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Interculturalidad

En contra del otro desmonte

En un encuentro organizado por Centro Cultural Parque de España, uno de los panelistas, el historiador Juan Chico, destacó la necesidad de poner en cuestión los modelos escolares que niegan e invisibilizan a los pueblos originarios.


“Para que no arranquen el monte de mí”, fue el título de un encuentro de Transmisión de la cultura Qom, organizado por Centro Cultural Parque de España y Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), en el marco del trabajo cultural sobre el corredor Chaco-Rosario. Uno de los panelistas, Juan Chico, integrante del Equipo Chaqueño de Investigación de Historia Oral del Pueblo Qom y de la Fundación Napalpí, contó que la frase surgió de un luchador indígena: “Primero, me arrancan del monte. Después trabajan, todos los días, para arrancar lo que quedó del monte en mí”. Su propuesta de rescate de la cultura indígena es también una propuesta a rever los valores de la identidad argentina.

El historiador oriundo del Chaco, y a la vez nieto de uno de los primeros referentes de la comunidad qom de Rosario, don Montiel Romero, hizo eje en el rol de la institución escolar en la creación de una identidad argentina excluyente y discriminatoria, que se mantiene todavía a pesar de muchos avances.

“Cuando hablo de escuela –primaria, secundaria, terciaria, universitaria–, hablo del rol que a lo largo de la historia de nuestros pueblos jugó la institución escolar. Jugó un rol clave y fundamental en el proceso de invisibilización y de crear estereotipos de los pueblos indígenas que aún se siguen sosteniendo”, expuso en la apertura del encuentro, Chico.

“Pero no es que estamos en contra de la escuela –subrayó–, tenemos propuestas de formas de trabajo (…) Lo que primero hacemos es reivindicar la presencia indígena en el Chaco que data de 4.500 años y según datos arqueológicos, en Argentina, entre 10 y 13 mil años”.

Como ejemplo, el historiador puso sobre la mesa que justamente, enmarcado en este año en el que se conmemoran los 200 años de la Independencia argentina, “existe una primera declaración de la Liga de los Pueblos Libres, que por lo general no se cuenta en la escuela, y que es esa la primera declaración de la independencia que la hace (José Gervasio) Artigas, el 29 de julio de 1815”.

Así, destacó la “intencionalidad” de marginar de la historia a Artigas o Miguel Martín de Guemes y como contraparte, de manera oficial, realzar la figura de Domingo Faustino Sarmiento sin incluir sus conceptos racistas contra los pueblos indígenas y negros. O los conceptos aún vigentes como la Conquista del Desierto. “Se convirtió en desierto cuando fueron arrasados nuestros pueblos”, subrayó Chico.

En este sentido, también  recordó que “lo que (Julio) Roca, (Bartolomé) Mitre, (Adolfo) Alsina, (Nicolás) Avellaneda llamaron proceso de organización nacional, cien años después (Jorge Rafael) Videla lo llamaría proceso de reorganización nacional, con las misma mirada y concepción de desaparecer al otro que es diferente a ellos”

“La escuela no tiene que ser una catedral del conocimiento al cual venerar sin poder cuestionar. Francisco «decía hagamos lío». Nuestros centros educativos tienen que ser los vínculos para canalizar los saberes y la historia de nuestros pueblos para que no queden en el olvido. Estas instituciones tienen que colaborar para que la comunidad se apropie nuevamente de su historia que en muchos de los casos fue distorsionada por esto espacios”, propuso.

“Por década hemos sido arrancado del monte y lo poco quedó del monte es arrancado en nosotros en nuestras escuelas donde muchos de nuestros niños y jóvenes son despojados de esa gran riqueza moral y espiritual. Y esos centros educativos son verdaderos clautros vacíos de valores y con un alto espíritu de competencia pero sin espíritu de pensar en el otro”, definió.

Continuidad de Ra’anga

La actividad desarrollada entre el miércoles y el viernes pasado tuvo la coordinación docente del historiador Juan Chico y la docente y antropóloga Patricia Pognante y la coordinación general de Virginia Russo. El proyecto de este taller surgió a partir de reflexiones sobre una ponencia vertida por Juan Chico, en el Simposio Internacional Chaco Ra’anga celebrado en noviembre de 2015 en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Dicho Simposio Internacional fue uno de los resultados de Chaco Ra’anga, proyecto de la Red de Centros Culturales Aecid (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo).

Napalpí: el nombre de un grupo de investigación histórica

El grupo de trabajo de la Fundación Napalpí que encabeza Juan Chico viene trabajando desde hace más de una década en el rescate de la cultura de los pueblos indígenas y exponiendo a la luz aspectos silenciados e invisibilizados: el protagonismo de las comunidades aborígenes en los albores de la nación, tanto resistiendo a los invasores ingleses en Buenos Aires, o como parte de la gesta de recuperación de la islas Malvinas en 1835 y un siglo después, también en el conflicto de 1982. Pero uno de los rescates más impactantes y dolorosos fue redescubrir una de las masacres mas crueles del siglo XX y que, según el historiador Juan Chico,  fue una antesala del genocidio nazi y un antecedente para la represión del último proceso militar: las matanza de obreros y campesinos indígenas en Napalpí en 1924, guardadas bajo la alfombra más de 80 años. Ese trabajo iniciado en los años 90 dio como resultado en 2008 el libro “Napalpí. La voz de la sangre”, en coautoría con Mario Fernández.

Melitona Enrique, una sobreviviente de Napalpí que murió en 2009 con 107 años.
Melitona Enrique, una sobreviviente de Napalpí que murió en 2009 con 107 años.

El 19 de julio de 1924, unos 700 indígenas que venían reclamando por sus malas condiciones laborales fueron cercados por la fuerzas de seguridad en Colonia Aborigen Napalpí y luego masacrados en fuego cruzado, incluso desde el aire en un avión. A los sobrevivientes los remataron a machetazos, incluidos mujeres y niños.

Juan Chico es oriundo de Napalpí y sentencia: “Jamás nos hablaron de (la matanza de) Napalpí en la escuela”. Tampoco en la comunidad se hablaba del tema.

“Nos empezamos a preguntar sobre Napalpí. Fuimos a preguntarles a nuestros viejos y no querían hablar. Había todavía mucho miedo y temor. Y seguimos indagando, eran los años 90, habían pasado más de 70 años”, cuenta.

Chico, a la vez no descarta que el contexto de la lucha por los derechos humanos y los juicios por la verdad y la justicia por la última dictadura, hayan sido de ayuda para que muchos ancianos al fin comiencen a traer a la memoria los relatos sobre aquel suceso.

Como colofón hasta se encontraron hacia fines de los 90 y con sobrevivientes de la tragedia con más de cien años de vida y la memoria intacta.

Sus testimonios fueron tomados como parte de la investigación que  sirvió para sacar de las sombras a un suceso que además puede dar la posibilidad de abrir un juicio por verdad y justicia por un crimen de lesa humanidad.

Chico destaca que en los últimos 20 años ya suman más de una decena de libros escritos sobre este hecho de principios del siglo XX que estaba censurado. En la provincia del Chaco, se comenzó a conmemorar de forma oficial la fecha de los acontecimientos den Napalpí.

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