Edición Impresa

Reflexiones

La política distraída que gambetea su derrota

La política se hace la distraída ante una sociedad que cruje. Muchos han sido los momentos en la vida institucional argentina donde el desorden pedía a gritos: “¡Orden!”.


La política se hace la distraída ante una sociedad que cruje. Muchos han sido los momentos en la vida institucional argentina donde el desorden pedía a gritos: “¡Orden!”. Orden en democracia significa cauce institucional; río por el que navegan por igual libertad, racionalidad, serenidad, divergencia, tolerancia. Ahora es muy difícil lograr lo expresado cuando la política se ha despatarrado. Muchas veces hemos dicho que la claudicación de la actividad partidaria ha inducido al peor de los clientelismos: el conchabo político. Increíblemente un candidato hoy mide su potencialidad sumando cuántas veces fue mencionado en las redes sociales, cuántas apariciones ha logrado en televisión, cuántos seguidores tiene en Twitter. A esta altura, aunque parezca innecesario, hay que recordar qué debiese preocuparle a un candidato: primero, interiorizarse en persona sobre la realidad en la cual deberá tener injerencia; segundo, detectados los problemas a resolver, es imperiosa la conformación de equipos interdisciplinarios para elaborar la propuesta que deberá asimilar primeramente para luego transmitirla con soluciones concretas al pueblo elector. Después, si quiere, puede interesarse por la repercusión en las redes sociales, televisión, Twitter… Una vez más debiéramos recordar que popularidad y reconocimiento no necesariamente van de la mano de idoneidad y eficiencia. La política viene gambeteando su derrota desde hace mucho tiempo. El recurrir a personas notorias en vez de notables avalan mi concepto anterior.

La necesidad de orden citada anteriormente lleva en su cauce institucional hoy dos elementos que si se quisiese el reordenamiento sugerido son vitales: la conformación y el accionar de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el recientemente sancionado Código Civil y Comercial. El fallecimiento del miembro de la Corte Enrique Petracchi más el anunciado alejamiento a fin de año del de Eugenio Zaffaroni, ponen sobre la mesa diversas versiones, incluso la de forzar la conformación de una Corte a medida. Consultado el doctor Daniel Sabsay al respecto me dijo: “El artículo 99 de la Constitución Nacional que trata de las atribuciones del poder Ejecutivo en su artículo 4º dice: nombra los magistrados de la Corte suprema con dos tercios de los miembros del Senado presentes en sesión pública convocada al efecto. Este artículo no da posibilidad de ninguna otra interpretación. La gran cortapisa son los miembros del Senado. Al oficialismo le faltan de 10 a 12 votos, lo que no es poco. La llave la tiene el radicalismo; espero que no entre en negociación rara de producirse dos vacantes aceptando «un amigo tuyo y un amigo de ellos». De suceder esto cualquier candidato radical se hundiría. Sobre la sanción del Código Civil y Comercial hay un problema de forma que es sustantivo: no se lo sancionó conforme al procedimiento establecido en la Constitución y en el reglamento de la cámara de Diputados a esos efectos. Se violó la Constitución. Ese código no es una ley, es un esperpento. Hay que derogarlo antes de que entre en vigencia. Hay que terminar con la sanción de leyes de modo espurio; no entro a juzgar el contenido porque hay una llave que es la forma que se violó”. Por último, le pregunté si veía a las oposiciones 2015 con una actitud de apego a la ley. Me contestó: “Lo deseo de corazón, porque es la única salida para el país. El país está enfermo de corrupción, está enfermo de violación a la ley, está enfermo de trampas, está enfermo de enfrentamientos desde el poder y eso lo debemos superar si queremos ser un país desarrollado”.

La política y sus dirigentes tienen la oportunidad, al igual que el papa Francisco, de convocar a un sínodo y poner sobre la mesa todos los temas que hoy guardan bajo la alfombra, porque la alfombra de la tolerancia de la sociedad no cubre más.

Comentarios