Nicolás Galliari
Cuando el árbitro dio inicio al juego pasadas las 19 del último domingo, bajo un calor que no disminuyó su intensidad siquiera ante la ausencia del sol, Sportsman supo que vivía una jornada histórica. Como si se tratase de honrar el slogan del club, ese que habla de “alma de pueblo, corazón de fútbol”, la institución dio un paso gigante en la concreción de un proyecto en el que trabajó más de un año. El regreso a la liga Cañadense tras más de 30 años de ausencia es, así como dijeron sus autoridades, un motivo de celebración y dignidad.
Previamente al comienzo del juego del primer equipo, cuya derrota no empañó una tarde festiva, se realizó un corte de cintas simbólico con el que se inauguró la nueva cancha y el conjunto de obras que la dirigencia realizó para volver a competir.
Entre ellas, un campo de juego de mayores dimensiones al anterior, nuevo perímetro de alambrado, arcos, ingresos y pulmones nuevos, corrimiento de tapial, espacio para hinchada visitante, salida de emergencia y vestuarios con baños y duchas para todos los jugadores.
“Queremos que los chicos sientan que esta es su casa. Hoy inauguramos la continuidad de un proyecto de dignidad”, expresó Amín Bazze, presidente de una entidad que, en paralelo, fue pionera hace muy poco tiempo en el fútbol femenino de Roldán. Así como las primeras divisiones compiten en sus respectivas ligas, una inmensa cantidad de chicos se entrena día a día en su sede y en el predio de Tierra de Sueños 1.
En esta temporada de regreso, Sportsman será el único club de la Cañadense que jugará “por el orgullo y el amor a la camiseta”, como señaló Bazze. Sus jugadores se concentrarán, recibirán viáticos y compartirán momentos en grupo, pero no cobrarán por pertenecer a la entidad. En días venideros, el club continuará su vida democrática y elegirá nuevas autoridades, aunque el 12 de marzo quedará marcado con tinta indeleble.
“Siento una profunda emoción, esto es fruto del esfuerzo de mucha gente”, señaló el intendente Daniel Escalante, invitado especial al debut.
Como postales de otro tiempo, era posible ver camisetas blanquinegras por calles San Martín y Pellegrini incluso una hora después del partido, en el regreso a casa. Antes del encuentro, un instante resumió la tarde, cuando el primer equipo salió a la cancha. Un hincha tocó el redoblante, otro siguió el ritmo con el bombo y los más chicos tiraron papelitos subidos a los hombros de los mayores.
Fue como si tantos años de espera tuvieran su correspondencia en ver a los jugadores allí, listos para empezar.
Lo que se vio en la cancha fue otra realidad, un contexto entendible para un equipo que recién comienza a andar. Tuvo dos oportunidades claras y se fue al descanso con un gol de desventaja, pero una expulsión local al comenzar el complemento hizo que ya no hubieran equivalencias ante Adeo, el último campeón.
La goleada 5-0 en contra causó una bronca que se disipó en segundos. Luego de compartir charlas, mates y risas pegados al alambrado, los hinchas despidieron al equipo con aplausos.
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