Ciudad

Una medida que ya se siente en las escuelas de la ciudad

La Asignación Universal por Hijo ya elevó la demanda de ingreso al secundario y la retención de alumnos. La llave para la Asignación Universal va a domicilio

Asignación.Universal

Por: Pablo Moscatello

“La verdad tengo que reconocer que cuando escuché la noticia de la Asignación Universal por Hijo, la noticia me pareció terrorífica. Pensé que el dinero los papás lo iban a gastar en cualquier cosa. Y la realidad me tapó la boca. Nosotros vemos acá en la escuela que realmente mucho de ese dinero los papás lo gastan, por ejemplo, en los útiles y en material de trabajo. Y además este año tenemos muchas más consultas por bancos”, sostiene con total franqueza Ana María Vega, vicedirectora de la escuela primaria Nº 1.318, de barrio Triángulo, en la zona oeste de la ciudad. La confesión de la docente refleja el escenario reinante en prácticamente todos los colegios de la periferia rosarina. Es que los 180 pesos que el gobierno nacional le entrega mensualmente a cada jefe o jefa de familia que trabaja en negro o está desocupado por cada uno de sus niños que está en edad escolar ya ha comenzado a surtir su efecto. Sólo basta caminar para comprobarlo.

Según estimaciones de la Ansés local, en la ciudad son alrededor de 100 mil los jóvenes que reciben el subsidio. Si bien la ayuda total es de 180 pesos, actualmente los beneficiarios reciben 144 ya que los 36 pesos restantes serán percibidos en junio y a condición de que los papás cumplan los requisitos de insertar a sus hijos en el sistema escolar, además de cumplimentar una serie de condiciones vinculadas con la salud.

Si bien todavía no hay estadísticas oficiales, el solo hecho de recorrer y dialogar con decentes y beneficiarios hace palpar el beneplácito con que se recibió la medida y lo positivo de su implementación. De hecho, los cambios no sólo se expresan en los colegios, sino también –como era de prever– en el movimiento económico y las ventas de los comercios de cada barriada.

La escuela primaria Nº 1.318 está ubicada en la esquina de Saavedra y Barra, a unas pocas cuadras de Rouillón y bulevar Seguí. En el mismo edificio, también funciona el colegio secundario Nº 547 y el comedor Eva Perón, el cual depende de las instituciones. A diferencia de otros complejos de la ciudad, aquí no se necesitó abrir cursos nuevos, pero los cambios se palpan igual. “La verdad es que hay más madres y padres que vienen a preguntar si hay bancos. Me parece que hay una toma de conciencia mayor de la necesidad de que los chicos terminen el colegio: desde que empezaron a cobrar ellos los traen;  antes teníamos que ir a buscarlos nosotros”, explica Vega.

En concordancia con lo que plantean desde el Ministerio de Educación de la provincia, desde la institución de barrio Triángulo el efecto más inmediato de la medida implementada por el gobierno de Cristina Fernández es el de la existencia de mayor cantidad de consultas para ingresar en los grados superiores del nivel secundario. Es allí donde en varios colegios han tenido que desdoblar cursos debido al incremento matricular y donde además se observa una disminución en los abandonos del sistema escolar. “Las consultas son más comunes en los chicos de edad de cuarto y quinto año: en los papás de los jóvenes de 16 y 17 años”, explica Vega.

El hecho de estar en permanente contacto con los alumnos hace que la vicedirectora pueda observar detalles que, muchas veces, son el reflejo de los cambios que se van produciendo. “Yo creo que donde más se notan modificaciones es en los útiles. Ya no se los vienen a pedir a la institución como en años anteriores. Lo mismo sucedió con los guardapolvos, ya que tuvimos que entregar muchos menos este año. Y también se ve un cambio grande en el cuidado de las cosas. Las pierden menos. Antes a un mismo alumno había que reponerle varias veces los materiales”, sostuvo Vega. “Que los papás puedan manejar su propio dinero, que tengan que administrarlo y puedan comprarse ellos mismos sus útiles, provoca un cambio”, amplió.

Como muchas otras mujeres de la zona, Estela está sin empleo estable. Actualmente trabaja en el comedor de la Vecinal 13 de Marzo y vive junto a sus dos hijos a unas 20 cuadras del colegio. Como muchas de las beneficiarias consultadas por El Ciudadano, los 360 pesos que recibe los destina (un poco por decisión y, por supuesto, otro porque el ingreso no da para mas más) a los gastos del colegio.

“El dinero va para el boleto de colectivo, para que coman algo en el colegio y lo que me queda, para los útiles escolares. Es sólo para eso”, explica la mujer, quien inmediatamente plantea su posición en torno al típico lugar común en que suelen caer quienes no conocen la penuria de vivir con tan poco. “Es imposible pensar que la asignación pueda alcanzar para algo más. Hay quienes dicen que por ahí esto puede fomentar que la gente no trabaje. Y yo creo que esto es una ayuda. Lo que quiero es trabajo digno y subsistir con eso”, explica.  

Similar a la de Estela es la historia de Daniela López. La mujer de 31 años y mamá de cuatro chicos de 16, 12, 10 y 6 años destaca como más positivo el hecho de que a partir de ahora hay en su hogar un ingreso fijo y estable. “Mi marido hace changas de albañil cuando sale algo y también trabaja juntando cartón. Y hay semanas donde no tenemos nada. Esto me sirve para organizarme mejor”, relata la joven.

Mientras se apresta a retirar a su hija más chiquita del colegio ya que su horario de clases está terminando, Daniela expresa con cierta timidez en sus expresiones que la asignación le cambió, en parte, la vida de sus hijos. “Víctor, el más grande, ya estaba trabajando con mi marido en la calle. El dinero por suerte nos va a ayudar ahora a que vuelva al colegio. Yo quiero que estudie. No se que va hacer después, pero me gustaría que el colegio lo termine”, cuenta.

Casi al mismo tiempo, apunta que Brian, el segundo de sus hijos, ya estaba a punto de abandonar la escuela. Y que gracias a los 180 pesos eso finalmente no sucederá. “Por ahora podemos hacerlo continuar. Espero que sea hasta terminar”, expresa la joven.

Si bien el final de la historia de su chiquito está abierta, al menos ahora hay un refuerzo que empuja, aunque sea un poco, a que a la joven mamá se le pueda cumplir su deseo.

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