Espectáculos

Viñas, una mirada crítica y provocadora

Ensayista, escritor y polémico, David Viñas sedujo a los jóvenes intelectuales. Ferviente marxista, el escritor vivió el exilio dando clases en California, Berlín y Dinamarca.

 
Escritor y ensayista polémico, el fallecido David Viñas irrumpió en el panorama cultural de Buenos Aires con la fundación -junto a su hermano Ismael- de la revista literaria Contorno en 1953 y desde ese momento su mirada crítica y provocadora sedujo a los jóvenes intelectuales.
Refiriéndose a uno de los ejes centrales de la obra de Viñas (1929-2011), el escritor Ricardo Piglia destacó “la indagación sobre las formas de la violencia oligárquica …sobre todo la dominación oligárquica, la persistencia de esa dominación y sus múltiples manifestaciones en distintos planos de la historia nacional”.
Ferviente marxista, durante la última dictadura militar (1976-1983) Viñas estuvo exiliado en Madrid y México y dio clases de literatura en California, Berlín y Dinamarca.
 “Fue todo muy terrible, la muerte de los dos hijos, demasiado duro. Cinco meses después de haberme instalado en Europa, recibí una carta de Adelaida, mi esposa, anunciándome que había desaparecido la nena. Y en el 79 me llamó al barrio de El Escorial una mujer a la que yo no conocía, para avisarme que habían asesinado a Lorenzo Ismael. Era una locura, me daba contra la pared”, contó en una entrevista.
Mucho después, en 1990, el escritor rechazó la Beca Guggenheim en homenaje a sus hijos, secuestrados y desaparecidos por la dictadura militar.
En un ejemplar de la revista Capítulo en 1982, Viñas evocó: “Mi padre me alentó, pero no con libros. Sino hablándome de la ciudad del 900, de la Patagonia y de los fusilamientos (…). Por parte de mi madre: los pogroms, la huida desde Odessa, el acorazado de Potemkim (…) y el puerto de New York”.
Cuando tenía 13 años, consigue una beca para el Liceo Militar que abandonó para estudiar con los jesuitas; se doctora en Letras por la Universidad de Rosario en 1963 con la tesis “La crisis de la ciudad liberal” y allí conoce a algunos intelectuales, entre los que se encontraba Adelaida Gilgi, su futura esposa y madre de sus dos hijos.
Su novela “Dar la cara” había recibido en 1962 el Premio Nacional de Literatura, distinción que se reiteró en 1971 por su libro “Jauría”; en 1972 “Lisandro” recibió el Premio Nacional de Teatro, y al año siguiente “Tupac-Amaru” el Premio Nacional de la Crítica.
Escribió también las novelas “Cayó sobre su rostro” (1955) – premio Gerchunoff 1955-1956-, “Los años despiadados” (1956), “Un dios  cotidiano” (1957) -premio Kraft-; “Los dueños de la tierra” (1958)-Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores-; “Los hombres de a caballo” (1967) -Premio Casa de las Américas-.
Además, “Los años despiadados”, “Cosas concretas” (1969), “Cuerpo a cuerpo” (1979), “Ultramar (1980), “Prontuario” (1993), “Claudia conversa” (1995) y “Tartabul” (2006).
Como dramaturgo, destacan las obras “Sara Goldmann” (1957),  “Tupac Amaru” (1973) y “Poder, apogeo y escándalos del coronel
Dorrego” (1986).
De su obra como ensayista sobresalen entre otros muchos textos “Literatura argentina y realidad política: de Sarmiento a Cortázar” (1970), “De los montoneros a los anarquistas” (1971),  “Indios, ejército y fronteras” (1982), “Literatura argentina y política – De los jacobinos porteños a la bohemia anarquista” (1995) y “Literatura argentina y política: De Lugones a Walsh” (1996), “De Sarmiento a Dios – Viajeros argentinos a USA” (1998).
También fue guionista de los filmes “El jefe” (1958), “El candidato” (1959), dirigidas por Fernando Ayala; “Sábado a la noche, cine” (1960), “Dar la cara” (1962), “La Patagonia rebelde” (1974) y “La muerte blanca” (1985).
En 1981, instalado en México, fundó la editorial Tierra del Fuego junto a Pedro Orgambide, Jorge Boccanera, Alberto Ádelach y
Humberto Costantini.
Con el fin de la dictadura militar argentina, volvió a Buenos Aires en 1984 porque, confesó, era la única ciudad en la que se sentía cómodo. “En el exilio soñaba con esta ciudad, pero como escenografía, sin habitantes. Tenía mucho rencor por lo que me había pasado.”
Ese mismo año fue nombrado titular de la Cátedra de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Y en 1998, profesor emérito de esa casa de estudios. (Télam).-

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