Ciudad

Clarificar el pasado

Verónica fue apropiada en 1976: “Quiero saber qué pasó”

Tiene 41 años y se enteró a los 28 de su situación. Y desde entonces la mueve la necesidad de “cerrar el círculo, saber qué pasó”. "La incertidumbre hace muy mal", dice


Verónica se puso en contacto con los medios porque quiere que su historia se sepa y busca ayuda. Foto: Alejandro Guerrero.

“La historia que te voy a contar puede ser en parte verdad y en parte mentira. No lo sé. Yo fui apropiada. Anotada como hija de los papás que me criaron. Si es cierto lo que me dijeron, a lo mejor con esta historia pueda llegar a alguien que me de algún dato sobre mi madre biológica. La estoy buscando”. Así se presenta Verónica Andrea Filippi. Según su documento tiene 41 años, aunque aclara que la fecha de nacimiento (27 de agosto de 1976) es incierta porque su certificado de nacida viva fue adulterado. Se enteró a los 28, cuando su mamá del corazón –como la llama– le confirmó lo que ya sospechaba. Y desde entonces la mueve la necesidad de “cerrar el círculo, saber qué pasó”.

Verónica habla en plural. “Estamos buscando nuestros orígenes biológicos”, explica sentada al lado de una amiga que tiene una historia similar y que asiente con la cabeza cuando la escucha aclarar que no busca “juzgar a nadie, solamente abrazar”. No importa qué le pasó a su madre, ella solo quiere encontrarla.

“Sabemos que esa persona nos puede haber entregado, vendido, o haber dicho que nacimos muertas y por eso no nos están buscando. Sabemos que existen esas opciones y estamos abiertas a todo. Porque lo que nos hace mal es la incertidumbre. Vivir con la incertidumbre de no saber qué fue lo que pasó. Eso es lo que nos pasa a todos los buscadores”, explica Verónica.

Años de plomo

La apropiación de bebés durante la última dictadura cívico militar fue sistemática y la búsqueda de las Abuelas de Plaza de Mayo incesante.

En cada década se idearon campañas de difusión adaptadas a la edad generacional de esos jóvenes robados para encontrarlos y devolverles su identidad, ese derecho inalienable.

Acercarse a Abuelas fue lo primero que hizo Verónica, ya que su historia comenzó una tarde de agosto de 1976 en un puesto de diario céntrico que hizo de lugar de entrega. Un año después de hacerse el ADN le dijeron que no había resultados positivos. Por eso Verónica sigue buscando.

Pistas

“Yo nací con estrabismo. Y tengo una marca en la espalda, a la altura de la cintura”, cuenta la mujer, quien busca  aprovechar los pocos datos certeros que tiene. Y repite otros hechos con precisión. En éstos deposita toda su esperanza: “Me entregaron el 22 de agosto de 1976 en un puesto de diarios que estaba en la esquina de Sarmiento y Córdoba. Según averigüé, la entrega fue a la tarde, era domingo. Ahí me fueron a buscar mis papás de crianza. Me dejaron con un pantalón celeste y una batita amarilla. Una parte de mi familia dice que yo tenía entre 30 y 40 días de nacida. Pero otra asegura que ya tenía dos meses de vida. Por eso presumo que nací entre junio y agosto de ese año”.

 

Verónica dijo que en la búsqueda por encontrar a su madre logró dar con el matrimonio que tenía ese puesto de diarios, que vive en Empalme Graneros, el mismo barrio de su infancia.

Y también con las dos mujeres que la fueron a buscar al lugar (una era la esposa del diariero y otra una amiga de la familia que la crió). “Una de ellas me contó que mi mamá biológica vivía en una pensión en peatonal Córdoba y San Martín, o que trabaja en un el café Sorocabana, ubicado en el mismo lugar. Me dijo que mi mamá tenía 17 años o menos, que era muy joven y que vivía con otra chica. También supe que se arrepintió y volvió a buscarme varias veces a ese puesto de diarios”, cuenta.

Pero esa es una de las pistas. Hay otras. Entre ellas menciona testimonios que recolectó en el barrio. “Algunos me llegaron a decir que mi mamá podría haber trabajado en una tienda que tenía el matrimonio del puesto de diario en Empalme”, relata, siempre sin descartar ninguna hipótesis; pudo ser robada, vendida, entregada.

“Hasta se me puso que tal vez sea hija de alguna chica que haya trabajado en mi familia”, dice luego, pero enseguida vuelve a una idea anterior. “No descartamos que sea un bebé robado. De todo ese robo de bebés se encargaron los militares, porque encontraron un lucro. No digo que seamos todos nacidos en pozos clandestinos, pero muchos aprovecharon la volada y se enriquecieron a costillas de los que hoy estamos buscando nuestros orígenes. También somos víctimas del Estado. Mi partida de nacimiento está truchada”, dice.

“Mi interés en la búsqueda, si es cierto lo de la entrega en el puesto de diarios, no es para cuestionarle nada a nadie, ni a ella, porque quizás donde trabajaba no le aceptaban que tuviera un bebé y me dio. Mi interés es cerrar el círculo, saber exactamente qué día nací”, agrega, y explica: “¿Sabés cuál es la diferencia entre ser adoptado o apropiado? Que el adoptado, cuando cumple la mayoría de edad tiene derecho a ir a los registros. Está en todo su derecho a saber quiénes eran sus padres biológicos, si tiene hermanos. En cambio nosotros, los apropiados, no tenemos dónde buscar porque todo está truchado: el certificado de nacido vivo, el lugar, la fecha. Son muchas incertidumbres que vivimos”.

De todas las opciones que baraja Verónica, la que más la empuja a seguir adelante es que se la hayan robado a su mamá, bajo el argumento de que nació muerta.

“Conocí casos de mujeres a las que le robaron sus bebés en la Marternidad Martin durante la dictadura. A mi mamá le pueden haber dicho que nací muerta, entonces nunca me buscó”, conjetura.

Salir del closet

Verónica no cuenta mucho sobre cómo era su vida antes de enterarse  de que fue apropiada. Dice –como al pasar– que fue campeona nacional de Judo 22 veces y que representó a la Argentina en 11 países. Esos logros los comparte con sus padres de crianza, que le brindaron apoyo económico desde que empezó a practicar, a los seis años.

“Materialmente me dieron todo. Afectivamente mi mamá fue fría y lo sigue siendo”, relata, al tiempo que recuerda que le quitaron el apoyo cuando supieron que era homosexual: “Competí hasta que se enteraron que soy gay. Me hicieron elegir entre el judo o seguir con alguien que estaba en ese momento. Lo hice y no me pagaron más el deporte. No es que la elegí a ella, elegí mi condición. Porque es horrible tener todo eso guardado adentro. Tenía que salir del closet”.

En este tramo Verónica esboza una sonrisa. Su rostro cambia, y ella continúa. “Estoy casada con otra mujer. Legalmente. Y estoy orgullosa de lo que soy. Me costó mucho tiempo. Hace diez años que estoy con mi mujer y siete que nos casamos”, detalla.

Mientras tanto enumera que estudió en la Prefectura Naval Argentina, que se embarcó en altamar como cocinera y ahora se gana la vida trabajando como remisera en Funes, donde también elabora y vende comidas caseras. Además le faltan pocas materias para terminar la carrera de Higiene y Seguridad.