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XV Argentino de Artes Escénicas, una vuelta necesaria

El encuentro que anualmente lleva adelante la Universidad Nacional del Litoral y que se discontinuó el año pasado por cuestiones presupuestarias finalizó el sábado con una cuidada programación y las condiciones dadas para iniciar una etapa de imprescindible crecimiento


Que el encuentro santafesino Argentino de Artes Escénicas que organiza la Universidad Nacional del Litoral (UNL) esté de regreso cuando la suspensión en 2018 hizo peligrar su continuidad es un dato valioso en sí mismo que está por encima de aciertos y errores. Más allá de algunos problemas de logística y organización, se presume también por cuestiones presupuestarias (por lo mismo que se discontinuó el año pasado), el Argentino, que finalizó este sábado por la noche con su cuarta jornada en lo más alto de una programación de once propuestas, cumplió quince años en una etapa en la que agrupó los originales Argentinos de Danza y de Teatro que se programaban en dos momentos del año, y adelantado en el almanaque de su habitual semana de noviembre a la última de septiembre.

Por lo mismo, como toda crisis presume también una oportunidad, el encuentro, ahora con una nueva gestión al frente de la Secretaría de Cultura de la UNL, un cargo que supo ocupar el recordado y querido Luis “Yiyo” Novara quien falleció en julio del año pasado y fue el impulsor de la creación de este encuentro, deberá decidir, para dar sustento a su continuidad, entre quedarse con su pequeño formato o potenciarse, abriendo otras líneas de trabajo que, entre más, podrían sumar en horarios alternativos una necesaria muestra de teatro santafesino o incluso más días para su desarrollo, del mismo modo que el demandado espacio de encuentro entre elencos, público y la prensa especializada con el que supo contar en sus comienzos.

Por fuera de las obras presentadas, y con Rosario en lo más alto de la mano de Fausto, o la pasión según Margarita, de Gustavo Guirado, se destacó una mesa de lectura de cuatro ponencias acerca de la crítica teatral con referentes de distintos puntos del país, y entre otras actividades especiales, el desarrolló en un par de jornadas y bajo la consigna “Tensiones entre teoría y práctica en el ejercicio de la actividad escénica”, de un encuentro entre docentes de las carreras de teatro de distintas universidades del país, coordinado por la docente, investigadora y realizadora santafesina Norma Cabrera, que derivó en una reunión de campo que tuvo como intención dar el paso inicial a la creación de una Red Universitaria Escénica que facilite la circulación de la producción teórica y práctica generada en cada contexto.

La sólida programación surgida de una convocatoria nacional que acercó al equipo evaluador 160 propuestas de las que se eligieron nueve con dos obras invitadas para apertura y cierre, estuvo del lado de los aciertos, más allá de que siempre parecen escindirse las miradas en términos poéticos entre el teatro y la danza cuando ya es hora de borrar esos límites de las programaciones de festivales porque el arte escénico lo hizo hace tiempo, y los cruces estéticos y de lenguaje son hoy una de las materias fundantes de la escena argentina. Por lo mismo se incurre en un error cuando se incluyen propuestas de “danza” dentro de un encuentro que intenta correrse de esa lógica nombrándose a sí mismo como de “artes escénicas”.

Jornada de cierre

Una buena síntesis de la cuidada programación, que arrancó el miércoles con la emotiva y edificante performance biodramática e intrusiva Imprenteros de Lorena Vega, está en repasar las obras del sábado en la jornada de cierre, que arrancó en lo más alto con ¿Por qué demoró tanto?, del talentoso director santafesino Edgardo Dib. El creador, gran conocedor de la obra de Chejov, vuelve a superponer sus siempre bellas y atinadas texturas teatrales, esta vez a partir del trabajo de dos actores formidables: María Rosa Pfeiffer y Raúl Kreig, quienes retoman a Nina y a Kostia, protagonistas de La Gaviota del gran dramaturgo ruso, que ambos encarnaron en 1990, casi como una excusa para hablar del teatro, de los personajes y de cómo la verdad fagocita a la ficción, al tiempo que se preguntan dónde queda latiendo ese limbo en el que los personajes intentan de manera indefinida impedir la irremediable caída del telón.

Poco después llegó el turno del melodrama bizarro Nunca nadie murió de amor, excepto alguien alguna vez de Ricardo Ryser, trabajo que cuenta con la dirección del joven y talentoso teatrista cordobés Guillermo Baldo, con las singularísimas actuaciones de Chacha Alvarado y Daniela Ferreyra, junto al músico Pablo Cécere, quien crea en vivo un universo sonoro que se vuelve textura dramática.

El material parte de la idea de repensar el amor frente a la muerte y pone en escena a una mujer con su cuerpo totalmente quemado junto Ana, la encargada de cuidarla donde, con elocuencia, conviven como destellos cinematográficos el clima de La piel que habito de Almodóvar, con su crueldad, humor y dolor, y el regodeo en la idea de un cuerpo roto que se erotiza, más propia del cine de Cronenberg, todo en el contexto de una puesta en escena con carácter de instalación.

El cierre, en lo más alto, se produjo con El Equilibrista, acaso uno de los trabajos más notables de la escena argentina del presente, que junta el talento de Mauricio Dayub, quien se abisma en escena con un puñado de personajes entrañables, bajo la dirección del maestro César Brie.

Un funambulista dispuesto a detener el mundo

Pasado y presente

El pulso del teatro santafesino desde los años 80 a la fecha está marcado por la presencia de un referente en relación con el periodismo teatral, la gestión cultural y la crítica especializada como es Roberto Schneider, que más allá de su tarea histórica en el diario El Litoral es, de hecho y con el título otorgado de manera simbólica por la comunidad artística, el gran anfitrión que tiene el Argentino desde sus comienzos. Y no sólo por su tarea periodística y de cercanía con otros referentes del periodismo teatral argentino sino también con los hacedores, dada su constante presencia en la mayoría de los festivales y encuentros que se realizan en el país a lo largo de todo el año.

Es así como en el marco del Argentino quedó inaugurada en el Museo del Teatro la muestra Atrapado por su pasado, que plasma a través de vestuario, fotografías, programas de mano y recortes de prensa, entre otras referencias, el recorrido como actor que transitó Schneider en sus comienzos. La propuesta reúne material de las cuatro obras en las que participó con el Grupo de Actores de la Biblioteca Moreno, todas dirigidas por Antonio Germano, de 1979 a 1982. Se trata de Cómico, Macbeth, Rocky Feler en el lejano oeste y Regreso a casa.

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