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Cómo cuidar las obras de arte que guardan los cementerios

Por Santiago Baraldi.- Profesionales y especialistas debaten hoy y mañana sobre la preservación del patrimonio edilicio de las necrópolis.


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“El patrimonio que no vemos, hacia una nueva gestión en cementerios”, será el eje de las jornadas que se desarrollarán hoy y mañana en la Fundación Igualdad Argentina, Santiago 1550, desde las 16.30 con la premisa de generar un intercambio de ideas y participación de diferentes profesionales como arquitectos, conservadores de museos, personal de cementerios, antropólogos, y todos aquellos que busquen sumarse para rescatar y poner en valor esos museos a cielo abierto que son las necrópolis municipales como El Salvador y La Piedad.

“A partir de las ordenanzas municipales vigentes y las prácticas cotidianas, hay que pensar en un programa de preservación del patrimonio en los cementerios que permita la puesta en valor de tan valiosos bienes culturales y que sea factible de mantenerse en el tiempo. En estas jornadas apuntamos a la preservación material, que es lo más urgente, porque perder estos edificios es perder parte de la historia de Rosario”, explicó la antropóloga Sylvia Lahitte, a cargo del área de Preservación del Patrimonio de El Salvador.

Desde el Colegio de Arquitectos, Silvina D’Ricco se pregunta “qué pasa entre lo público y lo privado, porque hay responsabilidades compartidas con las familias que son dueñas de panteones importantes y que, en muchos casos, nunca se ocuparon; en esos casos, el cementerio no puede, sin tener el permiso, intervenir. Las ordenanzas actuales no son claras: entonces la idea es acercar al Estado y al particular para hacer un proyecto de esfuerzo compartido”.

Jesica Contreras Galarza, del Centro de Estudios Igualdad Argentina, disertará y pondrá como ejemplo el estado en que se encuentra uno de los panteones más emblemáticos de El Salvador, el de la familia Zenón Pereyra, con sus características y simbologías masónicas, piramidal, que se encuentra literalmente en ruinas: “Tomaremos como ejemplo este panteón familiar, del que un pueblo de nuestra provincia lleva el nombre de su fundador y las dificultades que no permitieron intervenir para mejorar su estado. El último familiar directo de Pereyra data en los registros del cementerio de 1916, desde entonces nadie se hizo cargo”.

Lahitte señala que existe un Plan Maestro de Cementerios, “cuyo eje contempla la conservación del patrimonio, y si bien hay intervenciones desde los particulares o convenios con escuelas de arte, apuntamos a la importancia de contar con un programa que se rija con las mismas normas con las que se declara bien patrimonial a cualquier edificio protegido de la ciudad”. Las disertantes coinciden con que hay que poner en debate qué es lo privado dentro del cementerio. “Antiguamente se vendían las parcelas a las familias, y hoy tienen una fecha de vencimiento. Hay estructuras que se están deteriorando y nadie se hace responsable, y la Municipalidad no tiene los instrumentos para intervenir. Debería haber una ordenanza donde rijan criterios de conservación, de qué manera se conserva y cómo se pone en valor; hay que preservar otras cosas más allá de la inhumación”, agregó D’Ricco.

Las jornadas incluyen una visita guiada, mañana desde las 10, a El Salvador, donde se hará hincapié en dos panteones, a modo de ejemplo: el de Juan Cogorno y el de Artemisa Bett de Ortiz. En ambos casos se resaltará el valor histórico, arquitectónico y simbólico de esas construcciones.

Las jornadas las abrirá el subsecretario de Servicios Públicos, Diego Leone, quien dejará en claro el compromiso desde la Municipalidad para encontrar una solución a la problemática de la falta de conservación de los panteones.

“Lo importante es que los distintos sectores interesados muestren interés por el rescate de la historia, por poner en valor los cementerios y actualizar una legislación caduca”, apuntó a su turno Daniel Morlas, integrante de la fundación anfitriona, Igualdad Argentina.

Una de las inquietudes plantea la importancia de contar en el mismo cementerio con una escuela taller para formar personal idóneo para intervenir las obras de arte. “Existen actualmente cementerios que han sido declarados patrimonio de la humanidad por su importancia histórica, por los personajes ilustres que se hayan inhumados en ellos y por el altísimo valor de su arquitectura y la monumentalidad del arte que exhiben. La gestión de cementerios ha dejado de ser, con el paso del tiempo, un servicio que garantiza sólo la inhumación. Actualmente, y en un sentido más amplio, es la herramienta que permite la conservación y la preservación del patrimonio tangible y también hace posible recuperar los usos, costumbres, leyendas, creencias religiosas, tradición oral y todo el acervo inmaterial que existe en un espacio funerario. Un ejemplo claro es el cementerio El Salvador, que está ligado por su ámbito, alguna vez centro geográfico del mapa rosarino, y hoy forma parte de la identidad urbana. El barrio Parque, el parque de la Independencia y el cementerio El Salvador son una unidad indisoluble conformada en tiempo y espacio; con ella es posible investigar, educar y divulgar”, concluyó Lahitte.

Fotografías, tiza y carbón

Las jornadas “Hacia una nueva gestión en cementerios” incluyen la Primera Muestra Fotográfica del Patrimonio Artístico, Histórico y Cultural: cementerios El Salvador y La Piedad, donde la conservadora de museo Gloria Sánchez Almeyra buscó en un minucioso trabajo realizado en los archivos fotográficos de la Escuela Superior de Museología y en la biblioteca del Museo Histórico Provincial material fotográfico de fines del siglo XIX sobre los registro elegidos; el Grupo Fotoadictos Rosario tomó la misma foto, desde el mismo ángulo, para mostrar en paralelo el paso del tiempo; además se exhiben fotos donde se ven detalles del patrimonio cultural de ambos cementerios.

En tanto, mañana, a las 10, en la visita guiada a El Salvador, la artista plástica Verónica Véliz desarrollará un trabajo muy original: frente al mausoleo de Artemisa Bett de Ortiz, con tizas y carbones, realizará una intervención en el piso. “Mi intención es sacar el museo a la calle; un arte que se alcanza, que se pasa, se pisa y se borra pero queda en la memoria; ofreciendo capacidad de asombro y buen vivir; los dibujos y pinturas los realiza en el suelo con carbón natural, tizas de escuela y pastel seco y duran aproximadamente dos días, se borran con agua o con el andar de los peatones. La pintura es una excusa para hablar de conceptos como sutil, efímero, eterno, tiempo, amor, desapego y para recibir sonrisas y abrazos”, afirmó la artista callejera.

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