El Ciudadano #23Años

Otra versión comunicacional

Una lucha en compañía de lectoras y lectores


La concentración es cada vez más feroz y brutal. La restauración conservadora no sólo llevó el piso de las expectativas populares al último subsuelo, sino que sus herramientas de coacción, hoy multiplicadas en diversas plataformas y soportes, gozan cada vez de mejor salud. Y no es sólo un signo de la época, marcada por la pandemia del coronavirus como prioridad: los gobiernos populares en todos sus niveles, ahora preocupados por no desangrarse en los próximos comicios, ceden a esa presión constante del poder económico, el verdadero poder, y bajan cada bandera de mejoría para los que menos tienen, esa que sostuvieron hasta ayer nomás.

En criollo: las derrotas populares no se consuman por una mejor o peor estrategia de comunicación, sino por desentenderse del día a día de esas mayorías. Pero la construcción de sentido, esa percepción cultural que flota en el aire en cada época y que la prensa hegemónica se ocupa de encorsetar, redirigir, resemantizar, esta vez nos dice que aún lo peor está por venir. Y desde el Estado nada se hace por detener ese bumerán, sino todo lo contrario.

En criollo, ponemos acá la pregunta: qué tiene que ver un diario cooperativo, a veces contrahegemónico, a veces contracultural, pero siempre como un actor más dentro del sistema de medios de una ciudad como Rosario, después de 23 años de una trayectoria que puede ser criticada pero que ni en los peores momentos traicionó a sus lectoras y lectores, sobre todo en este último lustro autogestivo, con las grandes decisiones de quienes llegan a puestos de poder por el voto popular.

Medios concentrados: el lugar de las fake news

Podríamos escribir parrafadas in eternum, pero hay una enseñanza que nos deja la historia reciente, al menos desde la recuperación democrática: si los gobiernos populares se ocupan de fortalecer los negocios del poder concentrado, incluido el mediático, serán siempre rehenes, siempre deberán pedir permiso y (casi) siempre optarán por que la ampliación de derechos, sobre todo los económicos, espere hasta un mejor momento.

No lo decimos sólo (ni solos) desde El Ciudadano & la región, diario papel, con versión web y presencia en las redes sociales; decimos que si los gobiernos populares eligen sentarse sólo a la mesa de un puñado de millonarios, jamás podrán tomar decisiones por sí mismos, y eso afecta a las grandes mayorías. No hay que ir a África, ni a Haití: más de la mitad de las niñas y los niños de la Argentina son pobres.

Hay decenas, cientos, de medios alternativos, autogestivos o no, que generan miles de puestos de trabajo en todo el país y tienen a la práctica periodística, si es que aún esta palabra tiene el mismo sentido que cuando estudiábamos, como preocupación central de la actividad de “la prensa”. Si en algún lugar hay fake news, es en los medios concentrados.

Hemos padecido las consecuencias económicas de la pandemia como todas las clases populares, como trabajadoras y trabajadores que somos. Y no parece que desde Nación, provincia, municipio, haya una política seria para nosotros, para quienes cada día sostenemos otra versión comunicacional, en una diversidad democrática imprescindible en el siglo XXI. Una versión que, si bien es la nuestra, es también la que lectoras y lectores validan en cada hoja de papel, en cada clic, cada día. Porque también tenemos lectoras y lectores. Y son incontables. Son quienes cada dos años deciden en las urnas –y porfían contra quienes quieren condenarlos a versiones únicas– qué rumbo pretenden para sus vidas y las de sus hijas e hijos. Es en su compañía que damos esta lucha.

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