El Hincha

Historia de vida

Vidondo, con destino marcado

Futuro médico de profesión y actual boxeador por elección, trabaja para el despegue a nivel internacional. Con 38 años, el neuquino radicado en Rosario aspira a seguir creciendo en el deporte de los puños.


No hay riesgos de equivocación al pensar que Matías Ariel Vidondo, futuro médico de profesión y actual boxeador por elección, jamás escuchó el pasaje del tango “Monte Criollo”, del poeta Homero Manzi: “Cuarenta cartones pintados con palos de ensueño, de engaño y amor.La vida es un mazo marcado, baraja los naipes la mano de Dios”.

Esta metáfora refiere a que el destino de cada uno está prefijado por Dios. Y tiene medida como carta de presentación para el actual momento de la vida de Vidondo. Campeón argentino pesado, con 38 años y sólo 4 como profesional.

“Nací en Neuquén y estoy radicado en Rosario. Llegué con 20 años a estudiar medicina. Primero pasé por la facultad de La Plata y me fue mal en dos intentos para ingresar. Vine a Rosario, di el examen y me faltan finales para terminar la carrera.

El boxeo, profesionalmente hablando, apareció a los 33 años. Hice campaña de aficionado y me di cuenta que era la actividad deportiva que me gustaba”, expresó.

“En mis comienzos fueron fundamentales el apoyo de compañeros del gimnasio, profesores, técnicos y de mi novia. Todos me alentaron, me respaldaron y me estimularon para que no abandonara mi idea. Creyeron en mí. Amo el deporte; por eso soy boxeador. El boxeo es muy noble y para practicarlo hay que tener coraje y hombría. Eso sí, miedo siempre se siente. Si no lo sentís, es porque estás loco”, consideró.

La altura, su voluminoso cuerpo, están más cercanos a describir a un profesor bonachón de actividades físicas que a un demoledor noqueador. Su cara con rasgos y mirada mansa, entremezclan ingenuidad y fina sensibilidad; lo instalan lejos de los duros peso pesados. De algún relato de Norman Mailero de Guy Talese.

“Volviendo al miedo. Me asusta más un examen en la facultad que una pelea en el ring. Eso sí, siempre le tuve miedo al fracaso. A no ser alguien. De chico en la escuela no me gustaba que me dijeran ‘grandote o gordo boludo’. Quizás todo eso haya influido en mi inclinación por el boxeo”.

Como pugilista rentado ganó 20 peleas, 18 por nocaut; registró un empate y sufrió una derrota. Ganó el título argentino y lo defendió con éxito dos veces. Viene de lograr en Neuquén su triunfo más resonante, sobre el ex campeón mundial Marcelo Domínguez.

“Todo pasó rápido. A veces tengo que hacer un alto y pensar que soy campeón nacional de los pesados. Heredero de una historia inmensa (NdR: en su categoría sobresalieron Luis Ángel Firpo y Oscar Bonavena).

Mi pelea con Fabio La Mole Moli fue muy comentada. Por las interrupciones que tuvo, me la postergaron dos veces. Gané por descalificación en un combate muy duro para los dos. Hoy a bastante tiempo de aquella noche, de aquel final, sostengo que Moli es una buena persona.

Le dolían mis golpes no sólo en el físico, sino en su orgullo. Y lo resolvió con una actitud equivocada. Creo que fue un acto fallido”, señaló sobre aquella descalificación por haberlo golpeado cuando estaba en el suelo.

“Haberle ganado a Marcelo Domínguez también fue muy fuerte. Me había entrenado muy bien, preparado para una lucha larga y con un gran boxeador.

Cuando metí mi mano cruzada y ví como brotaba la sangre, supe que estaba terminada”, recordó.

“No obstante, reconozco que el nocaut más lindo fue el primero que conseguí, el día de mi debut en Rosario (NdR: el 19 de marzo de 2010 le ganó por KO en tres rounds a Juan José Márques en el club Río Negro). La sensación de aquella noche fue inolvidable”.

La única derrota de Vidondo se produjo en el club Sportivo América, en una noche en que disputó el título latino interino CMB. Contra todos los pronósticos, perdió por nocaut técnico con el brasileño Irineu Beato Costa Jr.

“Una noche amarga. En el primer round me lesioné la mano y no pude levantar la pelea. Me di cuenta que no iba a llegar al final y entonces aceleré y tiré todo lo que tenía. Perdí porque estaba extenuado. Veía todo borroso, me había subido el ácido láctico. Estaba agotado”, lamentó.

El futuro de Vidondo pasará por despegar internacionalmente. El título Sudamericano, el Latino, una revancha con La Mole Moli o con el brasileño Beato Costa, radicado en Estados Unidos. Varias son las posibilidades.

Mientras tanto, trabaja con su equipo: técnico, preparador físico, nutricionista, psicólogo. ¿Llegará una posibilidadde un título mundial?

“¿Por que no? No descartemos nada. Todo es cuestión de metas. Los sueños y alcanzarlos, están ligados a ellas. Todo es posible. Lo demás son excusas”, aseguró Vidondo.

La tarde comienza a despedirse. El sol recuerda la elevada temperatura y una leve brisa trae la voz de Edmundo Rivero: “Y es por eso que hoy te canto, con fervor de ser humano. Yo te busco entre las sogas; yo te grito; yo te aplaudo. Sin corona o con corona, indomable boxeador”.

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