Policiales

Violencia de género

Vivir con terror y esperar lo peor

Manuela tiene cinco hijas y pide ayuda desesperada. Sobrelleva unas diez denuncias por amenazas de muerte que nadie escucha.


“Te voy sacar los dientes uno a uno a fierrazos, a cañonazos. Te voy a destrozar la cara, a cortar el cuello. No te das una idea lo que te voy a hacer. Te voy a hacer mucho daño”. El mensaje es tan claro como la voz masculina que lo pronuncia. Sale de un teléfono que sostiene la mano temblorosa de Manuela, una mujer de 34 años que pide ayuda ante las cámaras de un noticiero. La voz continúa con pausa y decisión. Promete mutilarla con un machete, cortarla con un cuchillo tramontina y reventarle la cabeza a balazos. A Manuela se le llenan los ojos de miedo. Muestra más de diez denuncias que realizó desde mediados de 2016 hasta estos días. Dice que teme por su vida y la de sus cinco hijas. Y se pregunta si están esperando que la maten para detener a su ex, un remisero de 42 años.

Manuela vive sola en Empalme Graneros con sus cinco hijas. Las más pequeñas, dos mellizas de 11 meses de vida, son producto de su relación con Alejandro Enrique G., el remisero a quien denunció unas diez veces por amenazarla de muerte, propinarle agresiones físicas y psicológicas a ella y a sus nenas. Una tiene diez años (y su papá falleció) y hay otras dos adolescentes de 16 y 18, quienes habrían sufrido amenazas de abuso por parte de Alejandro.

En diálogo con El Ciudadano, Manuela explicó que los episodios de violencia comenzaron poco antes de quedar embarazada y se fueron intensificando al punto que debió cerrar la pollería con la que se sustentaba y hasta dejó de salir de su casa. Si bien siempre realizó denuncias, la Justicia no actuó. “En febrero pasado, 18 días después de la cesaria” con la que dio a luz a las mellizas, su ex la atropelló con el auto, la arrastró varias cuadras y la dejó hospitalizada, recordó Manuela. Esa fue la única vez que logró que le abran una causa penal que lo mantuvo un mes preso. Pero fue peor. Porque durante el encierro, Manuela dijo que las amenazas se intensificaron y siguieron cuando recuperó la libertad.

Esta Navidad, un audio telefónico le inyectó terror y la llevó a pedir ayuda por fuera de la Justicia. El mensaje que hace escuchar no sólo es estremecedor. Porque el 29 de diciembre, cuatro días después de enviarlo, su ex se presentó en su casa con un fierro y destrozó el auto del hermano de Manuela, quien vive en la casa delantera. Manuela recuerda que ese mismo día un agente penitenciario masacró a cinco personas en Santa Fe. Asesinó a su ex pareja, a la hija y al novio de ella, a su ex cuñada y su ex suegra.

“Estoy aterradísima. Su plan es matarme a mí. No podemos salir ni a hacer un mandado. En la Fiscalía me dicen que la causa está en trámite y que llame al 144, y ahí me dicen que haga la denuncia en el 911. ¿Están esperando que me mate? En febrero voy a ser un cadáver”, advirtió Manuela con desesperación. Y agregó: “¿Están esperando que entre decidido y nos mate a todos. Ya tienen datos para llevarlo preso. Tienen los audios, nombres y apellido. Se están demorando mucho”.

Además de terror, Manuela ya no puede con los gastos. “Tengo que cargar económicamente con todo, con las bebés, pañales, leche, ropa y encima gastar en remises y colectivos para hacer las denuncias. Las nenas se me enferman, no puedo salir a trabajar, cobro una pensión que es muy escasa”, dijo la mujer que volvió a expresar su miedo y dijo que su ex consume drogas y alcohol. Luego de las últimas dos denuncias, por el audio estremecedor del 25 de diciembre y de destrozar con un caño el auto de su hermano, Manuela consiguió que le tramiten un botón de pánico, que demorará varias semanas. Mientras tanto reiteró: “Lo único que pido es que lo lleven preso”.