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Vuelve “ART”, la comedia que hace tres décadas expuso el lado oscuro de las grietas  

El clásico de la dramaturga francesa Yasmina Reza se presenta a fin de mes en el Astengo, con un elenco integrado por Pablo Echarri, Fernán Miras y Martin Slipak, bajo la dirección de Ricardo Darín y Germán Palacios, dos de los actores que la estrenaron en el país en 1997


La paradoja de un lienzo blanco, una supuesta obra de arte que costó una fortuna en la que algunos insisten con ver arte y otros, quizás más pragmáticos y con los pies más sobre la tierra, sostienen que sólo hay un lienzo blanco, desata una serie de conflictos entre tres amigos que, más allá de las diferencias aparentes, se quieren y respetan cada uno en sus singularidades y modos de ver el mundo. Pero las grietas son las grietas, y la comprensión y el sentido común, la disidencia y el pensamiento arbitrario, hacen que todo vuele por el aire.

ART, el clásico de la dramaturga francesa Yasmina Reza (Tres versiones de la vida, Un dios salvaje) vuelve a Rosario para presentarse el viernes 31 de mayo y el sábado 1° de junio (con dos funciones) en el Teatro Astengo. Estrenada en el país en 1997, tres años después de que se diera a conocer en París y que ganara un montón de premiso, la propuesta cuenta ahora con las actuaciones de Pablo Echarri, Fernán Miras y Martin Slipak, bajo la dirección de Ricardo Darín y Germán Palacios, dos de los actores del elenco original que completaba Oscar Martínez.

Tres amigos

Sergio, Marcos e Iván son tres amigos de toda la vida, pero la compra del vendito cuadro blanco que entre muchas otras cosas pone en tensión el real sentido del arte contemporáneo,  hace tambalear los valores que creían compartir y habilita una serie de interrogantes como por ejemplo cuánto se conoce en realidad a los seres queridos y cercanos, qué valores unen realmente a estos amigos (en ellos todos los amigos) y si las amistades consolidadas trascienden las diferencias de criterios, pensamientos e incluso ideologías.

Simple en su complejidad

“Para mí la premisa de esta obra es espectacular porque es muy simple y muy compleja a la vez; es una obra que está escrita de una manera muy elegante, cosa que no se suele ver tanto en el teatro o tal vez ahora cada vez menos en términos de dramaturgia, y para mí consigue algo que pocas veces se consigue en el teatro comercial y es que es una obra muy cómica y muy elevada a la vez. Está sucediendo algo y es que se tiende mucho a la comicidad en el teatro comercial, pero desde un lugar un tanto superficial. Y cuando la obra es un poco más profunda, más elevada, por lo general se tiende más a la solemnidad. Frente a eso, lo que tiene ART es que es realmente muy cómica y al mismo tiempo toca algunos tópicos que la corren de los lugares comunes”, contó Martín Slipak, uno de los actores argentinos sub 40 más talentosos de su generación, con tres décadas de trabajo, quien tiene a su cargo a Sergio, médico dermatólogo y el que compra el cuadro.

“Cuando hablo de tópicos en la obra, me refiero a éstos que están y que no pasan de moda como la amistad, el tiempo, el arte, las decisiones que uno va tomando en la vida”, planteó. Y respecto de esa antesala de lo que ahora se define como “grieta” en el plano del pensamiento banal o más complejo como también en el ideológico, profundizó: “En la obra es notable el gran esfuerzo que demuestran estos personajes para poder continuar algo que traen desde hace mucho tiempo y que es esa amistad. De todos modos, también es válido revisar y ver hasta dónde se puede sostener ese vínculo. En la vida, pasa con las amistades y también con las parejas, porque de pronto empezaste a pensar distinto y es difícil de sostener. Y puede haber mucho amor, mucha historia, mucho afecto, pero a veces eso no alcanza. En ese sentido, es una obra muy realista porque se pregunta hasta dónde se sostiene un vínculo cuando se plantean tantas diferencias, por un cuadro o por lo que sea. Muchas veces uno quiere sostener algo por el sólo hecho de quedarse ahí, no moverse de ese lugar. Y obviamente también es hermoso poder tener vínculos, y por suerte yo los tengo, con personas con las que pensás muy distinto, con las que podés intercambiar ideas o formas de ver el mundo y que quizás también modifiquen tu pensamiento”.

Desde la contradicción

“La obra tiene algo que para mí es bárbaro y es que por un lado, como espectador, lo que te pasa es que podés sentir identificación con cada uno de los personajes porque realmente los argumentos de los personajes son válidos en los tres casos, pero también dentro de esos argumentos válidos hay contradicciones, que es algo que, por suerte, tenemos todos los seres humanos. En ese sentido, el texto de la obra es clave porque la autora no baja línea y no te dice de qué modo tenés que pensar o cuál es el supuesto pensamiento correcto. Por el contrario, va mechando con argumentos completamente sólidos que hacen que el conflicto se sostenga y se vuelva algo muy lindo de actuar. Es realmente placentero para nosotros, actores, poder decir ese texto, porque plantea una especie de enfrentamiento dialéctico muy interesante que demanda, por otro lado, un altísimo nivel de concentración y de atención porque de otro modo te pasa por arriba”, expresó Slipak, también actor de cine y tevé, pero con un singular compromiso por el teatro, el lugar que de algún modo le da sentido a la actuación.

Respecto del trabajo con otros dos grandes de la escena nacional, Pablo Echarri, quien da vida a un ingeniero con un buen pasar, y Fernán Mirás, personaje que atraviesa algunas dificultades económicas y trabaja en una imprenta, destacó: “Son tres personajes muy distintos, con una métrica que los une. Por otro lado, que los directores (Darín y Palacios) hayan hecho la obra durante doce años es muy importante, teniendo en cuenta un dato que a mí me resultó muy curioso dado que ellos mismos hicieron la traducción al español del francés original. Se sentaron con el director, que era inglés, y fueron buscando las palabras que mejor representaban eso que la obra estaba contando, con lo cual, la versión que nosotros decimos, la versión argentina de ART, es una versión prácticamente adaptada al lenguaje coloquial”.

En el mismo sentido, Slipak, que vendrá por tercera vez a Rosario con una propuesta teatral (estuvo primero en El Círculo con el musical sobre Rita, La Salvaje y luego con Una bestia en la Luna, en el CCPE, ya hace unos años), habló de la universalidad que propone el conflicto y de la exactitud de la métrica de una escritura lúcida, desafiante, cercana pero no por eso menos compleja. “Lo que propone la obra es un conflicto universal y exige un cuidado con el texto. En ese sentido fue un desafío porque yo soy «morcillero» (en la jerga teatral, el que cambia o agrega texto), más allá de que hice Shakespeare o Koltès donde el texto es el texto. Sin embargo, tengo una forma de acercarme al texto, un método de memorización que es muy por concepto y después voy reemplazando las palabras. Tengo esa forma de laburar, de memorizar, que no significa que llego al estreno diciendo palabras que no van, sino que me voy acercando de otra manera”, planteó.

Y sumó: “Germán (Palacios), que es quien me acompañó mucho en el proceso de ensayos, porque la obra ya estaba montada y estrenada y yo reemplacé a Mike Amigorena, se ponía nervioso con lo que pasaba, porque en esta obra no son sólo las palabras, también son las comas y los puntos, los silencios; ART es una obra milimétrica. Y creo que este tema del respeto por la palabra que propone la obra traté de tomarlo desde el punto de vista de este enfrentamiento dialéctico al que hacía referencia: es como plantearme cuál es la palabra más filosa más fina y más irrefutable que voy a encontrar para decir lo que tengo que decir. Entonces desde ahí uno puede sostener mucho el texto en esta idea de sostener el verosímil. Cuando uno empieza a tener un enfrentamiento, busca la palabra más acertada que de algún modo es el arma con la que se defiende del otro. Y creo que en ART pasa un poco eso, pero además es gracioso porque hay palabras, de pronto, como la condescendencia o la suficiencia, que son palabras que quizás suenen muy parecidas pero significan cosas totalmente distintas. Por eso, en cada función de ART tenemos que estar muy atentos porque lo que pasa te lleva como una correntada, tiene un inercia muy maravillosa y pasa algo que pocas veces me pasó en el teatro que, tras el apagón final, en todas las funciones, tenés la sensación de que acabas de decir un texto descomunal, y entendés en cada uno de esos apagones porqué esta obra es un clásico”.

Teatro y refugio

El actor, que ensaya por estos días un nuevo trabajo del dramaturgo y director Javier Daulte al tiempo que en los próximos meses también comenzarán los ensayos de La Madre, de otro de los dramaturgos franceses más notables, Florian Zeller, para estrenar antes de fin de año junto a Cecilia Roth, Gustavo Garzón y Victoria Baldomir, dirigidos por Andrea Garrote, habló de los planos que propone la obra de Reza. “Por momentos, la obra tiene una premisa que es tan superficial y la chala de estos amigos parece tan banal, y de golpe, dos segundos después, estás en una zona complicadísima. Eso es algo que la autora lo maneja de una manera espectacular”.

Finalmente, el actor habló del buen momento que atraviesa el teatro argentino frente a la merma de la producción audiovisual. “Este es un año de mucho trabajo pero es un año raro por la ausencia de producción audiovisual, donde el teatro vuelve a ser una vez más una guarida para los actores, un refugio muy poderoso. De todos modos, yo tengo la suerte que nunca dejé de hacer teatro en mi vida y no es algo buscado sino que se fue dando. Me vienen tocando materiales muy interesantes. Hace unos días leímos por primera vez La Madre, con Cecilia Roth, y es un texto muy subjetivo, que logra meterte en ese mundo como pasa con El Padre (del mismo autor, también llevada al cine), donde la problemática es el Alzheimer. Y al mismo tiempo, los ensayos con Daulte, junto a Rafa Ferro, Marina Bellati y Julián Cabrera (con los que compartió la última versión argentina de El método Grönholm). Es toda gente muy talentosa pero sobre todo buena gente, como pasa con mis compañero de ART, para muchos eso es algo importante pero para mí es lo único importante. Hace casi 30 años que laburo, tengo 36, y cada vez estoy más convencido que prefiero actuar con un actor o una actriz que quizás uno no pueda decir que es «maravilloso», pero sí que es una buena persona. De hecho, ya no me conmueve en lo más mínimo un supuesto buen actor que no sea una buena persona”.

Para agendar

ART se presenta en Rosario el viernes 31 de mayo a las 20 y el sábado 1° de junio, a las 20 y a las 22.15, en el Teatro Astengo, de Mitre 754, donde se venden las entradas en horarios habituales de boletería o bien a través del sistema https://www.tuentrada.com/eventos/detalle/Astengo-ART/954219682332.

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