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Vivencias de una niña afrodescendiente esclava en el período colonial

En “Rosalía y el revés de las cosas” una niña cuenta su vida y construye un universo de magia y ternura para enfrentar un mundo hostil. Su autora, Julia Broguet tuvo antepasados en situación de esclavitud y con este texto busca incluir una perspectiva étnica racial en la educación infantil


Rosalía y el revés de las cosas es el nuevo libro editado por Listocalisto, escrito por Julia Broguet e ilustrado por Romina Biassoni.

Este libro cuenta la historia de Rosalía, una niña afrodescendiente en situación de esclavitud durante el período colonial. Nacida en Santa Fe de comienzos del siglo XIX, la niña narra en primera persona su vida cotidiana y construye un universo de magia y ternura para enfrentar un mundo hostil en el que se mezclan los colores, los animales y los sonidos de África, que recuerda cada noche, cuando su mamá le cuenta historias antes de irse a dormir.

Rosalía y el revés de las cosas ganó el premio estímulo en la categoría Editorial Regional de Espacio Santafesino.

Una historia que no fue contada

La autora nació en Paraná en 1981 y migró a Rosario para estudiar antropología. Es investigadora y docente. Desde chiquita le gusta bailar y hacerse preguntas. De más grande, bailar y preguntar la acercaron a la investigación sobre prácticas culturales afro.

Hace unos años comenzó a trabajar en proyectos vinculados a la temática de la diversidad cultural y la discriminación racial en escuelas. Publicó trabajos en diferentes revistas científicas nacionales e internacionales.

Y por primera vez, Broguet escribe ficción sobre este tema en un libro. En la búsqueda de experiencias se fue acercando a fuentes históricas y a través de ellas, por azar, conoció parte de su historia familiar: del lado de su línea materna, sus antepasados, fueron hombres y mujeres en situación de esclavitud que vivieron en la ciudad de Santa Fe.

Ese descubrimiento fue muy movilizante y le generó preguntas acerca de la forma de representar a las comunidades afros e indígenas en la historia nacional, sobre los silencios y olvidos familiares que hicieron que estas historias nunca fueran transmitidas.

“Hubo un nombre en especial, de esos antepasados, que apareció y me quedó resonando, el de Benita Rosalía Villamonte y es a quien está dedicado el libro. Quise contar, de alguna manera, esa historia que no me fue contada”.

Una sociedad justa, diversa y con memoria

Rosalía y el revés de las cosas se vuelve un recurso pedagógico inédito para abordar en el aula y con la familia, el tema de la presencia africana y afrodescendiente que habitó y habita el suelo santafesino. Una oportunidad para preguntarnos cómo se representa el pasado y el presente de estas poblaciones en la escuela, y cómo se construyó y se legitimó un relato de la historia nacional que, forzadamente, fue europeizado y blanqueado.

“Siempre ha sido una temática objeto de estereotipos, por ejemplo en los actos escolares, se ha hablado poco de lo que significó la esclavitud, nos cuesta pensar que eso haya sucedido en nuestro país.

Entonces me parece que esas preguntas abren un sentido en relación a lo poco que se habla sobre el tema y también creo que puede abrir paralelos que puedan trazarse con algunas vivencias de infancias en la actualidad, creo que eso es movilizante”, reflexiona la autora.

El relato de Rosalía, que llegó a estas tierras en la panza de su mamá, está basado en registros reales de personas esclavizadas en Santa Fe, durante el período colonial.

Historias como la de Rosalía fueron y son parte de nuestra historia argentina. “Por eso recuperar esos relatos y difundirlos entre las nuevas generaciones es vital para construir una sociedad justa, diversa y con memoria”, asegura.

Perspectiva étnica racial en la educación

Broguet cuenta que la idea de  este libro también tiene que ver con la investigación de la temática afrodescendiente en la actualidad y con entender cómo han sido los modos de representar a estos pueblos, con la formación de los docentes en relación a estas temáticas, y a considerar una perspectiva étnica racial en nuestra educación, al racismo que permea los vínculos en los contextos educativos, en los que la investigadora trabaja hace años y que desea que Rosalía y el revés de las cosas aporte una mirada distinta sobre esta temática.

“Las ideas son parte de la deriva de un proyecto de investigación que se viene sosteniendo desde hace varios años. Es un proceso que estuvo muy vinculado a prácticas culturales afroamericanas en Rosario, como descubrir el candombe afrouruguayo en 2000 en la ciudad y junto a eso, de todo el universo de afrodescendientes en América.

Las preguntas que despertaban estas prácticas no encontraban respuestas, no resonaban en el mundo académico en esa época ya que no se hablaba acerca de las poblaciones afros.

Entre la docencia, la investigación y estas prácticas, fui generando materiales que estuvieran destinados a públicos amplios, que pudieran recurrir a distintos lenguajes y registros, acercar y comunicar la temática por diferentes vías.

Y esa necesidad por suerte fue compartida con varias personas, con las que nos fuimos agrupando y algunas incluso son parte de este proyecto”, cuenta.

Los canales de la poesía y la ilustración

A su vez, le inquietó pensar un material para niños y niñas, ya que Broguet da clases en el Normal N° 3, y en conversaciones con colegas fue reconociendo la importancia de encontrar formas de comunicar sus experiencias de investigación, ampliando las posibilidades del lenguaje para que esos resultados puedan puestos a circular en prácticas cotidianas concretas, que no queden reducidos a un lenguaje académico.

“Por eso recurrí a un registro literario y a un registro visual con las ilustraciones de Romina, abrir los canales de la poesía y de la ilustración para contar la historia de estas infancias marcadas por la esclavitud colonial en nuestra región.

Porque no sólo hubo esclavitud en Estados Unidos o Brasil, también en Argentina hubo infancias que vivieron y atravesaron este fenómeno”, dice.

Proceso de escritura colaborativo

El proceso de escritura fue colaborativo, producto del diálogo entre distintas personas que fueron asesorando en diversas áreas. La versión inicial del cuento la compartió con la periodista Vanina Canépa, con la que hicieron múltiples reescrituras, ajustando escenas, imágenes, reforzando detalles.

Según la autora, un momento importante para llegar a la última versión fue la lectura que hicieron chicos y chicas del cuarto grado de la señorita Gabriela. “Es la docente que le abrió el aula a Rosalía y que participó asesorando pedagógicamente en el proyecto.

La devolución de los chicos y de las chicas después de una lectura fue fundamental porque ubicaron algunas escenas claves del cuento, por ejemplo, la del encuentro de Rosalía con Remigia, ese vínculo de amistad que se teje en ese contexto”.

En este sentido, Romina Biassoni, quien realizó las bellas ilustraciones, dijo: “Si bien realicé los dibujos y pensé en varias ideas para enlazar el texto y la imagen sin que se pisen, es decir, sin que el texto le robe a la imagen y sin que la imagen le robe al texto, trabajamos en conjunto con Julia y su equipo, en especial con el acercamiento de material para que sea fiel a la realidad, como por ejemplo el dibujo de las vasijas, las casas, las vestimentas, etc.”.

La asesoría histórica estuvo a cargo de Magdalena Candioti; la pedagógica fue de Gabriela Orbe, la de temática afrodescendiente de Lucía Molina y en museos colaboró Rosa García.

Para abrir mundos y sentidos

Rosalía y el revés de las cosas es un cuento que, desde la ternura, reflexiona sobre la historia e invita a repensar nuestras identidades ¿Dónde se habla el idioma kikongo? ¿Es libre Rosalía para jugar en cualquier momento del día? ¿Qué fue la esclavitud?,  son algunas de las preguntas que resuenan al final del cuento e invitan a seguir conversando después de la lectura.

Según Broguet, el objetivo principal es que la lectura del cuento y de esas preguntas finales sirva como disparadores para que los chicos y las chicas se cuestionen e indaguen sobre estos temas.

“Llegamos a la idea de dejar preguntas planteadas y que sean abiertas, por eso hay renglones, donde los chicos pueden escribir. La idea es dejar un sentido abierto, confiando en que esas preguntas generen nuevos interrogantes y que puedan permanecer en el libro, en un estado de latencia”, concluye la autora.

 

 

 

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