Ciudad

No hubo feriado para el vandalismo en escuelas

Por Agustín Aranda.- Destrozaron un salón y quemaron 25 boletines que aún no habían sido entregados.

“¿Qué pasó?”, preguntó ayer durante el mediodía “la Natalia Oreiro”–así la conocen entre las docentes de la escuela– de 3º grado, mientras tironeaba del guardapolvo de Marisa Geremía, directora de la escuela Nº 694 Coronel de Marina Thompson, ubicada en presidente Perón al 5400. Acongojada, Marisa relató El Ciudadano que en la mañana de ayer, tras el fin de semana largo, la portera abrió la puerta del salón de ventanas rojas que aloja a uno de los tres cursos de 7º grado de la institución primaria para encontrar un torbellino vandálico cuyo núcleo era una pequeña fogata agotada, “fuego contenido”, aclaró la directora. Cuando todavía falta la pesquisa, las autoridades de la institución indicaron que las cenizas en el suelo respondían a las libretas de 25 alumnos a entregar.

El salón, aún desordenado debido a que los peritos de los bomberos todavía debían realizar su trabajo, posee dos ventanas hacia el patio interno dela Thompson, que luce en sus paredes una franja color celeste con una altura de2 metrosen donde culminaba en el mediodía de ayer la clase de educación física. Enfrentadas, otras 4 ventanas de un metro de ancho y con los barrotes rojos, dos de ellas violentadas en la parte inferior para permitir el ingreso de una persona pequeña, dan a la escuela secundaria Nº 514, que comparte el ingreso con la primaria. Por una de éstas, un grupo de estudiantes husmeaban mientras la directora hablaba con la oficial perito dela Policía. Asu alrededor, los bancos revueltos, hueveras vacías –seguramente para algún trabajo práctico de plástica–, sillas, calculadoras, papeles, golosinas y abrochadoras estaban desparramados. Los vándalos habían forzado la bisagra y abierto las puertas de acero inoxidable marrón del único armario con candado del salón. Entre los faltantes, la directora informó: “No buscaban cosas de valor. Se llevaron algunas golosinas. Vinieron a destrozar”.

“No fueron los chicos del séptimo. Estoy segura. Todos estamos muy dolidos”, confesó la directora mientras que en el pizarrón verde todavía permanecían los cuentas matemáticas que sirvieran de ejercicios de suma y resta entre positivos y negativos para los alumnos de “la nocturna” Francisco Muñiz, los últimos en ocupar las instalaciones en la noche del jueves.

Tal como le indicara a la directora el portero, luego de su tarea de limpieza, el salón con cortinas amarillas, a las que no alcanzó el fuego porque “no había intención de quemar la escuela sino iluminarse”, quedó cerrado. 

De acuerdo con la directora, la escuela no tiene un solo antecedente de agresiones a las instalaciones, peleas entre los chicos o con el cuerpo de profesores.

“Tratamos de devolverles aquella niñez que se les arrebata todos los días ya que muchos de los chicos vienen de la villa cercana al Distrito (Centro Municipal de Distrito Oeste) y muchas veces se los empuja a cirujear”, explicó Geremía y superaba así el griterío infantil, que funcionó como sonido ambiente. Según la mujer, la inclinación de la institución es pedagógica y lúdica debido a que “siempre se está jugando, pintando en unos atriles en el patio y se respira un buen clima”.

Sin embargo, y pese a los destrozos, la escuela abría al mediodía sus puertas al turno tarde con la promesa del almuerzo que el comedor de la institución dispensa a unos 600 alumnos por día.

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