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X Men: cuando el futuro es mutante

El estreno de “X-Men. Dark Phoenix” devuelve vida a las historias del comic sobre la discriminación y permite encontrar algunas respuestas de por qué apostar a la diversidad para sobrevivir


¿Alguna vez escucharon a una persona usar el término “mutante” como un insulto? En estos días volvieron a los cines rosarinos los X Men, los superhéroes inventados por Stan Lee y Jack Kirby en 1963 para poner imágenes y colores a las fobias aún vivas. La película es X-Men: Dark Phoenix, la última entrega de una saga que empezó mucho antes de que por mes aparezca al menos un título de superhéroes en las grandes pantallas. Previo al boom de la Liga de la Justicia de DC y los Vengadores de Marvel, fueron los X-Men y Spider Man quienes se abrieron un lugar a codazos en las taquillas y generaron lo que hoy parece una demanda estable de personajes en mallas apretadas y capas.

Una mente común

Pero los X-Men no nacieron de un repollo. Tres años antes de la primera historieta sobre un grupo de personas que nacen distintas, el director angloalemán Wolf Rilla llevó terror a los cines con El pueblo de los malditos. Era una adaptación del libro de John Wyndham, The Midwich Cuckoos (1957). La historia, recordada por la parodia de Los Simpsons, contaba que en una pequeña localidad de Inglaterra algo extraño pasó. Un día todos se desmayaron y meses más tarde las mujeres que podían quedar embarazadas habían sido fecundadas. Nueve meses más tarde nacieron niños y niñas casi idénticos entre sí. Con el tiempo el pueblo empezó a temer porque ese grupo aprendía más rápido que el promedio. Parecía que tenían una mente común.

Mundo comunista

La película británica ponía en escena los peligros de la época para los ingleses y parte de Occidente: la amenaza de que dentro del país surja un grupo de personas que sean distintas, tengan objetivos comunes y sean poderosas, pero algo frías, como suele representarse al mundo comunista desde que existe Hollywood. La respuesta en los humanos fue la esperada: el gobierno y los militares fueron a exterminar a los pibes. Para quienes se sientan interesados en el tema puede verse la la remake de título homónimo del gran John Carpenter. O tal vez la serie The Umbrella Academy, de Netflix, que cuenta la vida de un grupo de chicos y chicas especiales.

Nacer con poderes

Influenciado o no, Stan Lee admitió que los X Men salieron de su propia pereza. Estaba cansado de inventar nuevas formas para que sus personajes humanos obtuvieran sus poderes sobrehumanos. Ya había usado la araña que picó a Peter Parker en Spider Man. Ya había echado mano a un experimento militar que empoderó al flacucho Steve Rogers para Capitán América. ¿Y qué decir de la nuclear idea de que una bomba gamma alcanzara a Bruce Banner y lo convirtiera en Hulk? El autor de gran parte de los personajes de Marvel admitió en una entrevista: “¿Y si ya nacieran con los poderes?”.

La incomodidad

Los X Men, la nueva esperanza de Marvel para seguir con la monstruosa venta de tickets después del final de Los Vengadores, es una historia de miedos. Plural. Por un lado, el miedo a no ser aceptado por ser distinto. Por el otro, el miedo que hay al distinto. Los X Men permiten hablar de cualquier discriminación, por género, sexo, orientación sexual, color de piel, religión y cuántos etcéteras puedan nacer de la incomodidad con lo no establecido por el pensamiento dominante, aquél que establece prototipos sociales y no permite interferencias.

Ni una “F” ni una “M”

Este año seis personas iniciaron un trámite en Santa Fe para que en el casillero de sexo de sus DNI no haya una F de femenino ni una M de masculino. En noviembre las noticias nacionales contaban que la Justicia mendocina había reconocido a una persona de 32 años que no se identificaba como varón ni mujer. Fue la primera persona con DNI sin sexo en la Argentina, donde en la actualidad hay cientos que se identifican como no binarias dentro del colectivo LGTBIQ.

En Rosario, un grupo armó en 2018 la primera asamblea de la ciudad y se reúne cada mes para discutir cómo avanzar en sus derechos. Les no binaries resisten las etiquetas y viven en la incomodidad, pero no se la quedan. La sacan a pasear. Por eso usan la “e” del lenguaje inclusivo que en los últimos años popularizaron adolescentes y jóvenes para reconocer otras identidades sexuales y nombrar lo que queda afuera de la “a” y la “o”. “Muchos dicen que no lo reconoce la Real Academia Española, como si consultaran el manual para todas las palabras que se usan. Cuando explicás por qué querés que te reconozcan con la «e» comprenden que no sólo no les afecta en nada, sino que significa respetar a les que nos percibimos de esta manera”, explicó Camile, una de las seis personas que buscan el cambio en el DNI.

El futuro es

En los X Men y El pueblo de los malditos hay una humanidad que hasta ese momento creía ser el último eslabón de una cadena evolutiva con la que miraba por arriba del hombro al mono. Por eso tampoco es raro que quien usa “mutante” como insulto también trate a alguien de “animal”. Es que en el fondo hay miedo a no ser parte del nuevo salto evolutivo del que se benefició en el pasado.

Vulnerables

El mejor argumento que encontré para defender la diversidad es biológico. Me lo dio un guía del Acuario Río Paraná durante una visita en la que mostraron las instalaciones y los laboratorios. Con la ayuda de unos grandes tanques, un grupo de investigadores estudia los perfiles genéticos de distintas razas de peces del río marrón.

El guía explicaba que los identificaban para poder cruzarlos lo más posible evitando la reproducción entre “parientes cercanos”, más conocida como endogamia. No lo hacían porque era lo políticamente correcto. La endogamia determina a la larga una raza de peces más vulnerables: una baja abrupta en la temperatura del agua o un nuevo depredador más veloz introducido en el río pueden acabar con la especie.

En tiempos de cambios que nos dejan helados o a merced de nuevos peligros, es la diversidad la que nos da la posibilidad de sobrevivir. No lo digo yo. Lo dice la biología que usa una persona al insultar a alguien diciéndole: “Mutante”.

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