Edición Impresa

Sociedad

Por iguales derechos escolares para chicos con discapacidad

La psicóloga Rosana Rebughini atiende a niños sordos e hipoacúsicos y explica los alcances de “una justa inclusión”.


La ley Nacional de Educación N° 26206 sostiene la necesidad de priorizar el principio de igualdad en todos sus actores. Para ello, el Estado debe garantizar una educación con respeto a la libertad, la dignidad y la autoestima de las personas con discapacidad, el respeto por los derechos humanos y la igualdad de oportunidades.

La Licenciada Gabriela Planas sostiene que “la consideración de la deficiencia auditiva como falta patológica coloca al niño sordo en una doble infantilización y duplica el tiempo dedicado a la escolarización. El objetivo de desarrollar el empleo y la comprensión de la lengua oral implica un esfuerzo adicional, generalmente basado en la repetición. Por lo cual, las actividades físicas y recreativas son escasas: el niño sordo, en situación escolar, se erige como alumno sordo y se pierde como niño.

La modalidad de “escuela inclusiva” propone un cambio respecto del modelo médico que ubica a la patología como eje de la propuesta escolar: esta escuela, centrada en el modelo pedagógico, considera la definición de las necesidades educativas especiales para que cada alumno pueda apropiarse de los conocimientos; además, reconoce que en el aprendizaje la heterogeneidad no es un obstáculo, sino que el “conflicto cognitivo” es fuente de motivación.

Rosana Rebughini es psicóloga con formación en niños y adolescentes, trabaja en la escuela primaria provincial N° 2118 de la ciudad de San Lorenzo, que es la única en la región en atender a niños sordos e hipoacúsicos. Con formación en el lenguaje de señas y especialización en el trabajo con niños con discapacidad, integra un equipo interdisciplinario junto a una fonoaudióloga y una médica que desarrollan su tarea con un concepto de escuela inclusiva.

La escuela, que aún no tiene nombre, posee un servicio de estimulación temprana coordinado por un docente estimulador que trabaja con chicos hasta los 3 años de edad.

“Este servicio no atiende solo a sordos, sino también, a niños con otras discapacidades o dificultades de desarrollo que hagan necesario el trabajo de estimulación temprana” dice Rebughini.

“La escuela especial tiene una normativa diferente, aunque de todas maneras, en la mayoría de los casos, los chicos están integrados a escuelas comunes. Esto es importante porque evita que el niño con discapacidad termine estigmatizado en una escuela especial. Por otra parte, había dificultad a la hora de su incorporación a la secundaria porque la escuela especial no daba acreditación para poder continuar con los estudios. Fuera de todo precepto normativo, los chicos con discapacidad tienen derecho a ingresar a una escuela común, estar socializados y aprender junto a otros niños”, afirma la psicóloga

—¿Cómo es la integración de los chicos sordos e hipoacúsicos en las escuelas “comunes”?

—Es un proyecto donde no hay nada determinado de antemano. Se trata de acordar con la escuela el tipo de integración que se realizará y la forma que deberá tener para adaptarse a la necesidad de cada chico. En este sentido, se acuerda, por ejemplo, cuántos días va el alumno a la escuela común y cuántos a la especial (según la situación de cada niño, puede que no asista a la especial) que días concurrirá con la docente integradora y además se especifica la planificación, donde hay que plantear una adecuación curricular que modifiquen los planes de estudio para adecuarlos a las necesidades del niño sordo.

—¿Cómo es el vínculo con otros chicos en el marco del aprendizaje?

—A veces los adultos pensamos que es muy complicado el entendimiento con un hipoacúsico, sin embargo los chicos, entre gestos y juegos, logran comunicarse. Entre adolescentes puede ser más complejo, porque la vinculación con el cuerpo y el juego ya pasa por otro lado y lo que predomina es la comunicación verbal. En la escuela tratamos de trabajar mucho el tema de la comunicación más allá de la lengua de señas, porque en las relaciones que establecen fuera de la escuela no se manejan con este lenguaje. En este aspecto, va a ser muy importante el interés que tengan en comunicarse. En general, la integración se logra, al margen de las dificultades de la comunicación.

—¿La escuela “común” es receptiva a la integración de un chico sordo?

—En general no hay obstáculos ni resistencias para trabajar, aunque sí puede haber inquietudes derivadas de la necesidad de querer comunicarse con los chicos sordos e hipoacusicos. Por eso es necesario que la escuela especial trabaje junto a la común.

—¿Cómo es el proceso curricular de los chicos integrados?

—En un proyecto de integración un niño sordo tiene dificultades como cualquier otro chico. En este sentido, hay que tener en cuenta que las adaptaciones curriculares deben apuntar a favorecer la escolaridad del chico con discapacidad. Las dificultades del aprendizaje las puede tener como cualquier otro, independientemente de su discapacidad.

—¿Qué rol juega la familia en este proyecto de integración?

—La familia forma parte, junto con la escuela especial y la común, del proyecto de integración. La opinión de los familiares está contemplada en este proceso porque es un pilar fundamental en cuanto al apoyo que le puede brindar a su hijo.

—¿La hipoacusia puede tener otros problemas asociados que se manifiesten en el aula?

—Puede haber secuelas orgánicas que, entre otras cosas, le produjo sordera, pero tiene de base dificultades neurológicas. Esto a veces no se detecta en un primer momento pero puede verse en el aprendizaje. En los chicos sordos e hipoacusicos es importante desarrollar mucho el sentido de la visual, por ejemplo, a través de la escritura o la gráfica, con esto completa una información que le permite entender lo que el docente está explicando y la lengua de señas que es tan importante ya que lo va a organizar en su pensamiento.

—¿Qué pasa con un chico sordo e hipoacúsico en la escuela secundaria?

—Algunos acceden a la escuela secundaria, la idea es que la mayoría pueda continuar sus estudios. En Rosario hay un Servicio de apoyo para Escuelas Medias donde los chicos están integrados con el seguimiento de profesores del nivel. En la región no existe este servicio y es muy difícil que docentes de Rosario hagan el seguimiento en escuelas comunes de San Lorenzo. Algunos alumnos pueden integrarse sin problemas, otros asisten a escuelas de oficios. Sería importante y legal garantizar la escolarización secundaria para chicos con dificultades, de la misma manera que se da en la primaria. No hablamos de escuela especial secundaria sino de escuela común donde se integren chicos con diversas discapacidades. Esta sería la verdadera inclusión.

Comentarios