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Una ilusión que precisa firmas

Un grupo de padres adoptivos y futuros adoptantes busca adhesiones por una modificación de la ley que regula el tema. Esta noche, previo al recital de Joaquín Sabina, pedirán el apoyo de los espectadores.

Un grupo de padres adoptivos y futuros adoptantes de Rosario continúa en la ardua recolección de firmas por una nueva ley de adopción. Es por ello que esta noche estarán en los accesos al estadio de Newell’s Old Boys, donde se desarrollará el recital del español Joaquín Sabina, para buscar adherentes que firmen las planillas que, esperanza y justicia mediante, logren la creación de una ley de adopción menos rígida que la actual.

Carina Castillo dialogó con El Ciudadano y se refirió a una de las aristas que disparó la tragedia en Haití, adonde muchos padres argentinos acudieron a salvar a sus hijos adoptivos de las ruinas provocadas por el terremoto de comienzo de año. “Muchos se preguntaron: «¿por qué se van tan lejos a adoptar a sus hijos, habiendo tantos chicos argentinos sin padres?». Dicen eso porque no saben que en Argentina es casi imposible adoptar un chico, no sólo por las cuestiones burocráticas de fondo, sino también por la cantidad de chicos que deberían ser declarados en estado de adoptabilidad y no lo son”.

Antes del recital en el parque Independencia, las mujeres, vestidas con remeras blancas y el logo de la agrupación de padres adoptivos, ofrecerán a los asistentes al recital de Sabina la posibilidad de apoyar la moción de tantos padres rosarinos que esperan poder tener un hijo al cual amar.

“Somos alrededor de 15 parejas de padres y madres adoptivos y otros en espera de serlo, que comenzamos virtualmente unidos por un blog y que derivó ahora en la búsqueda de firmas para llevar al Congreso de la Nación un proyecto de ley que haga efectivo el cumplimiento de la Convención Internacional de los Derechos del Niño y agilice la adopción”, explicó.

Carina lleva cuatro años en el listado de una espera interminable, que para nada alienta el actual estado de cosas, ni las magras estadísticas de trámites concretados por otra vía que no sea la adopción directa.

“Creemos que la adopción es un instrumento legal creado para garantizarle a cada niño su derecho a desarrollarse en familia”, afirmó.

Club de Padres –que trabaja asociado con otras organizaciones similares del resto del país, para lograr más peso– apunta a concientizar a la sociedad y a quienes tienen injerencia en el tema que “no es natural que un niño pase años a la espera de una decisión judicial que lo reintegre a su familia o lo considere en estado de ser adoptado”.

“De esta manera, se alimenta el tráfico y la venta de bebés, o se viaja a otras provincias a adoptar cuando en territorio santafesino muchos chicos esperan una familia, y a veces llegan a la adolescencia sin conseguirlo”, abundó.

Según el último relevamiento realizado por Unicef en 2005, en Argentina existen alrededor de 20 mil chicos que viven en instituciones a la espera de una decisión judicial sobre su futuro. Se supo que los juzgados de Menores de Rosario dan muy pocos chicos en adopción y en 2009 sólo entregaron dos. Sin embargo, quienes optan por la adopción directa –una vía legal, pero que pasa por encima de quienes esperan legítimamente desde hace años y respetan los pasos burocráticos– logran cumplir antes que ellos el ansiado deseo de la paternidad.

“Otra arbitrariedad que perjudica a los chicos y a nosotros, los potenciales padres, es que según la ley vigente con una sola visita a su hijo al año el padre del menor alojado en una institución conserva la patria potestad, aunque el resto del año ni siquiera sepa nada de él. La legislación, en ese caso, funciona como una trampa usada por quienes sólo cumplen esa única visita requerida, para retener el documento del niño y así poder cobrar los planes sociales que el gobierno brinda a los padres desocupados con hijos numerosos, a los cuales no pueden mantener”, lamentó la mujer.

En este sentido, el Club de Padres reclama un seguimiento por parte del Estado que permita detectar esas situaciones que, además de ser irregulares, van en contra de los derechos de los niños de crecer en un entorno familiar que los contenga.

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