El 4 de enero de 1831 tuvo lugar en la ciudad de Santa Fe la firma del Tratado Litoral, que con el tiempo sería denominado Pacto Federal y marcaría el inicio de una experiencia política inédita entre las provincias pertenecientes al antiguo Virreinato del Río de la Plata: la Confederación Argentina. Los firmantes fueron José María Roxas y Patrón por la provincia de Buenos Aires, Domingo Cullen por Santa Fe y Antonio Crespo por Entre Ríos. El contexto en el que se firmó el acuerdo entre las provincias litorales era el de la guerra civil entre unitarios y federales, que había comenzado con el derrocamiento y posterior fusilamiento del gobernador federal de Buenos Aires, Manuel Dorrego, el 1º de diciembre de 1828. Por otra parte, en combinación con los unitarios porteños, el general José María Paz había tomado el poder en la provincia de Córdoba y desde allí lanzó las fuerzas que ocuparon Cuyo y el Norte constituyendo la Liga Unitaria o Liga del Interior. El federalismo quedaba así recluido a las provincias del Litoral.
Arduas negociaciones
Algo que conviene destacar respecto del contenido del Pacto Federal es que sus artículos fueron sometidos a una ardua negociación previa entre representantes de las tres provincias signatarias debiendo sumarse a Corrientes, que participó de los prolegómenos del pacto pero no asistirá a su firma, ratificando el documento meses más tarde. El porteño Roxas y Patrón y el correntino Pedro Ferré no se ponían de acuerdo en relación con ciertos artículos vinculados con el comercio exterior y los ingresos aduaneros. A tal punto que los desacuerdos entre ellos casi hicieron naufragar las negociaciones. Fue la intervención personal del gobernador santafesino, el brigadier Estanislao López, lo que salvó las negociaciones y condujo a la firma del tratado definitivo. El sistema económico a adoptar por el país no se trataría en el pacto, difiriéndose para cuando el país se hallare pacificado y pudiera reunirse un Congreso General Federativo.
Las provincias del Litoral, identificadas políticamente con el federalismo, tenían urgencia por sentar por escrito un tratado de alianza defensiva y hacer frente a la inminente guerra contra los unitarios que se habían hecho fuertes en el resto del país con el general Paz al frente de sus ejércitos. Pero no por ello se dejó de ver al acuerdo firmado en Santa Fe como un instrumento jurídico que articulara las relaciones entre las provincias. En otras palabras, el documento no fue algo firmado “a las apuradas” o pergeñado sólo con el fin de dar vestimenta jurídica al inminente comienzo de las hostilidades. Fue visto como un instrumento adecuado para regir la vida política de las provincias. Así, sus artículos tratan sobre derechos individuales, reciprocidad entre las jurisdicciones, entre otros temas. Su contenido llevó a Adolfo Saldías a caracterizarlo, entonces, como “una verdadera constitución bosquejada a grandes rasgos”.
Pese a que suele considerarse que el Pacto Federal de 1831 es uno de los pactos preexistentes que invocaría más adelante el preámbulo de la Constitución Nacional de 1853, su importancia y trascendencia impide equipararlo con cualquiera de los otros pactos interprovinciales del período comprendido entre 1820 y 1830. Básicamente por dos motivos: el primero, porque si bien fue firmado por tres provincias, sería luego ratificado por todas las restantes. El segundo, y conforme lo señalado, dado que articularía las relaciones interprovinciales durante dos décadas, hasta 1853, cosa de por sí meritoria en un país sumido hasta entonces en la inestabilidad política.
Nace Confederación Argentina
Superado el obstáculo de la guerra civil con la derrota de las tropas unitarias, las provincias previamente sometidas por las fuerzas del general José María Paz fueron adhiriendo expresamente al Tratado Litoral al tiempo que delegaban en el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el manejo de sus relaciones exteriores. La circunstancia apuntada autoriza al historiador Emilio Ravignani a afirmar que, tras la adhesión de todas las provincias al Tratado, éste pasó a constituir el Pacto Federal que dio origen a la Confederación Argentina. Atinadamente observa el historiador José Carlos Chiaramonte que el Pacto Federal no abrió las puertas a un Estado Federal en el que existe una autoridad federal por encima de las autonomías provinciales, cosa que acontecería recién en 1853, sino que generó una experiencia confederal. Una en cuyo esquema las provincias eran independientes unas de otras, aunque se reconociesen como parte integrante de una misma nacionalidad. El citado autor entiende que esa confederación poseía un “órgano de gobierno central” que se denominaba Comisión Representativa, contemplada en el articulado del Pacto Federal. No obstante, dicho órgano poseía atribuciones principalmente enderezadas a la comandancia de las tropas federales en su combate contra los unitarios. El mismo tratado contemplaba que, ante la pacificación del país, la Comisión Representativa dejaba de existir, cosa que ocurrió en julio de 1832.
Nacía, en efecto, la Confederación Argentina como modo organizativo de tipo sui generis que las provincias argentinas se dieron en el marco de las circunstancias excepcionales que se vivían en la época. Se consideraban estados independientes pero coaligados bajo una misma nacionalidad delegando sólo circunstancialmente el manejo de sus relaciones exteriores en el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Los años posteriores pondrían a prueba esa capacidad de representar frente a los extranjeros a todas las provincias, pesada mochila que Juan Manuel de Rosas supo llevar con buen desempeño, a juzgar por los éxitos obtenidos por nuestro país en las sucesivas guerras contra la Confederación Peruano Boliviana, Francia y, finalmente, contra Francia e Inglaterra aliadas.
(*) Doctor en Derecho. Profesor Adjunto de la Cátedra de Historia Constitucional Argentina, Facultad de Derecho, UNR.
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