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Una pequeña hierba que abre un campo de investigación

Por Antonio Capriotti


cienciadentro

Arabidopsis es una planta herbácea de pequeño tamaño y ciclo anual. Su apelativo thaliana es en homenaje a Johannes Thal, quien en el siglo XVI hizo su descripción botánica. Carece de interés comercial. Aun así, desde hace unos años ha despertado la atención y el interés de la comunidad científica. Miles de investigadores, cada día, trabajan en ella. En 2000 se obtuvo la secuencia de su genoma, siendo el primer genoma de planta secuenciado. Pese a que en su ambiente natural no es sino una hierba como tantas otras, en los laboratorios ha logrado situarse delante de otros modelos de investigación como el tomate o el maíz.

Arabidopsis thaliana crece rápidamente y facilita el trabajo de los investigadores en el laboratorio. “Si logramos mostrar algo a escala de laboratorio podemos después arriesgar haciéndolo extensivo a plantas con interés agronómico, las que necesitan otro espacio y otra infraestructura detrás”, señala Javier Palatnik, quien junto a un grupo de trabajo ha logrado alcanzar una primera y fundamental etapa: comprobar que es posible hacer crecer en tamaño a la pequeña planta y lograr que la misma sea resistente a la sequía.

“Eso ha sido demostrado”, enfatiza Palatnik, quien hace 20 años comenzó su carrera de investigador y, desde hace 10 trabaja en esta línea de investigación, primero en Estados Unidos y en Alemania, y luego en Rosario, en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario. “Lo que hemos podido comprobar en el laboratorio es que la planta cuando desarrolla las hojas lo hace con más células; entonces las hojas pueden adquirir más tamaño. Lo mismo pasa con el tallo que crece más rápido y es más ancho. Ahora el siguiente paso, por supuesto, es evaluar lo que nosotros vimos a escala de laboratorio, trasladándolo a otros tipos de plantas de interés agronómico. Y tenemos confianza que así va a ser demostrado”, señaló.

—Es de destacar que este trabajo es el resultado de muchos años de investigación sobre los micro ARN…

—Esos estudios posibilitaron avanzar en este tema. Desde hace muchos años trabajamos investigando estos ARN pequeños que los comparten los animales, los seres humanos y las plantas. Lo que pudimos observar es que estos ARN pequeños pueden regular procesos biológicos, ya que son los que controlan el “encendido” y el “apagado” de la información genética de la planta. Lo que nos permitió que, haciendo pocas modificaciones, lográsemos que la planta se trasformara en más tolerante al estrés ambiental como la sequía, por ejemplo, y que desarrollase hojas y tallos más grandes. Estudiar a esos ARN pequeños ha sido y es nuestro objetivo en nuestro laboratorio de investigación.

—Pequeños de tamaño pero de gran importancia…

—Seres humanos y plantas tienen su información genética almacenada y recurren a ella siguiendo determinados pasos o usando “determinados programas”, y así pueden responder a ciertos cambios que les exige el ambiente; en el caso de las plantas si hay más sequías, si hace más calor, recurren a esa información que tienen almacenada. Los micro ARN sirven para regular eso: cuándo se “enciende” y cuándo se “apaga” esa información que necesita la planta.

—¿El trabajo ha sido publicado?

—Sí. Parte de la información ha sido publicada en revistas internacionales, Development y Plos Genetics, que para ser aceptadas pasan por un sistema de referato hecho por colegas entendidos en el tema. Colegas investigadores. Publicaron parte del trabajo y los resultados se van a publicar en un futuro.

—¿Este procedimiento innovativo está patentado?

—Sí. Cuando se descubre algo nuevo como esto, los que participan son los investigadores y están los que serán los dueños de la patente que, en nuestro caso, son el Conicet, la UNR y el IBR.

—¿Qué podemos esperar, en el futuro, de este procedimiento?

—En este momento lo que se está evaluando es en maíz y soja en un trabajo “a campo”. Son plantas que tiene modificado sus ARN pequeños. Una de sus aplicaciones es para biocombustibles ya que la biomasa de las plantas puede ser utilizada para generar biocombustible; por supuesto que una planta que crezca más y rápidamente y sea tolerante a la sequía puede dar un mejor rendimiento en biocombustible. Una segunda utilidad directa es que una planta que sea más grande puede llegar a producir una mayor cantidad de semillas, lo que llevaría a una mayor producción en el campo.

—¿Incluso se puede extender la superficie dedicada a ciertos cultivos?

—Es otra alternativa. El uso de terrenos hasta ahora no incluidos por su bajo régimen de lluvias. Lo que siempre se debe evaluar es el impacto ambiental de tal decisión.

—¿En un tiempo no muy lejano podemos esperar los resultados concretos de esta innovación?

—Todo lleva su tiempo. Ahora estamos en la etapa de hacer las evaluaciones utilizando campos en los Estados Unidos. Lo interesante a resaltar es que el descubrimiento se hizo aquí y se ensaya en el Primer Mundo, algo impensable tiempo atrás cuando se invertían los roles. Si todo funciona bien, si se obtienen mejores rendimientos, entraría en la última etapa que es la de la aprobación por las autoridades respectivas de los diferentes países; una vez alcanzada esa instancia, entraría al mercado para que los productores dispusieran de las nuevas semillas para plantas con mayores rendimientos.

—¿Sienten que han hecho un gran aporte?

—Para nosotros, como equipo de trabajo, es muy importante haber alcanzado este desarrollo. Fue todo un desafío entender cómo funcionan estos mecanismos y poder volcarlos a la práctica cotidiana. Todo un recorrido que comienza con la investigación básica para intervenir en una planta modificada por un método inventado por nosotros, en Rosario, y que está floreciendo en un campo de los Estados Unidos. Eso es ver cumplido un sueño. La biología de las plantas es algo que nos motiva; poder entender cómo funciona y, al mismo tiempo, encontrar las aplicaciones tecnológicas y las utilidades prácticas de este nuevo descubrimiento. Estamos muy atentos a comprender un proceso nuevo y, al mismo tiempo, pensamos cómo extender ese beneficio a su aplicación práctica para mejorar la vida de la gente. Ése es nuestro objetivo.

—¿Quiénes están involucrados en este descubrimiento?

—Ramiro Rodríguez, investigador del Conicet; Juan Manuel De Bernardi y Martín Mechia, becarios del Conicet. Ambos hicieron sus doctorados con este tema. Además, el grupo de trabajo está conformado por 12 personas más que trabajamos en distintas líneas y proyectos de investigación.

—Además está de por medio la formación de recursos humanos…

—Es una de las partes más importantes. Nos acompaña gente joven, que mientras hacía el doctorado con nosotros contribuyó a lograr un conocimiento nuevo, del cual se ha podido ver el resultado en la práctica. Es como participar en un proceso completo de aprendizaje. Esas personas cuando completan su período de aprendizaje están en condiciones de ocupar cargos claves en instituciones dedicadas a esta problemática. Así funciona esto en el resto del mundo; estos profesionales son no sólo reconocidos sino solicitados.

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