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Bajo agua

Saladillo: el caudal aún no llegó al pico

Vecinos del barrio Tiro La Paloma, el más cercano a la cascada del arroyo Saladillo en el extremo sur de Rosario, volvieron a estar en riesgo ante la multiplicación del caudal del curso en las últimas horas, en las que, además, se habría “corrido” nuevamente la cascada.


Vecinos del barrio Tiro La Paloma, el más cercano a la cascada del arroyo Saladillo en el extremo sur de Rosario, volvieron a estar en riesgo ante la multiplicación del caudal del curso en las últimas horas, en las que, además, se habría “corrido” nuevamente la cascada. Se trata de unas 15 familias que permanecieron en el barrio, cuyas viviendas enfrentan el mismo y severo riesgo que en agosto de 2015, cuando el salto de agua se desplazó casi 100 metros hacia el puente de Ayacucho y las márgenes del arroyo –que en realidad es un río– se distanciaron al menos 15 metros por el derrumbe de las barrancas, que arrastraron partes de casas. Ahora se repitió el fenómeno, y la imponente correntada causada por el escurrimiento de campos tras el temporal del fin de semana había agotado ya ayer la mayor capacidad del curso, ampliada por la fuerza del torrente de agua, piedras y troncos de un año y medio atrás.

Personal de las áreas de Defensa Civil y Desarrollo Social de la Municipalidad desplegó guardias permanentes en la zona desde el martes, para monitorear la situación, a la par que personal de Infraestructura de la provincia revisaba la estabilidad y el estado de la infraestructura del puente sobre calle Ayacucho. Ayer, por precaución de las vibraciones se decidió cortar el tránsito para todo tipo de vehículos en la mano hacia Rosario, y en forma parcial, desviando vehículos pesados y transporte público, la mano hacia Villa Gobernador Gálvez.

En ese marco, el edil de la vecina ciudad Carlos Dolce advirtió que el peligro “no es el caudal de agua del arroyo sino el corrimiento de la cascada”, a la que había monitoreado desde el aire con un drone que contrató. El concejal aseguró que el salto se había desplazado otros 50 metros hacia el puente y “hacia las casas que están pegadas al puente” en las últimas horas, por lo que reclamó “obras” y “tomar una medida inmediata”.

El edil del Frente Progresista recordó que en 2012 la crecida del arroyo estuvo a punto de ocasionar su desborde: “Esa vez la cascada se corrió 200 metros, y en cada tormenta fuerte hay desplazamientos de entre 20 y 30 metros”, advirtió.

En ese sentido, Dolce destacó que se mantienen “en contacto permanente” las autoridades municipales de su ciudad y de Rosario, junto a Bomberos y Defensa Civil y otras reparticiones y entidades de ambas urbes.

Mientras con el correr de las horas se agravaba el panorama del Saladillo, la situación era la inversa en Arroyo Seco, Villada, La Emilia, Chabás, y otras localidades que forman parte de la cuenca. Pero la mejoría era sólo en términos hídricos: con el escurrimiento –y el desagote con bombas que continuaba haciendo Protección Civil de la provincia– de los cascos urbanos, muchos habitantes regresaban a sus hogares, que fueron devastados por la inundación.

Hacia las localidades afectadas continuaba ayer llegando la asistencia solidaria de miles de rosarinos, cuyas donaciones seguían reuniendo Rosario, Solidaria, la Corriente Nacional de la Militancia y distintos sindicatos como Luz y Fuerza.

También proseguían los operativos de fumigación aérea en zonas circundantes al Saladillo, al Ludueña y en otros barrios de la ciudad. El despliegue de equipos municipales se extendió ayer a Villa Pororó, San Cayetano, San Eduardo, Fisherton, Aldea, Puente Gallego, Villa Banana, Santa Lucía, La Palmera, El Mangrullo y Toba.

Y ahora el temor se había desplazado hacia el norte: una situación análoga al Saladillo ya está afectando al Salado, cuya más extensa cuenca aumentó su caudal por las lluvias aguas arriba, desde el límite noroeste de la provincia hasta la ciudad de Santa Fe, por lo que ya se emitió un alerta a todas las poblaciones ribereñas del curso.

Monumento

Un meteorólogo local, el ingeniero Luis Blotta, recordó que las inundaciones son un dato histórico del Litoral y que una crecida del río Paraná destruyó el primer Monumento a la Bandera, construido en las islas en 1872. Los monolitos de homenaje iban a ser dos y el que iba a estar en la costa no llegó a alzarse. Pero los fenómenos hídricos extremos se sucedían con décadas de diferencia, no con meses.

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