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Una señal de radio desde lo más oscuro de la cárcel de mujeres

Por: Ana Laura Piccolo.- Por primera vez, el programa “Mujeres tras las rejas” se transmitió desde el sector “disciplina” de la Unidad 5.


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Disciplina es un lugar de castigo dentro del castigo. Un espacio diminuto, lúgubre y húmedo, sin ventilación ni luz natural, cercado por barrotes de hierro, paredes de material y la mirada constante de una guardiacárcel. Cinco internas pasan allí sus días, aisladas del resto de las detenidas de la Unidad Penal Número 5, enclavada en la zona hoy más coqueta de la ciudad, frente a la costanera de barrio Refinería. Desde allí se emitió el pasado jueves 11 de julio el programa de radio Mujeres tras las rejas, que sale todas las semanas desde esa cárcel por FM Aire Libre. Fue la primera vez que el equipo que coordina Graciela Rojas pudo acceder al sector menos visibilizado del penal para realizar la transmisión.

“Estoy muy conmovida. Por primera vez en siete años visitamos “disciplina” por dentro. Nunca habíamos atravesado esa reja que nos dejó sentarnos en ese lugar común que ellas tienen, durante una hora. Es la reclusión dentro de la reclusión, sumada a la exclusión”, dijo Rojas en diálogo con El Ciudadano minutos después de salir al aire y tras describir el espacio como un “submundo” donde se pierde la noción del tiempo, de la vida, de la socialización.

“Oscuro, húmedo, tétrico, sin luz natural, sin ninguna ventilación. Celdas ínfimas con cuchetas donde apenas hay espacio para bajar de la cama. No sabés cuándo es el día y cuándo la noche. Como los pollitos. Está todo enrejado y cerrado con hierro y pared. Es el aislamiento total. Inhumano. Fue muy conmocionante para mi, no puedo pensar que todavía exista un lugar tan absurdo”, dijo la presienta de la ONG Mujeres tras las Rejas, quien resaltó que esas internas ni siquiera acceden a los 40 minutos diarios de salidas al patio.

“Cuando hay problemas de convivencia entre internas las mandan ahí. Debería haber un espacio más potable y humanizante para resguardarlas a unas de otras. Pero las ponen detrás del último muro, como si fuera una fosa donde metés a alguien y lo tapás”, concluyó.

Ese resguardo de la integridad física dentro de la reclusión es, como una suerte de autocastigo de algunas detenidas, una elección en la resignan las pocas actividades que ofrece la cárcel. Porque allí no hay riesgo de ser atacadas y disminuyen las posibilidades de perder puntos de “conducta”, una calificación que pone el servicio penitenciario y es crucial a la hora de acceder a beneficios como las salidas transitorias.

Las historias más tristes

Las chicas saludan a la audiencia, mandan saludos y agradecen a Graciela quien “siempre se preocupa por nosotras”. Una de ellas toma el micrófono y aclara: “Es un aliento, un espacio que nos hace bien a la mente, a la soledad y nos ayuda cuando se está pensando mucho, para deshacerse de lo más profundo que uno tiene en el corazón. Soy fanática de la radio, desde que la conocí a Graciela que me dio la oportunidad cuando estaba en la planta baja del penal, me enganché. Nos hace desahogar, salir de toda tristeza y nos da aliento de saber que en 15 días vuelve. Porque somos seres humanos y tenemos mucho cariño y amor para dar”.

Después empiezan a contar sus pesares personales, hablan de lo difícil que es salir adelante y de su añoranza por recuperar la libertad y reconstruir sus afectos.

“Quiero contar un poquito de mi historia. Estoy acá porque la Justicia no es tan justa como parece. Estoy pagando un homicidio porque mi hija fue abusada. Y el abuso de mi hija no fue pagado. Es algo duro. Lamentablemente, nadie le va a sacar a mi hija lo que le han hecho. Lo que hice lo voy a pagar y voy a salir adelante. Pero toda persona que sea abusada tienen que hablarlo, por más chica que sea. Es algo que te marca para toda la vida. Yo también fui abusada a los cinco años, y mi nena a los tres. La reacción mía fue mala, y acá estoy, cumpliendo una condenada a ocho años y recién llevo diez meses. Para mi es algo nuevo, duro. Y tengo a mi hija lejos, amenazada. Nadie está a salvo de nada. Sabemos cómo entramos, pero no sabemos si vamos a salir igual. Y también no salir con el mismo pensamiento porque si lo tuviera que volver a hacer, no lo volvería a hacer”, dijo al aire una de las internas que por primera vez habló en radio.

“Nunca había estado en una radio. Me parece muy bueno y muy lindo”, dijo una de las chicas y le dio turno a su compañera: “Yo tengo dos nietitos fallecidos, me pasó estando acá adentro y fue un dolor muy grande. Eso me hizo madurar. Por eso en la película de Lucrecia Mastrángelo (Nosotros, detrás del muro) me presenté a la sociedad para que me acepte y poder empezar una nueva vida. Yo pagué lo que hice y no pienso volver. Como se dice acá adentro: colgué los guantes. Voy a cumplir 40 años y mis hijos me necesitan. Así que le voy a dar para adelante y si le tengo que contar la historia a cualquier persona que ande mal de camino para que ordene su vida lo voy a hacer. Porque esto es un sufrimiento propio y arrastramos a la familia, que sufre igual o más que nosotras, porque nuestros hijos nos necesitan”, contó otra de las internas de disciplina.

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