Ciudad

Lamadrid y Avellaneda

Hacinados, buscan un techo digno en forma desesperada

Mujeres de unas 50 familias que fueron desalojadas de un predio en el sudoeste cuentan por qué ocuparon “el basural”.

“En mi casa vivimos 22 personas repartidas en dos ambientes. El día a día es muy difícil y cuando el lunes llovió y se nos inundó todo, llegamos al límite”. El relato es de Alejandra, una de las integrantes de las 50 familias que esta semana ocuparon un terreno “abandonado” en Lamadrid y Avellaneda, en el barrio Nuestra Señora del Rosario. Después de que anteayer denunciaran un desalojo violento por parte de la Policía, los vecinos contaron que ayer por la mañana hubo nuevos incidentes con uniformados, que les tiraron con gases lacrimógenos y balas de goma cuando cortaron la avenida Circunvalación. En ese marco, explicaron que la situación habitacional del barrio es crítica y pidieron reunirse con funcionarios para encontrar una solución. Desde el municipio confirmaron que los terrenos en cuestión están destinados a la doble traza de la calle Lamadrid, aunque no especificaron la fecha de inicio de las obras.

Alejandra tiene 32 años y nació en barrio Plata, pero todos sus amigos siempre fueron de Nuestra Señora del Rosario. Hace una década, llegó a una casa ubicada en Lamadrid y Catalina Mano (ahora se llama pasaje 2030) en la que hoy viven seis familias que suman 22 personas. La vivienda tiene dos ambientes y, según Alejandra, la convivencia es imposible: “Hace dos meses hicimos una pieza en el patio, pero estamos todos amontonados. Cuando llueve, se inunda todo y se llena de víboras y de ratas”. La mujer tiene un hijo con tuberculosis y cuenta que ocupó el terreno abandonado enfrente de su casa porque lo único que quiere es un lugar para levantar su vivienda y criar a sus hijos. “Fui a Promoción Social, a la Ansés, hasta me quise anotar en el Procrear pero no pude porque no tengo recibo de sueldo. A mí me gusta mi barrio y me gustaría poder tener una casa acá, pero si es en otro lado no tengo problema”, dijo.

Mariana nació en Corrientes y llegó a Rosario con su familia cuando era una niña. Hoy tiene 32 años y hace 17 que vive en Nuestra Señora del Rosario. “Desde que estoy acá estos terrenos están abandonados. Primero decían que no tenían dueño y ahora dicen que sí, pero lo cierto es que esto un basural. Siempre estuvo lleno de pastizales, víboras, ratas y hasta funciona como aguantadero para robos”, contó a El Ciudadano.

Según Mariana, después de las lluvias de esta semana y de haber perdido todo por el agua, con un grupo de 50 familias decidieron ocupar las tierras que se extienden a lo largo de 300 metros sobre calle Lamadrid, entre Avellaneda y Constitución. “Nos metimos y empezamos a limpiar todo, porque nosotros somos de acá y este lugar era un asco y un peligro para los vecinos. Ahora informan que van a hacer una calle, pero eso lo dicen desde hace años y nunca pasa nada”, contó.

La mujer contó que después de que ocuparan el terreno el lunes, anteayer por la mañana los desalojaron. En ese momento las cincuenta familias decidieron cortar Circunvalación y cuando volvieron al barrio y quisieron regresar a las tierras fueron desalojados por la Policía nuevamente. Esta vez, y siempre según la denuncia de vecinos, los uniformados utilizaron rebenques y balas de goma para lograr su cometido. El hijo de Mariana se llevó la peor parte: con 16 años recibió tres impactos en una pierna y tuvo que ser atendido en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

Pero, según el relato de las familias, los incidentes no terminaron ahí. Ayer por la mañana intentaron hacer un corte en Avellaneda para pedir ser atendidos por un funcionario municipal o por el fiscal que interviene en la investigación, Enrique Paz. “La Policía nos dijo que si cortábamos nos iban a reprimir, por eso nos fuimos a Circunvalación. Pero cuando estábamos ahí aparecieron y nos empezaron a tirar con gases y balas de goma. Éramos todas mujeres y chicos, pero no les importó nada. Ahí decidimos irnos pero ya no sabemos cómo hacer para que venga alguien a hablar con nosotros”, contó una de las mujeres.

Victoria nació en El Mangrullo hace 23 años, pero toda su vida la pasó en las calles de Nuestra Señora del Rosario. Su familia, llegó al barrio beneficiada por un plan de viviendas que buscaba reubicar a vecinos que vivían en zonas inundables. Cuando hace 20 años llegaron a la casa de dos ambientes, eran cuatro los habitantes pero hoy llegaron a diez. “La familia se fue agrandando y yo me hice una piecita atrás con mi marido y mi hijo, pero estamos apretados porque el terreno fue pensado para mucha menos gente. A eso se sumaron los problemas con las lluvias. Pasamos de un lugar que se inundaba a otro igual”.

La joven coincidió con sus vecinas en relación con las tierras de Lamadrid: “En los 20 años que llevo acá siempre estuvo abandonado y fue un basural, con ratas que se metían adentro de las casas”. Más allá del terreno en disputa, Victoria sostuvo que lo que quiere es un lugar en el cual construir su casa.

Otra de las vecinas que llegó al barrio desde El Mangrullo es Betiana. Tiene 32 años y vive con su familia en la casa de su hermana, sobre la calle Catalina Mano, “la que más se inunda”.

“Estoy pidiendo un terreno para edificar. Cuando nos dieron la vivienda social era relinda, pero quedó chica porque pasaron 20 años y las familias se fueron agrandando”, contó Betiana y agregó: “Nos conformamos con un terreno en cualquier otro lado y lo podemos pagar en cuotas”.

Al testimonio de las familias se sumaron los de otros vecinos del barrio, que se acercaron para darles apoyo. Entre ellos el de Olga, una señora que llegó al sudoeste en 1999: “Yo no estoy ocupando porque tengo mi casita que compré cuando vendí mi departamento en (barrio) Acindar. Pero los apoyo porque mi hijo está en la misma situación. Este lugar está abandonado hace años y ellos son toda gente trabajadora que puede pagar en cuotas un pedazo de tierra”.

Hostigamiento a la prensa

Después de los incidentes del martes por la tarde en los que los vecinos denunciaron accionar violento por parte de la Policía, trabajadores de prensa que se encontraban en el lugar relataron que fueron hostigados por los uniformados. Es que a lo largo del día, los periodistas, fotógrafos y camarógrafos que estuvieron en la zona sirvieron de garantía para el cese de los incidentes. “Cuando periodistas y fotógrafos se acercaron hasta allí para cubrir el hecho, fueron insultados por un grupo de policías que les exigieron que no sacaran más fotos, mientras los propios uniformados filmaban con celulares a los trabajadores de prensa”, dijeron. A uno de ellos, una mujer policía le dijo: “Seguro sos hijo de desaparecidos”.

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