso que podamos trabajar con coros de cada lugar, sería como redoblar la apuesta en relación con nuestra idea de unir pasado y presente, ahondar en nuestras raíces estableciendo un diálogo desde adentro hacia afuera buscando poner en valor nuestra identidad que incluye a todas las razas, colores y etnias.
Un largo camino de investigación

Cantos de la tierra sin mal es un disco doble con 18 canciones en el que Charo Bogarín aporta su inconfundible voz en todos los temas, además de charango, cuatro venezolano y nvique (violín toba), y Diego Pérez se ocupa de la programación, guitarra, cuatro venezolano, teclados y coros. Como músicos invitados participan Teresa Parodi en “El Camalotal”, Peteco Carabajal con voz y guitarra en “El río y el Caburé”, Tilín Orozco en guitarra en “Tierra quebrada” y Patricia Sosa y La Shica en voces en “Mujer, cántaro, niño”, con Sophíe Oliver en coros.
La lista de músicos se completa con Lucas Helguero en percusión, Claudio Solino en contrabajo, Emiliano Khayat en acordeón y piano, Nuria Martínez en quena y sikus y Luis Volcoff en coros, con la participación especial de los coros de niños de la
comunidad mbya guaraní Yryapu, de Misiones; Qomi Qompi de la comunidad qom de Derqui (Buenos Aires), Color Humano de Mar de Plata, y de la comunidad mbya guaraní De Pindo Poty, de Misiones.
Tonolec inició en 2001 su camino de investigación sobre la cultura del pueblo qom, acercándose a los músicos ancianos y adultos del coro Toba Chelaalapi (Bandada de Zorzales) de Resistencia (Chaco), para aprender sin apuros y en tiempo real, durante cuatro años seguidos, sus cantos ancestrales y su cosmogonía (forma de entender el mundo). Charo y Diego participaron en sus rondas de canto y baile y aprendieron a través de su tradición oral lo que, en gran medida, hoy vuelcan en sus propias composiciones y presentaciones en vivo.

 

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