Cultura

Con nombre propio

Una Labor de libros

Laborde Libros, una librería de casi 50 años, tuvo un crucial protagonismo en la historia de esos espacios gracias a Poli Laborde, uno de sus cofundadores, quien la sostuvo ante las adversidades a puro amor por los textos. Hoy continúa editando y ofreciendo material diverso con la pasión de siempre


Fernando Scalella / Especial para El Ciudadano

Para comenzar, es importante retrotraernos a algunas décadas atrás. En la década del 70, tres personas decidieron armar una pequeña librería. Se trataba de Luis Etcheverry, Jorge “Peteco” Laborde y Leopoldo “Poli” Laborde. ¿La única condición? Que la librería no fuera el negocio central de cada uno de ellos, sino algo complementario a sus trabajos principales. Así fue como comenzó un hermoso proyecto.

Los comienzos y el turco que pasaba por allí

En ese entonces Leopoldo Poli Laborde tenía una agencia de publicidad y se dedicaba al turismo con el nombre de Laborde Viajes. Los otros dos socios del emprendimiento, su hermano Jorge Oscar Laborde, a quien todo el mundo conocía por “Peteco” Laborde, y el periodista Luis Etcheverry escribían en el suplemento cultural del diario La Capital, que dirigía Gary Vila Ortiz; Etcheverry era crítico de cine y Peteco terminó siendo secretario de redacción. Fallecido tempranamente a los 42 años, Peteco había trabajado en medios de Barcelona y también en el diario Pravda de Moscú.

En Rosario, Peteco Laborde había colaborado en la revista local Boom, de gran repercusión entre los años 1968 y 1970.

Una vez formalizado el proyecto, la librería se instaló en el Local 11 de la concurrida galería La Favorita y se llamada Kitab. Más tarde, aparentemente sin conocer el origen de ese término, se enteraron a través de un turco (denominación argentina para todos los que tienen ascendencia árabe), que los visitaba, que Kitab significaba libro en árabe.

 

Uno de los antiguos locales de Laborde Libros

La especialidad en los textos era la psicología, pero también trabajaban materiales de otras disciplinas. Otra vertiente era la venta de los LP (discos Long Play) de artistas como, entre otros, Les Luthiers, Joan Manuel Serrat, Quilapayún.

Poco después, por decisión personal, Peteco Laborde daría un paso al costado y la librería quedó en manos de Poli Laborde y Luis Etcheverry.

Luego, ante la llegada de la dictadura genocida en 1976, las vidrieras de la librería tuvieron que vaciarse de cualquier material que pudiera ser considerado subversivo, a lo que se agregaría el cese de actividades en la facultad de Psicología. Y esto tuvo como consecuencia un cambio de rubro.

Sin embargo, el amor por los libros era más fuerte y Poli Laborde abrió otro local, ubicado ahora en calle Mitre al 900, en el que obtuvo –mediante un contacto con su director, Boris Spivacow– la representación del prestigioso Centro Editor de América Latina, ofreciendo su catálogo completo.

Un traslado y el inicio de actividades culturales y académicas

Con el paso del tiempo, ese local también fue cerrado para que, más tarde, Laborde Libros volviera a hacerse presente en el espacio de Entre Ríos 640, cerca de la Facultad de Humanidades y Artes. Más adelante, debido a que las dimensiones del local quedaron pequeñas, se cruzó de vereda  y el océano de libros se trasladó a Entre Ríos 647, donde se comenzó a fotocopiar apuntes de muchas materias de las diversas carreras de mencionada Facultad de Humanidades y Artes y se intensificó la edición propia de revistas y libros.

Una de esas revistas fue Diosa Episteme, cuyo contenido era una recopilación de tertulias a cargo de Esther Díaz de Khobila, profesora de la carrera del Profesorado en Filosofía por aquel entonces.

Al igual que con estas tertulias, en la librería se desarrollaban una buena cantidad de actividades académicas: talleres de lecturas, de poesía, conversatorios; el espacio se consolidaba para la realización de actividades culturales y académicas, además de forjar vínculos muy estrechos entre quienes pasaban por allí.

Un amor por los libros que sigue intacto

En 2007 Poli Laborde se anoticia de que los dueños del local van a derrumbarlo para construir un edificio. Así las cosas, tuvo que salir a encontrar un nuevo refugio para todos sus libros, algo que encontró en la calle 3 de febrero 1065, donde se trasladarían no solo los ejemplares propios y de muchísimas editoriales, sino años de historia del universo de esos libros en Rosario.

Con ese nuevo movimiento se abandonó el trabajo de la fotocopiadora y se continuó y amplió la edición de textos. Actualmente, Laborde Libros cuenta con un vasto catálogo de aproximadamente 500 títulos. Un trabajo editorial que está lejos de alcanzar su horizonte.

Grandes legados dejaron aquellos tres pioneros fundadores de Laborde Libros. Principalmente Poli Laborde, quien continuó al frente de la librería hasta su último día. Librero y editor de gran trayectoria, fue uno de los propulsores de la Feria del Libro en Rosario y una persona de enérgica dedicación a su labor como librero y editor.

Stand de Laborde Libros en la feria del libro rosarina

En la actualidad, el local de calle 3 de Febrero 1065 sigue colmado de libros que acarician el techo como columnas que sostienen parte de la cultura rosarina. Allí se recibe a la gente para conversar, entendiendo la conversación desde lo ancestral. Esa conversación a la que hay que dedicarle tiempo y también escucha. Un tiempo de escucha que se brinda y que, para eso, es importante estar mediados por ciertos elementos que la faciliten.

En el caso de Laborde Libros esos elementos son los libros. Pasaron los años, los locales, las calles pero la esencia, el espíritu y el amor por los libros se mantienen.

 

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