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Gesto soberano

Una misión puso en valor el “mojón de Larsen”, sitio histórico antártico descubierto por Argentina

Un montículo de piedras del que una patrulla británica sustrajo el primer documento de una expedición estatal argentina en la Antártida fue visitado el pasado sábado 8 por un equipo conformado dos efectivos de la Armada Argentina y un historiador, embarcados en el rompehielos Almirante Irízar


Julio Mosle
Un montículo de piedras del que una patrulla británica sustrajo el primer documento de una expedición estatal argentina en la Antártida fue visitado el pasado sábado 8 por un equipo conformado dos efectivos de la Armada Argentina y un historiador, embarcados en el rompehielos “Almirante Irízar” y trasladados en helicóptero hasta la base Marambio para preservar ese sitio histórico.

Pablo Fontana, investigador en Historia y coordinador del área de Ciencias Sociales del Instituto Antártico Argentino (DNA-IAA, Cancillería) contó que “el «mojón multiexpedición de Larsen» es un conjunto de piedras apiladas que originalmente poseía un poste y que en la época heroica de la exploración antártica se utilizaba como una especie de sistema de correos. Si se necesitaba dejar un mensaje, se ponía una nota dentro de una caja o un tubo y se lo colocaba dentro del agrupamiento de piedras. Así la próxima expedición que pasaba por ahí si veía ese mojón sabía que dentro había un mensaje e incluso podía dejar una respuesta por si quien lo armó regresaba”.

El historiador apuntó que “el primero en pasar por esa zona de la Isla Marambio es el capitán Larsen, un ballenero noruego que a fines de 1892 comanda la expedición que evaluaba la rentabilidad de la zona. Es el primer ser humano en desembarcar en la isla Marambio y es quien descubre que es una isla y no un cabo como se pensaba. También es el primero que recoge fósiles de invertebrados antárticos”.

“En esa exploración –añadió Fontana– instala este mojón con un poste al que le escribe «Jasón 1892» en referencia al nombre de su buque y el año en el que pasó por ahí. Los fósiles que Larsen recoge en este lugar son los primeros invertebrados antárticos que se estudian y son los que impulsan a Nordennskjöld a llevar adelante la expedición científica sueca y llevar a Larsen como capitán del Antartic”.

El especialista recordó que “esa expedición sueca de 1901 a 1903 que tuvo apoyo estatal argentino es de la que participó el Alférez Sobral, primer invernante argentino en la Antártida, y es la que naufraga y termina con sus integrantes separados en tres grupos que debieron sobrevivir dos años en la Antártida; en octubre de 1903 Sobral y Andersson van al norte de la isla Marambio para terminar unos muestreos científicos y se encuentran con el mojón de Larsen en el que escriben «Andersson y Sobral, octubre de 1903»”.

“Días después, el 4 de noviembre de 1903 llega la corbeta Uruguay al mando de Irízar que había venido a rescatar a los suecos y el primer lugar en el que desembarcan, que es lo que uno podría considerar la primera vez que una expedición de Estado argentino toca suelo antártico de manera oficial, es este lugar del mojón en el que se bajan dos oficiales argentinos, (José) Gorrochategui y (Felipe) Fliess, que encuentran el mensaje de Anderson y Sobral”, indicó.

“Al ver que era de fecha reciente entienden que hay muchas posibilidades de encontrarlos vivos y dentro de una carta dejan un mensaje en francés, porque era el idioma internacional de la época y porque sabían que podía pasar por ahí la expedición de Charcot, avisando que estaban buscando a los suecos a los que rescatan días después”, abundó Fontana, y aclaró que, “luego del exitoso rescate argentino, ese mojón queda ahí hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el imperio británico organiza la «Operación Tarabín», una misión secreta contra Argentina en la Antártida en la que una patrulla británica encuentra el mojón, y se lleva la nota”.

“Después de eso el mojón queda perdido, y en base a investigación histórica, fotografías de la época y los relatos de Sobral, en 2016, después de varios días de búsqueda en el norte de Marambio, logramos encontrar el mojón, instalamos un vallado y propusimos declararlo sitio histórico del Tratado Antártico”, comentó.

En ese sentido, señaló que “la carta que se llevaron los británicos la tenían en sus archivos, pero ellos mismos lo desconocían, y, luego de mucho insistir, terminaron por encontrarla en las carpetas que les indicábamos, pero no accedieron a devolverla”

Un vínculo indisoluble entre Argentina y la Antártida
Con varias campañas antárticas de experiencia, el historiador explicó que “durante la descarga de reabastecimiento de la base Marambio aprovechamos que había espacio en el helicóptero y, junto a los dos oficiales del rompehielos, fuimos a la base y desde allí al mojón, donde llevamos adelante el mantenimiento del vallado del sitio, al que también se le instaló un cartel en los cuatro idiomas oficiales del Tratado Antártico”.

“Es muy emocionante pensar que 120 años después de que dos oficiales de la tripulación de Irízar bajasen allí a dejar el primer mensaje antártico de un barco de la Armada Argentina, hayamos desembarcado con el teniente de navío Gastón Cáceres y cabo principal Norberto Oliveira del rompehielos Almirante Irízar a preservar ese mismo sitio, creo que es un ejemplo del vínculo indisoluble entre Argentina y la Antártida”, consideró.

El investigador remarcó que “el mojón de Larsen tiene un enorme valor histórico desde diversas perspectivas. Para la ciencia, en ese lugar nace la paleontología antártica porque es donde Larsen recoge los primeros fósiles, es también un símbolo de la cooperación internacional y del protagonismo argentino en las operaciones de rescate, es un recuerdo de la época de las expediciones balleneras y de Larsen que después de la expedición de Nordenskjöld termina en la isla San pedro, de las Georgias del Sur, como responsable de lo que era en aquella época la Compañía Argentina de Pesca”.

“Argentina tenían planes para su proyección antártica ya en la década de 1880, antes de las grandes expediciones europeas de la época heroica (1895-1920), pero no se concretaron por un lado porque el Estado nacional estaba concentrado en consolidar el control de la Patagonia y en parte porque se lo veía como una empresa muy arriesgada; el éxito de la misión de rescate de la corbeta Uruguay es lo que termina de convencer a las autoridades de que nuestro país ya estaba en condiciones de tener presencia en su territorio antártico”, subrayó.

“A diferencia de lo que sucede con los sitios históricos en otros continentes, en la Antártida hay muy pocos porque la historia del ser humano en ese continente tiene alrededor de doscientos años y también es muy limitada territorialmente a pocos puntos que ni siquiera era permanente hasta la llegada de Argentina en 1904, hay apenas ocho edificios en pie de los que se construyeron a principios del siglo XX y dos de ellos los mantiene en pie Argentina, el refugio de la expedición sueca que fue habitado por el Alférez Sobral, el primer argentino en invernar y en hacer ciencia en la Antártida, y la casa Moneta que es la primera instalación habitacional construida por Argentina”, completó.

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