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Zapatero se inmola para salvar al PSOE

El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, avisó que no buscará la reelección el próximo año.

Rearmarse. Ésa fue la estrategia que lanzó el fin de semana pasada el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, al anunciar que no se presentará como candidato en las elecciones del año próximo. La inmolación del socialista tiene un objetivo claro: mejorar la intención de voto de su partido que, según una encuesta publicada en las últimas horas, va muy a la zaga del conservador Partido Popular.

De acuerdo con el sondeo de Metroscopia que publicó el diario El País, el PSOE se ubica 15,8 puntos porcentuales por debajo del principal partido de la oposición. El índice es uno de los más bajos que han obtenido los socialistas en estos años de gestión; en enero último, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), uno de los entes estadísticos más importantes de España, había ubicado al socialismo a 10 puntos de los populares.

El anuncio de Rodríguez Zapatero tuvo el último sábado el doble objetivo de neutralizar el efecto de su mala imagen ante las elecciones autonómicas del próximo 22 de mayo e inaugurar la carrera para los comicios presidenciales de 2012. El domingo, los socialistas congregados en Murcia en el Comité Federal del PSOE (donde el jefe de Gobierno español hizo el anuncio) ya clamaban a viva voz “¡Rubalcaba presidente!”, apuntando al ministro del Interior y vicepresidente como el candidato con mejores chances para suceder a Rodríguez Zapatero.

El renunciamiento del socialista puede ser considerado el tercer gesto de magnitud que tomó en los últimos doce meses de gestión: el primero fue en mayo del año pasado, cuando anunció una serie de ajustes (entre ellos, el congelamiento de las hasta ese momento intocables pensiones) para mantener a flote la economía española; el segundo fue la reorganización de su gabinete en octubre pasado, designando a Alfredo Pérez Rubalcaba como el hombre fuerte de su entorno, para mantener a flote su gobierno; y el tercero llegó este fin de semana, cuando dio un paso al costado en un intento de salvar al partido.

Candidatos

El efecto dominó del anuncio de Rodríguez Zapatero aportó de manera casi inmediata los tres candidatos que seguramente se medirán en las elecciones internas del PSOE después del 22 de mayo: a la cabeza se ubica Rubalcaba, con una intención de voto del 42 por ciento, según la encuesta de Metroscopia; le sigue la ministra de Defensa, Carmen Chacón, con el 17 por ciento y la mejor imagen dentro de los funcionarios del gabinete de Rodríguez Zapatero; y, muy cerca, se ubica el presidente del Congreso, José Bono, con el 16 por ciento. Frente a este panorama, será clave la evolución de la imagen de Rubalcaba, eje actual de las críticas de los populares en temas tan sensibles para la sociedad española como el terrorismo.

A esta estrategia opositora se suma su posible desgaste como candidato, al ser una de las caras de un gobierno en baja desde que se desató la crisis financiera.

Los socialistas, sin embargo, todavía no pierden las esperanzas de vencer una vez más al ya crónico candidato popular, Mariano Rajoy. Hay algunos indicios que para los analistas españoles alientan ese posible (aunque improbable) viraje del electorado.

El primero es la mala imagen que tiene Rajoy entre parte de los votantes: los últimos datos, publicados por el CIS en enero pasado, daban una valoración política del candidato popular de 3,25 puntos sobre diez, mientras que la media para el golpeado Rodríguez Zapatero era de 3,30.

El segundo factor que siguen con atención políticos y analistas es la volatilidad del electorado. Si se hace un relevamiento de la cantidad de votos obtenidos por los dos partidos mayoritarios de España en los últimos diez años, se observa que el PSOE incrementó sus votantes en cada elección, mientras que el PP se mantuvo en torno al 34 por ciento y el 39 por ciento, unos 10 millones de personas. Estas tendencias muestran que los votantes del PP son más estables que los socialistas y que el electorado español presenta una volatilidad de 10 puntos, que afecta de manera determinante la suerte de las dos fuerzas políticas dominantes de España.

Perspectiva

Esta fluctuación en los últimos años benefició al PSOE, que no tiene una base tan sólida de votantes pero sí convoca a más independientes. Es decir que, si el panorama económico mejora –el principal problema actual para el 64,3 por ciento de los españoles es el desempleo, que oscila en torno al 20 por ciento– y el candidato del PSOE tiene buena aceptación pública, los números podrían cambiar.

En la base de esta perspectiva está la premisa de que un candidato popular, con los índices de aprobación casi exactos a los del vapuleado presidente socialista y dos derrotas electorales a cuestas, depende más del desempeño del gobierno actual que de su capacidad de convocatoria para obtener buenos resultados en la encuestas. Éste fue el argumento central que evocó Rodríguez Zapatero en Murcia: “La decisión que tomé le va a venir bien al PP y me alegro, porque ahora se tendrán que poner a hacer su proyecto. Hasta ahora sólo se han dedicado a atacarme, a decir que la culpa es de Zapatero”.

Hasta el fin de semana, la táctica central del PP había sido desgastar al mandatario socialista, una maniobra que a partir de ahora seguramente virará hacia las críticas a Rubalcaba. Las elecciones autonómicas del 22 de mayo serán la primera prueba para ver si la estrategia socialista de hacer a un lado a su líder tuvo buenos resultados.

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