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Voyager 1, el viajero del fin del mundo

Por Rubén Alejandro Fraga.- Científicos debaten si la sonda espacial, lanzada en 1977 por la Nasa, ya dejó atrás la frontera del sistema solar.


fragaLa sonda espacial Voyager 1, diseñada en la década del 70 por la agencia espacial estadounidense (Nasa) para durar en principio sólo cinco años e investigar los planetas vecinos de la Tierra, navega ya en los límites del sistema solar, lo que la convirtió en el objeto fabricado por el hombre que más lejos llegó, mientras aún envía valiosa información a casi 36 años de haber sido lanzada. Y la posibilidad de que pueda haber dejado el sistema solar fue objeto de acalorados debates esta semana.

En su viaje cósmico, la nave transporta un disco fonográfico con información diversa sobre la Tierra: más de cien imágenes y numerosos sonidos –entre ellos, saludos en diferentes idiomas–, con la esperanza de que posibles seres inteligentes la intercepten en algún lugar del universo.

Tras ser lanzada el 5 de septiembre de 1977 –dos semanas después que la Voyager 2–, la sonda superó todas las expectativas previas y en estos días se encuentra a más de 18.000 millones de kilómetros de la Tierra, o lo que es lo mismo, a 123 veces la distancia entre nuestro planeta y el Sol.

Los investigadores que estudian los datos que envía la Voyager 1 señalaron que la nave parece estar ahora en un ámbito del espacio más allá de la influencia del Sol. Sin embargo, desde la Nasa, que gestiona la Voyager, consideran que la sonda aún está dentro del sistema solar.

La controversia científica sobre si la nave salió o está por salir del sistema solar podría resolverse si la Voyager 1 pudiera medir la velocidad del viento solar, pero el instrumento ideado para tal fin dejó de funcionar en 1980, cuando el artefacto viajaba en la órbita de Júpiter.

De todos modos, la mayoría de los expertos estima que la sonda ya navegó exitosamente sobre el llamado “choque de terminación”, la zona donde finaliza la influencia del Sol y empieza el área interestelar. De ser así, la aventura de explorar la galaxia estaría en sus comienzos, aunque el artefacto se encuentra tan lejos del Sol que ya no obtiene energía de sus paneles solares.

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Los detalles de su ubicación y la información que envía fueron publicados esta semana por la revista científica estadounidense Geophysical Research Letters. La publicación puso de relieve los datos que la nave espacial estuvo reuniendo sobre los cambios en su medioambiente, los que desde hace un tiempo sugieren que estaría a punto de cruzar la frontera del sistema solar: la llamada heliopausa.

Voyager 1 detectó un aumento en el número de partículas de alta energía, y también de rayos cósmicos, que van hacia la nave desde el espacio interestelar. Al mismo tiempo, la grabación muestra un descenso en la intensidad de las partículas energéticas que vienen “desde atrás”, esto es, desde el Sol. El pasado 25 de agosto, se produjo un gran cambio. Fue lo que los autores del artículo de la revista especializada llaman un “helioabismo”.

“En pocos días, la intensidad heliosférica de la radiación atrapada disminuyó, y la intensidad de los rayos cósmicos subió como cabría esperar si se saliera de la heliosfera”, explicó a la BBC el profesor Bill Webber de la Universidad Estatal de Nuevo México.

Sorpresiva durabilidad

“Cuando se lanzaron las misiones Voyager nunca hubiéramos pensado que instrumentos desarrollados hace más de 30 años podrían un día explorar los confines del sistema solar”, afirmó a su turno Louis Lanzerotti, experto en vientos solares y uno de los responsables de la puesta a punto de las sondas. “En 1977 no podíamos saber que durarían tanto. Sólo pensábamos en un viaje de cinco años a Júpiter y Saturno”, apuntó Stone, integrante del proyecto Voyager desde 1972.

Consideradas por muchos expertos como representantes de la edad de oro de la exploración espacial, las sondas Voyager 1 y 2 son las dos últimas naves de la serie Mariner de la Nasa. Siguiendo las tareas iniciadas por las misiones Pioneer X y XI, las Voyager efectuaron estudios de los gigantescos Júpiter y Saturno y de sus satélites y magnetosferas, y también análisis del medio interplanetario.

Las sondas Pioneer X y XI llevaban una pequeña placa de metal donde se identificaban, entre otras cosas, el tiempo y el espacio al que pertenecían, en beneficio de cualquier civilización que las encontrase en un futuro lejano.

Con ese antecedente, la Nasa encargó al prestigioso científico estadounidense Carl Sagan –fallecido en 1996– el desarrollo del más ambicioso mensaje a bordo de las Voyager 1 y 2, para tratar de comunicar un poco de la historia de la humanidad.

Aunque se lanzó 16 días después que la Voyager 2, la trayectoria de la Voyager 1 fue puesta en una senda más rápida y llegó a Júpiter en marzo de 1979. La Voyager 2 llegó a esa región cuatro meses más tarde. Después, la Nasa dirigió a la Voyager 2 para la realización de estudios similares sobre Urano y Neptuno.

Durante los primeros 12 años de su viaje, ambas naves realizaron una impresionante cantidad de descubrimientos acerca de esos cuatro planetas y sus 48 lunas.

Encontraron, por ejemplo, vientos rápidos en Neptuno, pliegues y radios en los anillos de Saturno y espectaculares volcanes en Io, una de las lunas de Júpiter.

Se registraron tormentas en la atmósfera de Júpiter y se cree que la nebulosa atmósfera de Titán, la luna de Saturno, podría guardar los secretos del origen de la vida.

Finalmente, la Voyager 1 abandonó a los nueve planetas del sistema solar en 1990, tomando una imagen hacia atrás mientras se dirigía al espacio entre las estrellas.

Se envió entonces a ambas naves hacia el espacio exterior, en la dirección general del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Ahora, el principal objetivo de la Misión Interestelar Voyager –una extensión del proyecto primario que fue completado en 1989 con la exploración de Neptuno por la Voyager 2– es ampliar la exploración fuera de la influencia del Sol. Las fuentes de energía de plutonio dejarán de generar electricidad en unos 10 o 15 años, momento en el que sus instrumentos y transmisores morirán.

La Voyager 1 va camino a una estrella llamada AC +793888, pero está a dos años luz, por lo que se necesitarían decenas de miles de años antes de que llegue a ella.

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