Sociedad

Del periodismo al teatro

Una escritora y sus dos parejas para narrar el poliamor

Gabriela Wiener avanza un paso más en sus exploraciones autorrefenciales con el estreno de “Qué locura enamorarme yo de ti”. La narradora recrea los contratiempos de la vida conyugal que debe sobrellevar este matrimonio de tres


Habituada a exponer su cuerpo o su vida íntima como sustrato de sus crónicas y libros, la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener avanza un paso más en sus exploraciones autorrefenciales con el estreno de “Qué locura enamorarme yo de ti”, una obra de teatro que presentará junto a sus dos parejas a partir de mañana para narrar sus incursiones en el poliamor.

Wiener consolidó un estilo singular como cronista cuando decidió implicarse con sus temas de estudio más allá de los límite del oficio periodístico: asistió y participó de fiestas swingers, documentó su experimentación de distintas prácticas sexuales y hasta llegó a contar cómo donaba óvulos para pagar el alquiler, según en sus artículos, primero desde Perú y luego desde España, donde reside a partir 2003.

Ahora, la autora de “Sexografías”, “Lllamda perdida” y “Nueve lunas” se presentará a partir de mañana en el Teatro del Barrio de Madrid junto a sus dos parejas, Rocío Lanchares Bardají y Jaime Rodríguez, y sus dos hijos, Coco y Amaru para narrar los vaivenes y contradicciones de la familia poliamorosa que conforman.

En “Qué locura enamorarme yo de ti”, la narradora recrea los contratiempos de la vida conyugal que debe sobrellevar este matrimonio de tres: “Esta obra nace de una crisis personal que transitamos mis dos parejas y yo”, indicó a la prensa española.

“Soy Gabriela Wiener. No soy actriz. Soy escritora. Duermo con un hombre, una mujer y un bebé, el hijo que tuvieron hace poco mi marido y mujer”. Así empieza un monólogo que tiene como leimotiv la cama de casi tres metros que comparten y que llama “la cama oficial del poliamor”.

México, Buenos Aires o Berlín sirvieron como campos de experimentación para la lectura del texto al que le ha dado forma teatral la directora peruana Mariana de Altahus, quien le propuso a la narradora crear un montaje junto a la productora Sala de Parto y representarla en Lima, donde tuvo una temporada a mediados del año pasado.

La crudeza, la desvergüenza, lo explícito, las verdades incómodas son ingredientes de los relatos que Wiener no siente pudor en compartir porque, de una forma u otra, “hay cosas que al hacerse visibles y compartirse con los demás pesan menos, duelen menos, nos hacen más libres y nos acercan”.

En escena aparecerán Gabriela, Jaime y Rocío –pero también sus dos hijos, que intervendrán mediante videos–, en un catártico intento, lleno de humor y de tragedia, de purgar públicamente responsabilidades y curar heridas.

No es la primera vez que Wiener hace partícipes a sus familiares y allegados en un trabajo suyo: en su libro “Se dice de mí”, ya había hecho hablar a sus hijos, sus ex amores y también a los actuales.

“Está claro que tenemos un relación no convencional pero hay constantes, vicios y ruinas en los que fuimos programados todos, monógamos y no monógamos; nos marcan las familias tradiciones de las que venimos y en las que la tónica eran la mentira, los secretos y la doble vida. Por eso el poliamor por sí solo no basta. Hay que atravesarlo de feminismo”, explica la autora.

Para Wiener, “amar y convivir con más personas no significa necesariamente amarlas mejor, al contrario, hay más gente susceptible de ser dañada, por eso la responsabilidad es mayor”.

Con la fuerza del feminismo se ha abierto también el debate en torno a las formas tóxicas en que hombres y mujeres aprendieron a amar y en especial al cuestionamiento de las relaciones de celos, posesión y control sobre el cuerpo y las vidas de las mujeres.

Según Wiener, no hay poliamor idílico, ni ella está intentando vender ninguna fórmula de la felicidad, sin embargo cree que solo por intentarlo las no monogamias son hoy una posibilidad para pensarnos de otra manera y contrarrestar esas violencias: “Construir nuevas vidas y comunidades de afectos, románticas o no, ataca el corazón del machismo más ultra, el que está ligado a las religiones y fundamentalismos, que pretenden aislarnos, acortar nuestras libertades y quitarnos derechos ya conquistados”.

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