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Una historia sellada con un beso

Toda la previa a la boda se caracterizó por el hermetismo y la complicidad rosarina con ese bajo perfil. Leo y Anto, al final, pusieron fin a ese crescendo al posar para los fotógrafos en el atardecer de ayer, tras casarse por civil, antes del festejo.


Ante una ciudad que no fue indiferente al casamiento de su hijo prodigio, Lionel Messi y Antonela Roccuzzo sellaron su amor eterno con un beso ante los 150 periodistas acreditados en una boda íntima de la que casi no se filtraron detalles por fuera de lo que el estricto protocolo diagramó para una celebración repleta de esplendor puertas adentro, pero marcada por la modestia hacia el afuera. Ese beso fue el final –en rigor la fiesta se extendió hasta entrada la madrugada–, de un juego de escondidas en que Rosario fue cómplice en el hermetismo y de una historia de amor nacida acá, muchos años antes, y perpetuada en Barcelona. En los últimos días, los aviones que llegaban, celebrities de diferente calibre que posaban en el Aeropuerto Islas Malvinas, limusinas que ingresaban al hotel Pullman del casino City Center y curiosos que se acercaban al extremo sur de la ciudad daban cuenta de que no era una movida mediática sino que el calor popular también sumaba a un evento sin igual.

Poco después de las 19 de ayer y ante la expectativa desatada en los últimos días la pareja selló un amor que supo extenderse por más de dos tercios de su joven vida y que le ganó a las predicciones y a todas las distancias que pueden bifurcar el destino. Hace más de dos décadas se conocieron y ayer juraron su amor con una ceremonia civil –la religiosa deberá esperar. Fueron más de 250 los invitados, más de 400 los agentes de seguridad que la custodiaron y 150 periodistas –dentro del hotel, y muchos más afuera– que llevaron la imagen del beso más esperado a millones de personas a lo largo de todo del planeta.

Ayer, en la hora en que Messi y Antonela cumplían su sueño, la tendencia en las redes sociales mostraba el interés que el evento reportaba, no sólo en la ciudad que los vio nacer. No hay Boda del Siglo sin alfombra roja, celebrities, sin moda, flashes, medios internacionales y muchos famosos. Nada de todo eso faltó.

Los ciento cincuenta medios acreditados de todos los rincones del planeta, entre los que se encontraba El Ciudadano, participaron de esta cobertura que también convocó a los rosarinos. Al menos una mitad de la ciudad que los abrazó con fanatismo (la de corazón rojinegro) y otra que se interesó por su visita, por el gesto de haber elegido a Rosario para el día más importante de su vida. Mientras dentro del hotel había una ceremonia, afuera hubo una celebración, de la que incluso participaron vecinos con el corazón auriazul (ver página 5).

“Qué loco que se venga a casar acá”, comentaba un colega de un canal porteño que aguardaba junto con el cronista de este diario la salida de algún famoso desde cerca de las 17. El mundo lo miró pero fue la ciudad donde también nació el Che abrazó a Messi por ser el más grande futbolista de esta época. Y de acá.

La incertidumbre fue constante durante toda la jornada de ayer y sólo parecía menguarse cuando algún famoso pisaba la alfombra roja y decía algo: “Nunca lo vi tan contento a Leo”, expresó el Pocho Lavezzi, sobre lo que sucedía puertas adentro del recinto.

Todos muy elegantes: los futbolistas Maxi Rodríguez, Kun Aguero, el propio Lavezzi, el ex tenista Guillermo Coria y el actor Nico Vázquez fueron los más sonrientes. Ellas no se quedaron atrás luciendo vestidos de los más famosos diseñadores como Laurencio Adot, Natalia Antolín y Rosa Clará, encargada de confeccionar el vestido de la novia. Leo se inclinó por un smoking de etiqueta de Armani. En la alfombra roja no se vio a Shakira ni su pareja Gerard Piqué, ni al brasileño Neymar ni al uruguayo Suárez. Como si se hubiesen acoplado al concepto intimista –una paradoja para las estrellas del balompié global– que dominó el evento.

Una bisagra

No existe acontecimiento similar que haya tenido a esta ciudad como escenario. Y posiblemente pase mucho hasta que encuentre algo que amerite la comparación.

El enlace de Messi y Roccuzzo se formalizó por civil y, al finalizar la ceremonia –en la previa de la fiesta–, los novios, acompañados de los invitados, unos 250 entre familiares y amigos, accedieron por el interior del recinto a una gran sala adyacente donde se llevó a cabo la celebración de la pareja.

Hijos de una ciudad que no es capital provincial y que a lo largo de su historia llegó a ser faro mundial sólo gracias a los hombres y mujeres que nacieron en estas calles y traspasaron las fronteras con su arte, Messi aparece es el caso más paradigmático que la historia de la ciudad recuerde: un chico que debió emigrar en busca de su sueño y que jamás olvida su cuna.

Celebrities y muchos flashes fueron de la partida, pero el lujo no fue la marca principal de la fiesta. Podría decirse, sí, que algunas excentricidades se colaron con perfil bajo en la boda (un servicio de peluquería para los invitados, un servicio con “el mejor vino del mundo”, aunque con un precio accesible al bolsillo de casi cualquier ciudadano, y atuendos de los diseñadores más prestigiosos del planeta).

El vínculo con su lugar natal no es lo más común y eso lo vuelve único entre sus colegas. Messi no sólo eligió esta ciudad para uno de los actos más importantes como es su casamiento sino que, además, pronostica volver cuando comience a terminar su carrera. Los hinchas de Newell’s sueñan con ese milagro de tener al mejor del mundo en el Coloso del Parque; los de Central padecen de antemano ante una premonición que consideran, más de que celestial, demoníaca.

Los amigos de Leo fueron testigos de su enlace en una fiesta que comenzó pasadas las 22 cuando las cámaras se apagaron. El servicio incluyó asado y empanadas. Mucho antes, cuando en el corralito de prensa poco se sabía –tanto del adentro, en la ceremonia, como en el afuera–, se conoció que Abel Pintos había cantado en la ceremonia y que los souvenires que los novios entregaron a sus invitados fueron exquisiteces regionales.

Aquí, a “300 kilómetros de Argentina”, como se suele decir, el argentino más famoso del mundo (junto con el Papa Francisco, quizá) contrajo matrimonio. Una fiesta que, desde la previa buscó preservar la intimidad familiar, fiel a sus deseos, a su historia, a su vida. Una deidad que comienza a generar un culto y que del fútbol se extiende al campo de la cultura popular. Y bien de acá.

CUIDACOCHES, presentes

Al final los trapitos pudieron trabajar. Días atrás trascendió que, en el marco del estricto operativo que se diagramó para la boda del astro, los limpiavidrios y cuidacoches que habitualmente circundan Oroño y Batlle y Ordóñez se iban a tener que retirar. Sin embargo, ayer se los pudo ver en el lugar. Eso se dio luego de que ayer por la mañana la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y la cooperativa Limpiavidrios Unidos de Rosario le pidiera al mismísimo Messi en un comunicado en las redes sociales que intercediera para que poder estar cerca del City Center. Apuntaron al significado de la familia para intentar convencer al futbolista: “Es lo más importante que tiene un ser humano, y en estos tiempos complicados, los afectos son los cimientos de todo lo demás”, arrancó la proclama. Tras eso, buscaron llegar directo a Messi. “Lionel, hermano, te escribimos porque no creemos en las casualidades. Que te cases en la esquina en la que nosotros laburamos todos los días es para nosotros motivo de orgullo. Pero también de preocupación. Es por eso que queremos que nos dejes laburar”, expresó el grupo. En la tarde/noche, estuvieron, como siempre.

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