Cientos de hondureños abandonaron su país con la intención de llegar a Estados Unidos. Estas personas explican que huyen por la falta de empleo, la delincuencia y la falta de garantías para una vida digna en su país.
La caravana de migrantes, que partió el pasado 15 de enero de Honduras, avanza ya en su paso desde Entre Ríos Izabal, en Guatemala, hacia la frontera con México.
Este grupo de personas, integrado por adultos, personas con discapacidad y hasta niños, intenta llegar a Estados Unidos, pese a las fuertes restricciones migratorias impuestas por los gobiernos.
La caravana migrante hace su recorrido a veces caminando kilométricos trechos, así como en camiones y otros medios de transportes.
Al mismo tiempo, el gobierno de México anunció que no permitirá el paso de estas personas a Estados Unidos.
En el departamento de Ocotepeque, Honduras, agentes de la Policía Nacional controlaron a todas las personas que cruzaban a Guatemala, sean inmigrantes de la caravana o no, para saber si entre ellos hay indocumentados o personas que tengan pendiente orden de captura por algún delito o crimen cometido.
A raíz de la crisis que se generó en 2018 cuando miles de centroamericanos llegaron a la frontera estadounidense, Washington amenazó a México con una serie de aranceles si no tomaba medidas para evitar la entrada de migrantes a su territorio.
Como resultado, Estados Unidos implementó el llamado Programa para la Protección de Migrantes (PMM), que llevó a que más de 56.000 personas fueran devueltas al lado mexicano.
Víctimas de los “coyotes”
Entre los primeros inmigrantes de la caravana, hubo al menos ocho que fueron víctimas de traficantes de personas en los puntos fronterizos, conocidos como “coyotes”.
Una de las víctimas de robo es Karen Judith Torres, madre soltera de 18 años, a quien “coyotes guatemaltecos” la “engañaron”, haciéndole creer que la cruzarían a Guatemala, paro lo que tenía que pagar una determinada cantidad de dinero en quetzales, moneda de ese país, según relató a EFE en las oficinas de Migración de Honduras en Agua Caliente.
Los “coyotes”, dijo Karen Judith, cargando en brazos a su hija de cuatro meses, Alondra Elisa, le robaron 3.500 lempiras (141 dólares), “lo único que llevaba”.
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