#8M

#8M2019

Una ola callejera imparable en Rosario y el país

La marcha por el 8M contó este año con una fuerte presencia de jóvenes que llegan por fuera de las estructuras de las organizaciones de género, los partidos políticos y los sindicatos para fortalecer este movimiento ascendente


Foto: Juan José García

Del romanticismo de los bombones y las flores a los bombos y la calle. La tarde, los últimos rayos de sol y la noche del viernes 8 de marzo en Rosario fueron de las mujeres. “Ahora que sí nos ven”, cantan las pibas, ¿qué cambió este último año? Ya no son movilizaciones únicamente nutridas por las que patean la calle en cualquier marcha. El final de la columna, ahí donde van las que se sienten movilizadas por primera vez, es cada más más extenso.

Una convocatoria propia de un 24 de Marzo con la salvedad de la unánime presencia femenina. Jóvenes, niñas, bebés, y unas cuantas abuelas se sumaron a la marcha. Los pocos varones son los que venden algo en la plaza antes de que arranquen el paso firme. Aunque también muchas de ellas aprovechan para ganarse un mango. Pañuelos verdes, violetas, multicolor, remeras con inscripciones sobre aborto y estampas cotizan entre la multitud.

La columna encabezada por las integrantes de la campaña por el aborto legal seguro y gratuito se ubicó sobre Oroño y Santa Fe para avanzar. La demanda por legalizar la interrupción voluntaria del embarazo se unificó en un grito y resonó en el arranque entre los edificios de la zona. Una fila extensa avanzó sobre el bulevar y empezó a adueñarse de las calles rosarinas.

Predomina el verde, en los pañuelos, en la piel y en las banderas. En menor medida el violeta acapara la escena y avanza impregnado en carteles y banderas. Aborto legal, seguro, gratuito y basta de violencia machista, los ejes que representan cada uno de los colores y simbolizan la lucha colectiva.

Alrededor pasan mujeres, adultas sobre todo, con total indiferencia y con el bolso bien agarrado esquivando gente. Los abuelos miran con extrañeza, y una pareja cruza por al lado hablando de la línea 144. En pleno horario de salida escolar, una escuela privada de calle Oroño cierra sus portones con los alumnos adentro, que miran entusiasmados la movilización colgados de las rejas.

La marcha tomó Mendoza con sentido al centro y agilizó el paso. El tránsito vehicular se fue por 3 de Febrero con un colapso producto del interminable desfile de manifestantes. Mientras tanto se veía por la ventana de una peluquería el televisor clavado en la convocatoria que tuvo lugar en Capital Federal. Multitudinaria como la que les estaba pasando por al lado al peluquero y el cliente que miraban sorprendidos. La calle estaba tomada por las mujeres.

El día se fue y el glitter comenzó a iluminar la noche. Algunas bengalas se empezaron a encender en medio de las banderas mientras los grupos sueltos sostenían los carteles con el entusiasmo de quizás, su primer movilización. “Patriarcado”, “igualdad”, “derechos”, “aborto”, las indispensables que armaban la mayoría de las inscripciones.

Cayó la noche y empezaron a asomar por calle Buenos Aires las primeras mujeres. A metros de la Catedral avanzó un grupo al compás del baile y los tambores. Los policías de la provincia apostados en la puerta de la iglesia atestiguaron el paso firme de la columna que bajó por Córdoba con destino al Parque Nacional a la Bandera.

Frente al escenario allí ubicado, una llegada organizada, con colaboración de todas. Al verlas pasar se nota esa nueva presencia. Carteles improvisados, con algún cartón que encontraron por ahí, escritos a mano o con algo de oficio, pero gritando movilizadas por el fenómeno. Entre lágrimas dos jovencitas, muy jovencitas, se abrazan y no dicen nada, hasta que otra viene de atrás y el abrazo las convierte en una sola a las tres. Más movilizadas que nunca. Un legado de la batalla del año pasado por el aborto legal, que este año tendrá revancha.

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