Ciudad

Robo de arte

Vuelve a su casa el cuadro robado hace 35 años del museo Estévez

El cuadro fue recuperado en octubre pasado por la Policía uruguaya cuando era trasladado por la ruta Interbalnearia hacia Punta del Este


“La asunción de Santa Catalina”, un cuadro del artista sevillano Bartolomé Esteban Murillo, que data del siglo XVII, fue robado hace 35 años del museo Firma y Odilo Estévez y recuperado hace dos meses en Uruguay, volverá este jueves a su casa.

Así lo anunció la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, que junto al jefe de la Policía Federal Argentina, Néstor Roncaglia, encabezarán el acto de restitución de la obra “Santa Catalina”. La pieza será entregada al secretario de Cultura de Rosario, Guillermo Ríos, para su posterior devolución al Museo de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez. En ese sentido, el funcionario municipal detalló que este jueves a las 19.30 el cuadro ya estará en el Museo, ocasión en la que realizarán un acto.

En el mes de noviembre, Guillermo Ríos viajó a Montevideo para reconocer el valioso cuadro de Murillo recuperado por la Policía uruguaya e Interpol un mes antes. Había sido robado hace 35 años del museo Firma y Odilo Estévez junto con otras cuatro obras de arte, dos de las cuales también fueron encontradas. La pintura está valuada en 3 millones de euros. Para los investigadores, este hallazgo puede habilitar una pista para dar con más obras que permanecen en los circuitos de arte clandestinos.

El cuadro recuperado en Montevideo es “La asunción de Santa Catalina”, una pieza del artista sevillano Bartolomé Esteban Murillo que data del siglo XVII. Es un óleo de 89 centímetros por 1,15 metro robado en el museo Firma y Odilo Estévez el 3 noviembre de 1983 junto con otros cuatro. Algunos ya habían sido recuperados en singulares circunstancias.

El Murillo viajaba en una camioneta que fue interceptada en la ruta Interbalnearia cuando transitaba, con otros vehículos en modo caravana, desde Montevideo hacia Punta del Este. Fue a 35 kilómetros de la capital uruguaya.

Uno de los detenidos dijo con total naturalidad que ese cuadro ocupó durante 20 años una pared en la casa de su padre. Y que viajaban a Punta del Este a buscar un comprador. Sólo uno de los integrantes de la pequeña caravana que llevaba el Murillo tenía antecedentes, pero por narcotráfico. La conexión con el robo cometido 35 años antes parece inexistente, salvo por el encubrimiento. De hecho, todos los ocupantes del vehículo quedaron en libertad, aunque continúan vinculados a la causa.

Fuentes de la investigación detallaron que, en general, los cuadros robados se movían en bloque. Por eso no descartan que la recuperación sea pista para dar con otras piezas robadas.

 

Botines

Las obras fueron robadas en una secuencia que sumó el golpe contra el Museo de Bellas Artes de la ciudad de Buenos Aires, el Firma y Odilo Estévez, el Castagnino y la vivienda particular de la familia Capriolo, en los años 80. Se atribuyó esos actos a la mano de obra desocupada que quedó después de finalizada la dictadura militar: represores sin trabajo ni dinero. De todos modos, todas las causas judiciales quedaron sin detenidos y ninguno de los hechos fue esclarecido.

Otro cuadro recuperado del botín del Estévez fue “Retrato de Felipe II”, en 1989, de Sánchez Coello. La Policía Federal difundió una versión de un llamado anónimo que daba cuenta de una posible transacción en el Hotel Plaza, en el barrio porteño de Retiro. La Policía montó un operativo similar al que el FBI había armado unas semanas antes en un hotel de Miami, donde recuperó el cuadro de Goya “Palomas y Pollos”, también robado en Rosario pero en un golpe casi calcado al Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino. En ese momento, y pese a las recurrentes equivocaciones, recuperaron el cuadro en el Hotel Plaza Francia, en Recoleta.

En 1995 el Goya robado del Estévez, “Doña María Teresa Ruiz Apodaca de Sesma”, fue encontrado en una camioneta que manejaba Ernesto Lorenzo, alias Mayor Guzmán, lugarteniente y chofer del líder de una banda de paramilitares, la de Aníbal Gordon, en el barrio porteño de Belgrano. En las últimas décadas Lorenzo caería por narcotráfico.

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