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“Vino decidido a matarlo”

Un joven de 20 años falleció ayer a la madrugada tras recibir una puñalada en el pecho por parte de un vecino en la vereda de su casa de avenida Calasanz al 9200, en la zona oeste.

Ramiro Orué tenía 21 años y una sonrisa difícil de ocultar. Así lo describieron las más de 30 personas que ayer despidieron sus restos a puro llanto, en el mismo lugar donde horas antes recibió una puñalada en el pecho que le quitó la vida. Su muerte fue el desenlace de una rivalidad que mantenía con un muchacho de 20 años, apodado Piris, que vive a pocas cuadras de su casa ubicada en avenida Calasanz al 9200 (continuación Mendoza). Allí celebraba las Pascuas junto a sus amigos y familiares cuando pasada la medianoche de ayer una gresca terminó en tragedia. El presunto agresor fue detenido horas más tarde en su domicilio, donde la Policía secuestró una faca de 10 centímetros con la que se piensa cometió el crimen.

“Vino decidido a matarlo”, dijo una de las hermanas de la víctima fatal, quien relató los sucesos. Según la joven, celebraban las Pascuas en familia junto a varios amigos cuando un grupito de cinco pibes que habían tomado alcohol toda la tarde en la esquina de su casa comenzaron a arrojar piedras contra su domicilio. Entre ellos estaba Miguel Ángel M., apodado Piris, quien ya había mantenido roces con el fallecido por temas personales. “Uno de los hermanos de Piris tenía un arma y disparó al azar dos o tres tiros. Al que le pegaba le pegaba. Fue una locura porque había criaturas”, dijo la joven. Según su testimonio la provocación derivó en una pelea que se agravó cuando los agresores se quisieron meter adentro de la casa. “Salimos todos y mis hermanos quisieron desarmar al que tenía el arma”, recordó la joven tras agregar que en esas circunstancias Piris sacó un facón que llevaba en la cintura y empezó a tirar puntazos. “Me quiso agredir y mi hermano (por Orué) se puso en el medio para defenderme. Se la clavó en el corazón y se fue corriendo”, lamentó.

Los investigadores del caso señalaron que tras la agresión al joven de 20 años, su papá de 48 años lo llevó minutos antes de la 1 de ayer en un auto particular al policlínico San Martín adonde arribó sin vida. “Mi hermano era albañil, muy buena persona. Él (por el fallecido) siempre te iba a poner una sonrisa. Era único”, remarcó la muchacha tras referir que los problemas con el presunto homicida comenzaron porque la habían insultado y su hermano salió en su defensa. “No es justo que anden con armas robando vidas ajenas”, expresó la joven que vivía junto al joven asesinado y sus otros dos hermanos en la misma casa con sus padres.

En relación al móvil que desencadenó el violento ataque, un vocero policial indicó que tanto la víctima como el agresor se conocían desde pequeños porque eran vecinos del barrio Unidos, ubicado en la zona oeste de la ciudad. “Se habían peleado por una piba muy linda que al parecer noviaba con uno y picoteaba con el otro”, esgrimió el uniformado tras aclarar que se trató de una gresca de grandes dimensiones en la que “participaron todos” y que la mayoría estaban “borrachísimos”.

Por su parte, una vecina de la zona agregó que durante la hora previa al fatal desenlace, varios de los pibes que se enfrentaron con la familia habían provocado a la víctima. “Primero vino una sola persona en moto y tiró unos tiros al aire”, refirió. De acuerdo al testimonio de la mujer, el muchacho se llama Damián y gritó varias veces “«Ramiro hijo de puta te voy a matar»“. Más tarde llegaron cinco que habían estado toda la tarde dedicados a tomar alcohol, entre los que se encontraba José, un hermano del muchacho, conocido como Piris, quien fue detenido minutos después del crimen en una vivienda de Magaldi al 9400, recordó la vecina.

Más de 30 personas participaron del velorio de Orué. Las lágrimas impidieron que sus amigos hablen y en la mayoría solo atinaron a decir: “No hay palabras para esto”, aunque todos resaltaron la sonrisa y el buen ánimo del muchacho asesinado. “Lo querían todos”, dijo su hermana tras hacer un pedido. “Por favor poné nuestros agradecimientos a todos los vecinos que nos acompañan”. También estaba allí la maestra de la escuela primaria de Ramiro, que juntó fuerzas para hablar del joven: “Con Ramiro se llevaron una sonrisa espectacular. Era un buen tipo que amaba bailar, se reía mucho y se lo veía feliz con muy poco. Era imposible no querer a Ramiro. Era de esos chicos que no pasan desapercibidos en ningún lado. Con él se llevaron la alegría”.

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