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Volvió el temor en zona sur a la misteriosa Trafic blanca

Por Agustín Aranda y Negui Delbianco.- En las veredas se escuchan rumores de secuestros y hasta tráfico de órganos. Pero no hay casos concretos. Jóvenes madres dicen que no hacen denuncias por posibles represalias de policías.

Desde hace más de una década el fantasma de los supuestos delitos cometidos a bordo de una Trafic blanca han corrido como pólvora en los medios, a veces como réplica de algún caso reproducido por los noticieros nacionales. Los motivos fueron diversos: trata de personas, tráfico de órganos, secuestros; un menú ofrecido por la prensa local que incentivó la imaginación de cuanto adolescente se hubiese fugado de su hogar, o de alguna persona mayor que quería justificarse ante su pareja. Pero también determinó que acercarse a cualquier chico y decir: “Qué lindo nene”, se transformara en una actividad riesgosa, ya que el rumor del secuestro de niños convertía a cualquier transeúnte en un potencial delincuente, que seguramente también tenía una Trafic blanca. Sin embargo, los hechos que hoy tienen como escenario la zona sur de Rosario son diferentes. Vecinos pobres, que no se animan a denunciar por temor a romper los códigos de barrio o a terminar fichados por la propia Policía, donde el Estado parece estar en retroceso: zonas en las que no siempre entran los móviles ni las ambulancias, y donde un funcionario policial aconsejó contratar a una empresa privada si se pretendía tener seguridad. Lo cierto es que aunque el miedo y los rumores sobran, hasta ahora, no se ha registrado caso de secuestro alguno.

Fuentes policiales aseguraron que, desde el viernes de la semana pasada, el servicio telefónico 911, dependiente de la Unidad Regional II, comenzó a recibir llamadas denunciando sospechosos hechos en la vía pública que involucraban a una Trafic blanca y un auto color oscuro con vidrios polarizados. Todas las denuncias correspondían a la zona sur, y las alertas, siempre a posteriori de la visualización de algún supuesto hecho, fueron in crescendo hasta totalizar entre 50 y 60 por día, todos los días. Sin embargo, hacia el fin de semana, los llamados comenzaron a mermar, según indicaron desde la Policía.

Cuidado con el uniforme

La esencia del problema puede empezar a desentrañarse caminando por la zona sur, hablando con las madres, quienes escuchan los rumores sobre secuestros y sacan sus propias conclusiones. Más allá de la existencia o no de secuestradores, cada vez que aparece el rumor sobre la Trafic blanca salen a la luz otras situaciones desde las que emergen temas que están latentes en todo momento pero que, por la condición de quienes lo padecen, no se destacan.

“Nos parece raro que si a una mamá le sacaron un hijo, no se muestre ante las cámaras y no salga a pedir ayuda a los cuatro vientos. Soy madre y eso de que tienen miedo no me lo creo”, disparó el pasado miércoles al mediodía una señora que estaba entre la decena de mujeres que esperaban retirar a sus hijos de la escuela primaria 61 de Juan Manuel de Rosas 4059.

“Hace cuatro meses que salió el rumor de que un auto bordó se acercaba a los nenes chiquititos y el conductor les hablaba o el acompañante les sacaba fotos. Puede ser, pero los chicos del barrio son vivos y cuando pasa algo así salen corriendo. Esto no es de ahora. También puede ser cualquiera que venga al barrio a vender merca o hacer otro negocio ilegal”, agregó una de las compañeras de los mediodías frente a la escuela.

“Tenemos miedo de muchas cosas. Aunque nos parece raro que ningún familiar denuncie la desaparición de sus allegados, tenemos esa sensación desde que las seccionales no hayan querido tomar la declaración, como algunos vecinos alertaron el martes por la noche en bulevar Oroño y Lamadrid. Nuestra necesidad es de tranquilidad, porque acá en la villa no entran los patrulleros, como tampoco las ambulancias. También te da miedo a denunciar porque movés todo el piso de la comisaría. Después vas a tener problemas”, se atajó una de las mujeres, quienes no quisieron brindar sus identidades dado el tenor y las implicancias de lo que sugieren.

“A las marchas no voy porque tengo temor de que después reciba alguna represalia. Algunos policías te dicen: «Si acá no pasó, para qué hacés lío». Te dicen eso porque no quieren tener problemas”, confirmó otra de las presentes.

“El jueves nos reunimos en Uriburu y Ayacucho con otras vecinas de zona sur para que aunque sea refuercen los patrullajes en la zona, porque no ves un móvil nunca. Para que agarren a estos sospechosos cuando están dando vueltas”, prosiguió la mamá.

Un fantasmagórico mito

Detrás de las 300 denuncias telefónicas al 911 registradas durante el pasado fin de semana –en su mayoría comisarías de la zona sur y Villa Gobernador Gálvez– y tan sólo una presentación en persona, en la seccional 21ª el domingo pasado referente a un hecho en barrio La Granada, el jefe de la Unidad Regional II, comisario Cristian Sola, hizo alusión en declaraciones a la prensa a dos variables verificadas del fenómeno de la combi blanca que a lo largo de más de una década ha tenido distintas características.

En Rosario, el fantasma tuvo nueve años atrás sus episodios –en su mayoría, tal como recordó Sola, relacionados con jóvenes, en particular, mujeres– que inventaban la aparición del vehículo para esconder un affaire amoroso. En el marco de la por entonces novedosa modalidad extorsiva de secuestros exprés en la provincia de Buenos Aires, durante los meses de septiembre y octubre de 2002 se registraron varios casos de denuncias –radicadas en comisarías– de la Trafic blanca en barrio Rucci, Alberdi y la vecina ciudad de Pérez. En ellas, se mencionó que el objetivo de los secuestros, cuyos escenarios eran en su mayoría las escuelas, era la ablación de órganos, la sustracción de sangre y la trata de personas.

El 26 de septiembre de 2002, la UR II se mantuvo en vilo por el supuesto secuestro de una adolescente de 15 años, prima del jugador de fútbol Damián Manso. Pero, después de que la supuesta víctima apareciera sana y salva, los investigadores se encontraron con que la chica nunca había sido raptada: en cambio, se había escapado con su novio.

El 7 de octubre de aquel año, la noticia periodística recreó el caso de un niño de 9 años que denunció en la comisaría 22ª haber sido víctima de intento de secuestro, con la descripción mitológica reproducida hasta el cansancio por los medios. La paranoia generó un despliegue de patrulleros de la Guardia de Infantería y del Comando Radioeléctrico que apresaron a un hombre de 30 años que distribuía pastas a bordo de una camioneta. Al día siguiente, un juzgado correccional dispuso su excarcelación, al no haberse consumado el delito denunciado ni encontrado elementos para incriminar al distribuidor, mientras que la Policía trabajaba para dar con algún testigo que pudiese corroborar o no la experiencia relatada por el niño.

Diez días más tarde, un nuevo caso de presunto intento de secuestro sacudió la comunidad de barrio Alberdi. Según la denuncia de la madre de una niña de 7 años que estudiaba en la escuela Nº 824 República Oriental del Uruguay, ubicada en Salvat al 1100, dos hombres de entre 25 y 30 años a bordo de una pickup Ford o Chevrolet intentaron seducir al infante, que ante la advertencia de sus compañeras de colegio desistió de subir al rodado.

Cinco años más tarde, en 22 junio 2007, la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) siguió la pista de un secuestro extorsivo de 10 mil pesos que resultó ser una fábula confeccionada por una menor de zona sur, quien había mentido a sus padres para evitar confesar una relación amorosa con un mayor de edad. En el relato apócrifo de la adolescente, el episodio involucraba una Trafic –pero esta vez de color negro– que la había secuestrado, vendado y liberado sin sus pantalones en el parque Urquiza. Los pesquisas interrogaron a la víctima, quien se quebró y reveló la fabulación, aludiendo a que su padre era muy estricto y no hubiese avalado la relación amorosa.

Sospecha utilitaria

Pero el errático fenómeno trascendió la ciudad y el 10 de octubre de 2008 el diario El Litoral de la ciudad de Santa Fe reflejó una situación de “zozobra e incertidumbre” en la comunidad del barrio San Agustín II en el extremo noroeste de esa ciudad. Según el relato del periodista, José Luis Pagés, un vehículo utilitario había “reaparecido, al igual que décadas anteriores”, para seguir a niños del barrio y fotografiarlos, lo que calificó como un trabajo como un “casting callejero” para el secuestro. “Años atrás se decía que una Trafic blanca, cuyos ocupantes permanecían ocultos tras los cristales oscuros iban tras los chicos para robarlos y ofrecer sus partes en un tétrico mercado clandestino dedicado a la ablación y trasplante de órganos”, explicó el vespertino.

Fruto de la leyenda urbana, los vecinos de San Agustín arremetieron contra un conductor de una Trafic, que fue atrapado en el Camino Viejo y estuvo a punto de ser linchado por una turba enfurecida. Sólo una oportuna intervención policial evitó una desgracia mayor. “El hombre, a duras penas rescatado, resultó ser un repartidor de comercio que se había extraviado y hacía preguntas para volver a su recorrido habitual”, describió El Litoral. De igual manera en los últimos días aparecieron nuevas denuncias en la capital provincial que dieron cuenta de nuevas apariciones de la Trafic blanca.

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