Sociedad

Provincia arrasada

Una escuela rural se transformó en cerebro y corazón de la lucha contra los incendios en Corrientes

Desde hace una semana es el centro de comando y base operativa de una fuerza integrada por organismos nacionales, empresas públicas y equipos especializados de seis de provincias que luchan contra los incendios forestales que consumieron más de medio millón de hectáreas en el norte de Corrientes


Por Julio Mosle / Télam

Una escuela rural de la localidad correntina de San Miguel se convirtió hace una semana en el centro de comando y base operativa de una fuerza integrada por organismos nacionales, empresas públicas y equipos especializados de media docena de provincias que lucha contra los incendios forestales que consumieron más de medio millón de hectáreas en el norte de Corrientes y comienzan a avanzar sobre el sur de Misiones.

La sequía de los últimos meses, la falta de agua causada por el fenómeno de La Niña y las tormentas eléctricas en el norte correntino provocaron una serie de incendios de pastizales que se fueron multiplicando a la velocidad con la que el viento impulsa las brasas en el aire y que consumieron parte de las plantaciones de coníferas a la vera de la ruta 12 y destruyeron alambrados de campos de producción ganadera.

Hace una semana, las autoridades de la Escuela de la Familia Agrícola “Ñanderoga”, ubicada sobre la ruta 118 entre las localidades de San Miguel y Loreto, en el corazón de la zona afectada por los incendios, abrieron las puertas al equipo del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SMNF) encabezado por su director, Alberto Seufferheld, que estableció una base para organizar el combate a las llamas.

Allí también se desplegó el equipo del Ministerio de Defensa conducido por el subsecretario de Coordinación en Emergencias Roberto Corti junto a efectivos de distintas unidades del Ejército y la Fuerza Aérea que sumaron equipos de telecomunicaciones, cisternas, vehículos terrestres y helicópteros al dispositivo.

La sala de profesores fue reconvertida en una sala de reuniones operativas en las que al final de cada jornada cada equipo repasa la situación en el foco que le tocó enfrentar y se planifican las actividades de la jornada siguiente sobre afiches que cubren todas sus paredes.

Del otro lado del pasillo, en el aula de cuarto año, el pizarrón con lecciones de matemática fue cubierto con mapas de la región sobre los que los efectivos del Ejército actualizan en tiempo real los cambios en el escenario con la información que reciben a través de los enlaces de telecomunicaciones con los distintos grupos de brigadistas que proveyó el Batallón de Comunicaciones 121.

Otra de las aulas pasó a ser el dormitorio de las mujeres que forman parte del operativo, entre las que están la copiloto y una mecánica del Bell 412 que la VII brigada de la Fuerza Aérea sumó al operativo e integrantes del ejército que forman parte del equipo de comunicaciones.

Los dormitorios que normalmente son ocupados por estudiantes y un salón de usos múltiples adyacente fueron destinados al alojamiento de los brigadistas que llegaron junto a sus equipos desde provincias como Córdoba, Jujuy, Mendoza y Santiago del Estero entre otras.

En un ambiente de actividad frenética estos son los únicos espacios donde un respetuoso silencio acompaña el descanso de los que regresan agotados después de una jornada de lucha contra las llamas.

La única dependencia escolar que mantuvo su función original fue la cocina, en la que efectivos del Ejército preparan todos los días las raciones de desayuno, almuerzo y cena para las casi 130 personas alojadas, una tarea que en los primeros días requirió que vaciaran las góndolas de casi todos los almacenes de los pueblos más cercanos.

El predio de la escuela es los suficientemente amplio para que estacionen allí el camión que funciona como comando móvil de SMNF, la maquinaria de Vialidad Nacional que colabora con el operativo, las camionetas que llevaron equipos y personal de distintas provincias y un camión cisterna de la petrolera estatal YPF equipado con surtidores que viajó desde Buenos Aires con 17.000 litros de gasoil para abastecer a los vehículos.

A un lado de la escuela se montó el aeródromo desde el que operan los helicópteros del Ejército, la Fuerza Aérea y la Policía Federal que cooperan para realizar vuelos de reconocimiento y traslado de brigadistas a sitios de difícil acceso.

Mientras los equipos de brigadistas van y vienen y los integrantes del centro de comando buscan información y diseñan estrategias para enfrentar los incendios, debajo de los árboles del patio los docentes de la escuela terminaban de corregir las entregas del trabajo práctico “la etnografía también es cosa de chicos” sobra la transmisión del idioma guaraní en las familias de esa comunidad.

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